Paul Gauguin, fue un pintor posimpresionista reconocido después de su fallecimiento. El uso experimental del color y su estilo sintetista fueron elementos clave para su distinción respecto al impresionismo. 



¿Cómo tratar a Gauguin después del estridente escándalo?


En noviembre de 2019, estalló un escándalo en el mundo del arte: Paul Gauguin, un artista postimpresionista, durante su estancia en Tahití, se casó con una chica de 13 años y tuvo relaciones sexuales con otras jóvenes tahitianas.

Este hecho se conocía antes, pero solo en 2019 le prestaron atención y se preguntaron: ¿podemos seguir disfrutando de sus obras o necesitamos reconsiderar nuestra actitud acerca de su trabajo?

Analicemos esta situación difícil y decidamos si es posible separar la personalidad del artista de su trabajo y si es necesario.


Gauguin-pintor


Paul Gauguin es uno de los pintores más famosos y reconocidos. Sus obras están expuestas en los principales museos del mundo y cuestan decenas de millones de dólares. Su pintura ¿Cuándo te casas? es uno de los tres lienzos más caros de la historia. Gauguin es una de las figuras clave del postimpresionismo, que con su obra allanó el camino para Henri Matisse y Mark Rothko. Su biografía ha sido estudiada en detalle, además, tenemos su autobiografía libre Noa Noa. ¿Pero qué tipo de persona era?


Gauguin-hombre


Paul Gauguin era un “salvaje” talentoso. Toda su vida es una historia de aventuras: nació en París, vivió en Perú hasta los 7 años, luego regresó a Francia, a los 17 fue a viajar por todo el mundo, a los 24 regresó a Francia y trabajó como corredor de bolsa. Luego se casó y crió a cinco hijos. Comenzó a coleccionar pinturas y luego a crearlas. Como resultado, Gauguin abandonó su trabajo para ser un artista libre, por lo que su esposa lo dejó y se llevó a sus hijos. En busca de inspiración, el pintor viajó por todo el mundo, encontró refugio en Tahití y murió en la isla de Hiva-Oa.

Gauguin era emocional, brusco, narcisista, arrogante. Se consideró un genio, pero el mundo no lo reconocía, por lo que se enojaba muchísimo e incluso maldecía a sus amigos que no aceptaron su talento.

Buscando un lugar exótico, huyó a las islas remotas en aras de estar lejos de Europa y la civilización. En las islas vivía en aldeas entre los residentes locales. En Tahití se casó con una chica de 13 años y tuvo relaciones íntimas con algunas otras. A las tahitianas no les importó: Gauguin era europeo, lo que suponía bienestar. El propio Gauguin lo recuerda sin tapujos en su autobiografía, y cada biografía posterior del artista tampoco lo pasa por alto. Es decir, la comunidad profesional lo sabía durante mucho tiempo.


¿Qué ha cambiado?


En 2019 decidieron revisar la visión de Gauguin. Según los principios morales modernos, el acto de Gauguin es inmoral. Ahora proponen prohibir su arte. Y se plantea un problema: ¿tenemos que separar la vida de un artista de su arte? Y al final, ¿cómo evaluar las obras de arte?


¿Ética o estética?


Al hablar del arte, es costumbre partirse del autor. Analizamos su vida y vemos cómo afecta su arte. Y por lo general, eso realmente ayuda: solo así se puede entender el surrealismo de Salvador Dalí o los símbolos de Marc Chagall.

Pero esta forma de entender el arte amenaza con transferir las características personales del artista a sus lienzos. Y si se trata de la sensualidad o el sentimentalismo del artista, entonces no tiene nada de malo. Pero cuando un artista es un criminal, entonces el estigma pasa a su obra. Y, por lo tanto, hay que proteger la sociedad de tal arte.

¿Pero será razonable? Después de todo, entonces toda la historia del arte debe ser revisada, y muchas obras maestras del pasado pueden ser prohibidas debido a la biografía controvertida del creador. Por ejemplo, Caravaggio tendrá que ser completamente prohibido, porque era un verdadero criminal y, muy probablemente, un asesino.


Trabajo creador ≠ personalidad


Nuestra posición es simple: una obra de arte no es el artista en sí. Cuando un creador pinta un cuadro, no solo se expresa a sí mismo, sino también la situación cultural en la que se encuentra, y luego su obra se convierte en patrimonio cultural. No se debe evaluar el arte sobre la base de criterios morales, sino sobre la importancia artística.

La vida personal sigue siendo el espacio privado del artista, y se puede juzgarlo desde la perspectiva moral. Gauguin no vivió como un santo, y lo que se conoce de él permite concluir que era un hombre difícil y de moral cuestionable.

No hay que divinizar a los artistas. El hecho de crear grandes lienzos (incluso de temas religiosos) no significa que sean infalibles. Pero sus obras sí que deben estar libres de criterios morales y éticos. El arte es un campo de comprensión artística, y debe evaluarse desde la perspectiva de la maestría y habilidad. En el caso de Gauguin, son obras maestras de pintura, y no deben estar ensombrecidas por su vida personal.


En suma


Por supuesto, la obra no justifica los crímenes cometidos por el creador durante su vida. Pero necesitamos separar estas dos esferas y abordar cada una de manera independiente. No se debe juzgar el arte sobre la base de la personalidad del artista. De lo contrario, tendríamos que reescribir toda la historia del arte.


¿Estás de acuerdo con esta opinión? ¿Es necesario separar la personalidad del artista de su obra?









El Candelabro. Iluminando Mentes