Napoleón I Bonaparte fue un militar y estadista francés, general republicano durante la Revolución francesa y el Directorio, y artífice del golpe de Estado del 18 de brumario que lo convirtió en primer cónsul de la República el 11 de noviembre de 1799.



Napoleon Bonaparte, el gran general y emperador de Francia se casó con Josephine de Beauharnais en marzo de 1796.

En un matrimonio realizado por conveniencia, el brillante estratega resultó perdidamente enamorado de su esposa.

Después de la boda, Napoleón y Josephine solo pudieron pasar dos noches juntos, pues Bonaparte tenía que partir al frente. Las numerosas victorias en el campo de batalla hicieron que Napoleón ganara reconocimiento y que Josephine, mientras tanto, gozara de la libertad de una vida en París llena de fiestas y grandes lujos.

Durante los trece años que duró su matrimonio, la cantidad de cartas de amor escritas por parte de Napoleón Bonaparte a Josephine fue grandiosa. Sin embargo no fueron correspondidas de la misma manera. Se dice que la pasión absoluta que Napoleón sintió por Josephine, ella nunca la vivió.


Carta escrita el 30 de Marzo de 1796

“No he pasado ni un solo día sin amarte; no he pasado ni una sola noche sin estrecharte entre mis brazos; no he toma do ni una taza de té sin maldecir la gloria y la ambición que me mantienen alejado del alma de mi vida.

En medio de las reuniones, a la cabeza de mis tropas, mientras recorro los campos, sólo mi adorable Josefina está en mi corazón, ocupa mi mente, absorbe mi pensamiento.

Si me alejo de ti con la velocidad del torrente del Ródano, es para volver a verte más pronto. Si en medio de la noche me levanto para trabajar, es porque eso puede adelantar algunos días la llegada de mi dulce amiga.

Y sin embargo, en tu carta del 23 al 26 de ventoso, me tratas de vos. ¡Tú, de vos!

¡Ah!, malvada, ¡cómo has podido escribir esa carta! ¡Qué fría es! Y además, del 23 al 26 hay cuatro días; ¿qué estuviste haciendo, por qué no escribiste a tu marido?…

¡Ah!, amiga mía, ese vos y esos cuatro días me hacen añorar mi antigua indiferencia. ¡Malhadado quien quiera que sea el culpable! ¡Ojalá, por medio de la condena y del suplicio, llegue a sentir lo que la convicción y la evidencia, puestas a mi servicio, me hacen sentir a mí! ¡No hay suplicio semejante en el Infierno! ¡Ni las Furias poseen tales serpientes! ¡Vos! ¡Vos! ¡Ah! ¿Qué sucederá dentro de quince días?…

Mi alma está triste; mi corazón se siente esclavo, y mi propia imaginación me aterra… Tú me quieres menos, y eso te consolará. Un día, ya no me querrás; dímelo; al menos, sabré merecer la desdicha…

Adiós, mujer, tormento, felicidad, esperanza y alma de mi vida, a la que amo, a la que temo, que me inspira sentimientos tiernos que me atraen a la Naturaleza, y movimientos impetuosos tan volcánicos como el trueno.

No te pido ni amor eterno ni fidelidad; sólo… la verdad, una franqueza sin límites. El día en que digas «te quiero menos», será el último de mi amor o el último de mi vida.

Si mi corazón fuese lo bastante vil como para amar sin recibir nada a cambio, me lo desgarraría con los dientes.

¡Josefina, Josefina! Recuerda lo que a veces te he dicho: la Naturaleza me ha dado un alma fuerte y decidida. A ti te ha hecho de encaje y de gasa. ¿Has dejado de amarme?

Perdón, alma de mi vida, mi alma está preocupada por mil vastos planes. Mi corazón, enteramente ocupado por ti, siente temores que me hacen ser desdichado… Estoy harto de no poder decir tu nombre. Espero que me escribas.

¡Adiós! ¡Ah!, si me quieres menos, es porque nunca me has amado. Entonces seré digno de lástima.”


Bonaparte:

P.D.: Este año la guerra es completamente diferente. He hecho repartir carne, pan, forraje; mi caballería armada pronto estará en marcha. Mis soldados me demuestran una confianza indescriptible; sólo tú me causas pena; sólo tú, placer y tormento de mi vida. Un beso a tus hijos, de los que no me hablas. ¡Caramba! Eso alargaría tus cartas el doble. Y los visitantes no tendrían el placer de verte a las diez de la mañana. ¡Mujer!



El Candelabro. Iluminando Mentes.