Selkies (también deletreado silkies , sylkies , selchies , en escocés, selkie fowk) son criaturas mitológicas encontradas en Irlanda , Escocia, Feroés, e Islandia. Se dice que los selkies viven como sellos en el mar pero se despojan de su piel para convertirse en humanos en tierra.




Las selkies son una variación del concepto de sirena en el folclore escocés, irlandés, islandés y de las Islas Feroe.

Ubicada en Mikladalur, en la isla de Kalsoy, la mujer foca de nombre Kópakonan, es representada volteando a ver melancólicamente la orilla de la playa rocosa antes de regresar a las profundidades del océano.

El 1 de agosto de 2014 se levantó una estatua de la Mujer Foca en Mikladalur, en la isla de Kalsoy. La estatua mide 2,6 metros de largo, pesa 450 kilogramos y está hecha de bronce y acero inoxidable. La estatua está diseñada para soportar olas de 13 metros. A principios de 2015, una ola de 11,5 metros golpeó contra la estatua que se mantuvo firme sin daño alguno.

La mitología nórdica, escocesa e irlandesa cuenta que algunas focas son seres llamados selkies. Mujeres que pasan su vida bajo las aguas del océano, enfundadas en su magnífica piel de foca. Una vez al año, en la Víspera de los Tres Reyes estos seres regresan a la costa de Mikladalur para reunirse en una de las muchas cuevas que perforan sus acantilados. Allí, se desprenden de su piel de foca por una noche para volver a ser personas. En el calor de la hoguera, pasan toda la noche bailando y cantando hasta las primeras luces del alba, siempre cuidando su valiosa piel, pues si alguien pudiera apoderarse de ella sería capaz de someter y subordinar a los seres mitológicos.

La leyenda de Kópakonan, cuenta que un joven entusiasmado al escuchar la leyenda de las selkies, robó la piel de una de ellas para que a la mañana siguiente no regresará al agua junto con las demás. Ella se percató de lo que él había hecho y decidió perseguirlo hasta llegar al pueblo. La persecución no rindió ningún fruto, pues el muchacho había guardado bajo llave la preciosa piel de la joven a la que no le quedó más remedio que contraer matrimonio con el.

Pasados los años la pareja tuvo tres hijos. El hombre, conocedor del riesgo que corría su matrimonio si la mujer encontraba algún día la llave, la llevaba consigo atada a su cinturón a todos los lugares a donde iba, hasta que un día cometió el error de dejarla en casa.

Aterrado volvió a su hogar, al entrar a casa vio a los tres hijos que había tenido con Kópakonan sentados en la cocina, en silencio y solos, por fin la mitológica selkie había recuperado su piel y se había decidido volver a las profundidades del mar.

La mujer foca caminó hasta la orilla de la playa rocosa de Mikladalur, melancólica por abandonar a sus pequeños pero feliz de regresar a su hogar donde estaba su antigua familia. Antes de sumergirse de nuevo en el océano, miró por última vez la silueta sombría de Mikladalur al atardecer. Bajo el estruendo de una ola al chocar contra las rocas, se giró y desapareció en las profundidades del océano, donde su verdadero amor convertido en foca la esperaba.

Durante varios años, el joven y sus tres hijos esperaron ansiosos el regreso de Kópakonan, pero ante la decepción de no volver a verla, el rencoroso hombre planeó junto a los demás habitantes de la isla, asesinar a todas las focas que arribarán a la playa de Mikladaur.

La noche anterior a poner en marcha el plan, el joven tuvo un sueño en el que su antigua esposa le hablaba directamente para advertirle de la maldición que caería sobre los hombres de Mikladalur si llevaba a cabo su malvada venganza: “Todos morirán en el mar, algunos despeñados desde los acantilados, otros ahogados faenando, otros engullidos por una tormenta…”. Pues entre el grupo de focas se encontraban su esposo y dos cachorros que eran sus hijos pequeños.

Sediento de venganza, el hombre ignoró la advertencia de Kópakonan y junto a los demás hombres del pueblo asesinó a todas las criaturas marinas que encontraron aquella noche. Desde entonces, jamás volvió a verse una Selkie por las costas de Mikladalur, y todos los hombres del pueblo cayeron en una maldición eterna que según los nativos perdura hasta hoy.







El Candelabro. Iluminando Mentes.


Descubre más desde REVISTA LITERARIA EL CANDELABRO

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.