Las Invasiones Inglesas fueron dos expediciones militares fracasadas que el Imperio británico emprendió en 1806 y 1807 contra el Virreinato del Río de la Plata —perteneciente a la Corona española— con el objetivo de anexarlo.


INVASIONES INGLESAS AL RÍO DE LA PLATA


Las Invasiones Inglesas al Río de la Plata fueron dos incursiones llevadas a cabo por el Imperio británico con el objetivo de controlar algunas zonas del Virreinato del Río de la Plata, en los territorios que actualmente forman parte de Argentina y Uruguay. Las Invasiones tuvieron lugar en 1806 y 1807 y, aunque ocurrieron en Sudamérica, formaron parte de las Guerras Napoleónicas. En ambas invasiones los británicos fueron repelidos por la resistencia local.

Hacia 1805, Gran Bretaña comenzó con una política agresiva para encontrar nuevos mercados, debido a que el bloqueo continental impuesto por Napoleón le dificultaba el comercio con otros países europeos. Tras conquistar la colonia holandesa de Cabo Buena Esperanza, en África, buscó controlar las posesiones coloniales españolas en América.

La Primera Invasión comenzó el 25 de junio de 1806: alrededor de 1.600 hombres desembarcaron a pocos kilómetros de Buenos Aires, y llegaron a la capital del Virreinato dos días después. Los británicos lograron hacerse con el control de la ciudad durante 46 días, pero finalmente fueron expulsados por las fuerzas de Santiago de Liniers y los milicianos voluntarios en la denominada Reconquista.

La Segunda Invasión se inició el 3 de febrero de 1807, cuando una fuerza de 8.000 hombres conquistó la ciudad de Montevideo, en el actual Uruguay. El 28 de junio, los británicos buscaron ocupar nuevamente Buenos Aires. No obstante, tanto las tropas como los vecinos de la ciudad, sin ayuda de los españoles, se organizaron para repeler a los invasores. La audaz resistencia finalmente obligó a los británicos a rendirse.

El resultado de las Invasiones Inglesas sentó un importante precedente para la independencia de las naciones sudamericanas. Por un lado, los criollos tomaron consciencia de sus propias fuerzas; por el otro, quedó en evidencia la ineptitud española para gobernar y defender el Virreinato.


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