No existen muchas obras de arte con una sensualidad tan conmovedora como la que podemos observar en este cuadro. La lluvia dorada no es ni más ni menos, que la representación de Zeus como una lluvia de oro entre los muslos de Dánae haciéndole el amor, así es descrito en la mitología griega.

Alexandre Jacques Chantron (1842 – 1918), artista francés de la ciudad occidental de Nantes.
Este mito es uno de mis favoritos en el que se confirma por una vez más, la genialidad del Dios Zeus y su capacidad de engañar a su legítima mujer, Hera – diosa del matrimonio y conocida por su envidia y celo.
Vamos ahora a la pequeña e inocente Danae.
La historia tiene lugar en Argos del Peloponeso donde reina su padre Acrisio con su hermano mellizo: Preto. Entre los dos hermanos siempre ha habido una rivalidad y una competencia porque el rey Arcisio nunca había podido tener varones que reclamarían el trono del padre. La pequeña Danae vivió una adolescencia feliz, lejos de la alternancia de quien al final iba a ser el Rey de Argos. En la antigua Grecia las noticias se anunciaban a través de oráculos. Así que, Acrisio recibió un oráculo en el que se le anunciaba que el hijo de su hija – es decir – su nieto, lo mataría… Dado que el sabía que siempre los oráculos se cumplían y motivado por las insinuantes miradas de su hermano a su hija, encerró a la joven Danae en una cámara herméticamente sellada para evitar que se la acercara el hermano Preto.
Pero el oráculo se tendría que cumplir de alguna manera… y así fue.
Zeus llegó a la cámara tomando la forma de lluvia dorada y sedujo a Danae. Así, gota a gota, fue cayendo el travieso dios sobre el cuerpo desnudo de Danae, que se quedó impresionada por esta visita tan importante. Estas gotas doradas formando un abrazo luminoso y vibrante, la poseyeron, introduciéndole la semilla de una nueva vida: la vida del futuro héroe “Perseo”.
El rey Acrisio, cuando supo la noticia de que su hija estaba embarazada, se enfadó pero tenía que seguir cruelmente las reglas que imponía la tradición en estos casos: tirar al niño recién nacido al mar o al río. Sin embargo, el niño no iría sólo ya que le acompañaría su madre, la cual estaba tranquila por la promesa divina recibida.
Así iniciaron los dos, Danae y el pequeño Perseo, el viaje dentro del arcón que gracias a los vientos favorables y a las olas impulsadas por Poseidón llegó a la isla de Sérifos, donde fueron rescatados por el pescador Dictis que los acogió en su casa.
En este punto de relato que llega a la isla griega, prácticamente desaparece Danae y da el relevo a su hijo Perseo… conocido por sus logros.
Pero eso, lo veremos en una próxima entrada.
En los cuadros de abajo dibujados por Tiziano y Giapantista respectivamente, Eros, por mandato divino, se encarga de levantar el mantón que cubre el cuerpo desnudo de Danae ya que luego caería la lluvia dorada. Eros era la mano derecha de Zeus igual que Hermes y le ayudaban en sus aventuras eróticas.
En el cuadro semejante de versión renacentista aparece una alcahueta que intenta tapar con una manta el cuerpo desnudo de Danae para que no se caigan las gotas doradas encima de ella. Prestad atención al perro… el perro era el símbolo de la fidelidad.
Entre los siglos XVI y XVII, en Europa continental, proliferaron pinturas y grabados dedicados al episodio mítico de Dánae y la lluvia dorada. El elemento que distingue la escena de Dánae de otros desnudos mitológicos es el oro, el cual aparece como una sustancia corruptora.
Nota o Curiosidad: Aunque a Perseo no se le asocia como si le ocurre a Ándrómeda, con ninguna constelación, si se le asocia con las perseidas. Las perseidas, popularmente conocidas como las lágrimas de San Lorenzo, no es una «lluvia dorada» pero si son una «lluvia de meteoros» observada en el Hemisferio Norte debido a que transcurre en agosto.

El Candelabro. Iluminando Mentes