La vida de la emperatriz rusa Catalina II de Rusia (1729-1796), conocida como Catalina la Grande. En medio de escándalos, intrigas y conflictos, Catalina y Grigory Potemkin desarrollaron una relación única y dedicada, superando a sus oponentes.



Cómo se convirtió Catalina la Grande en una de las pioneras de la vacunación


La emperatriz rusa invitó a un médico británico para vacunar a su familia contra la viruela, animando a su corte y a sus súbditos a hacer lo mismo



La serie que hace un año comenzó a emitir Sky España titulada ‘Catalina la Grande’ nos acercaba a los últimos años de la legendaria monarca de la Rusia Imperial. La encargada de interpretarla es la oscarizada Helen Mirren, y aunque las historias que se nos cuentan no son, como en The Crown’, cien por cien verídicas, sí aciertan al retratar a la emperatriz del siglo XVIII como una firme creyente en las ideas de la Ilustración. 

El Siglo de las Luces fue un movimiento filosófico e intelectual que se extendió por toda Europa Occidental en aquella época, cuando Catalina era aún joven, cuyos más destacados impulsores fueron Francis Bacon, Isaac Newton o René Descartes. Y fue esta fe en la ciencia y el progreso la que convirtió a Catalina la Grande en una de las primeras defensoras de las vacunas –tan de actualidad ahora mismo a causa del coronavirus–, en un momento en que su país estaba siendo devastado por una epidemia de viruela, que por ejemplo mató a decenas de miles de personas en Siberia en 1767.



Tras conocer el trabajo del pionero médico británico Thomas Dimsdale, decidió invitarle a visitar su corte, dándole instrucciones para que la vacunara a ella y a su hijo, Paul. 

En lugar de los pinchazos clínicos de hoy en día, una vacunación en el siglo XVIII era mucho más peligrosa y sangrienta e implicaba hacer un corte el brazo del paciente antes de poner pus de una pústula de viruela dentro de la herida. El pus se cogía previamente de alguien que padeciera un caso leve de la enfermedad, con la esperanza de que el receptor se viera afectado de manera similar.

Con un riesgo real de muerte, fue una decisión muy valiente por parte de la emperatriz… y por parte del propio doctor, que según se dice tenía su caballo preparado por si hubiera necesitado escapar del palacio sin despedirse.

Tras el éxito del procedimiento para la familia real y más tarde para toda su corte, Catalina la Grande colaboró extensamente para mostrar a sus súbditos la eficacia y seguridad de las vacunas. Esto condujo a un programa de vacunación masiva, que inmunizó hasta a dos millones de rusos. Como ella misma dijo: “Mi objetivo era, a través de mi ejemplo, salvar de la muerte a la multitud de mis súbditos que, sin conocer el valor de esta técnica y asustados por ella, estaban en peligro”. 

Incluso en una carta que bien podría ser un post de Twitter hoy mismo, la monarca calificaba a los antivacunas de su época como “verdaderos imbéciles, ignorantes o simplemente malvados”.



El Candelabro. Iluminando Mentes