Buena parte de esa espiral de crimen y muerte tiene una explicación: las maras, pandillas juveniles que siembran el terror en los grandes centros urbanos de estos países. Estos grupos se valen del secuestro, el asesinato y la extorsión para adueñarse de barrios enteros y someter a sus pobladores.

LAS MARAS
“Mara” es un término de uso coloquial en distintos países de Centroamérica y quiere decir “grupo de amigos o de personas”. Con el correr del tiempo, se empezó a utilizar como sinónimo de pandilla.
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Todo comenzó en Los Ángeles, California, entre finales de los´70 y principios de los ´80. Allí, algunos migrantes salvadoreños formaron su propia pandilla a la cual denominaron “Mara Salvatrucha”, que se puede traducir como “el grupo de salvadoreños”.
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En los ´90, el gobierno de Estados Unidos realizó deportaciones masivas de centroamericanos acusados de cometer delitos en el país.
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De esta forma, comenzaron a llegar a Centroamérica los primeros pandilleros provenientes de Los Ángeles, principalmente de la Mara Salvatrucha (también conocida como MS-13) y de otro grupo de similar procedencia denominado Barrio 18 (dividido en dos facciones, Sureños y Revolucionarios).
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Estas organizaciones delictivas se expandieron en Guatemala, Honduras y El Salvador, siendo estos los países más afectados y una de las zonas más violentas del mundo en la actualidad.
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En menor medida también poseen representantes en México, Canadá, Estados Unidos y algunos países europeos como Italia.
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Sus miembros, que en su mayoría tienen entre 20 y 30 años, se pueden reconocer por los tatuajes en el cuerpo y en el rostro, que representan diferentes acontecimientos de su vida.
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Para ingresar a estas organizaciones, los futuros integrantes deben someterse a fuertes golpizas o demostrar su “valentía” asesinando a un policía o pandillero rival. En el caso de las mujeres suelen ser sometidas a violaciones.
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Las maras están divididas en pequeños grupos barriales que controlan la actividad criminal del territorio. Sus principales delitos son la extorsión a comerciantes y transportistas, secuestros, tráfico de personas, robo y tráfico de drogas, entre otros.
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Actualmente, El Salvador se encuentra muy afectado por la presencia de estos grupos que alcanzan un total de 60.000 pandilleros activos, en un país con poco más de 6 millones de habitantes. Se calcula que 1 de cada 4 personas detenidas en 2019 era un miembro de la MS-13.

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