Según los estudios de Frank Starke, de J. David Hawkins y de W. D. Niemeier, la palabra Wilusa era la denominación usada en hitita para la ciudad de Troya.



TROYA


Troya, también conocida como Ilión, fue una histórica ciudad ubicada en la región de Anatolia, en la actual Turquía. Fue el escenario de la mítica guerra de Troya, que enfrentó a las fuerzas locales y sus aliados contra una coalición de Estados griegos. Su historia es muy importante para toda la cultura occidental.

Según la mitología griega, Troya fue fundada por descendientes de Zeus alrededor de 3500 a. C. Estaba emplazada en una meseta de tierra caliza —actualmente conocida como la colina de Hisarlik— a 6 km al este del mar Egeo y a 4,5 km al sur del estrecho de los Dardanelos.

Por su ubicación estratégica, Troya se convirtió en una ciudad muy próspera. Sus principales actividades económicas eran la agricultura, la ganadería, la pesca y, especialmente, el comercio. Estaba bien fortificada y contaba con calles pavimentadas y canales de drenaje. En su apogeo, alrededor del siglo XIII a. C., su población alcanzó los 10.000 habitantes.

Las fuentes antiguas sitúan temporalmente a la guerra de Troya entre los siglos XIII y XII a. C. En este conflicto, la ciudad fue sitiada por los ejércitos de los Estados griegos durante 10 años y, finalmente, fue destruida por completo gracias a la treta del famoso caballo de Troya.

La historia de los romanos también está vinculada al mito de la guerra de Troya: según el poeta latino Virgilio, el príncipe troyano Eneas escapó de la destrucción de la ciudad y viajó hasta Italia, en donde sus descendientes fundaron Roma.

En 1871, los restos de Troya fueron encontrados y excavados por el investigador Heirich Schliemann. El sitio arqueológico consta de nueve capas, nueve etapas distintas de la ciudad, que datan desde la Edad de Bronce (3500 a. C.) hasta los tiempos del Imperio romano (siglo IV d. C.).

El sitio arqueológico de Troya fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. En la actualidad, la historia y los mitos sobre esta ciudad forman parte de la cultura popular.


En resumen, estoy con aquellos que creen que el mundo de Homero es inmortal precisamente porque nunca existió fuera del marco de los poemas épicos, ya sea en su versión oral o su posterior transcripción y difusión.

Y gracias a Dios por eso. Sin la creencia de los antiguos griegos en una Guerra de Troya no tendríamos el género del drama trágico, uno de los inventos más fértiles e inspiradores de los griegos, para deleitarnos, prevenirnos e instruirnos.

(Se dice que el gran dramaturgo ateniense Esquilo se refirió a sus obras de teatro, modestamente, como meras sobras del banquete de Homero).

Hay un mundo en Homero: un mundo literario de recepción, alusión y colusión. Sin él, todos seríamos mucho más pobres, espiritual, artística y culturalmente hablando.

Homero vive y ¡larga vida a Homero! Pero ¿la guerra de Troya? Lo más probable es que se haya perdido.

El Candelabro. Iluminando Mentes.