El báculo o vara de Asclepio para los griegos, o Esculapio para los romanos (⚕, U+2695) es un antiguo símbolo asociado con el dios griego Asclepio y con la curación de enfermos mediante medicina. Se trata de una vara con una serpiente enrollada, representando al dios griego Asclepio, o Esculapio para los romanos.





LA VARA Y LA SERPIENTE EN GRECIA, ROMA Y LA TRADICIÓN JUDEOCRISTIANA.



Son muchísimas las tradiciones que incorporan los símbolos de la vara o báculo con la serpiente enrollada, con significados diversos, aunque conectados entre si.

De todos es conocida la ancestral diosa serpentaria de Asia y el Mediterráneo, cuya representación plástica más popular es la cretense, que trasladó su iconografía a algunas imágenes de Deméter. Conectado a ella está el Caduceo de Hermes-Mercurio, símbolo de comunicación, comercio y alquimia en todos los niveles y planos.

Hablando propiamente de la vara y la serpiente única, el principal referente clásico es sin duda el dios griego Asclepio, el Esculapio romano. Su origen es semidivino, hijo de Apolo y la mortal Coronide, que menospreció al dios con sus engaños y fue castigada. En la pira funeraria Apolo se adentra entre las llamas para rescatar de su vientre al pequeño.

Educado por su propio padre y por el bondadoso y sabio centauro Quirón su capacidad sanadora es infinita, hasta el punto de desafiar el orden cósmico y resucitar a los muertos. Zeus, ante las quejas de Hades, lo fulmina con un rayo. Una vez purificado de su hybris, Asclepio asciende al cielo en la forma de la constelación del Serpentario y como dios de la medicina cumple su vocación de ayuda a la humanidad.

Un dios que vence a la muerte, bondadoso y compasivo, cuyo atributo es un báculo con una serpiente ascendente, la energía que debemos mantener activa, como si de un fuego interno se tratara, que se alza despierto, vivificante y puro a través de nuestra columna vertebral, de forma también serpentina. Es Kundalini.

Para griegos y romanos tanto la energía vital individual como la que coresponde por linaje están asociadas a la serpiente. Los espíritus de los ancestros visitaban a sus familias en la forma de estos ofidios, formados en las tumbas a partir de las columnas de los muertos familiares.

En cuanto a la tradición hebrea, encontramos el báculo y la serpiente en el Génesis, bajo la forma del Árbol del Bien y del Mal, cuyos apetecibles frutos son ofrecidos a Eva por una serpiente humanizada, capaz de hablar y razonar y que aún no se arrastra sobre su vientre.
Para algunos se trata de Lilith la diablesa indómita que un día fue compañera de Adán y que prefirió abandonar ella misma el Paraíso.

Vara y serpiente son el camino recto y el ondulante, la meditación y el recto discernir y también la sabiduría adquirida a través de los sentidos y la experiencia vital.

En el Éxodo reaparece esta doble figura en manos de Moisés, que salva a su pueblo de la mordedura letal de las serpientes de fuego enviadas como plaga por Yaveh. La simple vista de la Serpiente de Bronce enroscada en una vara cura milagrosamente de los males provocados por la idolatría de Israel.

De nuevo el poder salutifero del símbolo, que en este caso se ve reforzado por la tradición cristiana, que considera la Serpiente de Bronce una precursora de Cristo en la Cruz, que también se alza para salvación y sanación de todos. (“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:14-15).

Existe en la liturgia católica una curiosa tradición asociada a la Resurrección de Cristo. Se trata de la ceremonia del “tricirio”, o cirio triple.

Los sacerdotes encienden a la luz del día un cirio que es “la luz nueva” y entran en procesión en la iglesia completamente vacía y en oscuridad. Allí, primero a los pies, luego en el centro y finalmente en la cabecera, van encendiendo las tres velas con esa simbólica Luz renovada de Resurrección.

El triple cirio está asentado en un alto báculo que en varios lugares de España recibe el nombre de “culebrina” ya que está adornado con una serpiente enroscada en sentido ascendente. La interpretación de la culebrina es variada. La tradición popular dice que las tres velas son las Tres Marías, vencedoras de lo femenino impuro, de la caída de Eva y de la Serpiente. La iglesia oficial habla del triunfo de la Trinidad sobre el mal y también hay una interpretación alquímica, que identifica las tres luces con los elementos mas nobles de la Obra, oro, plata y sal, siendo la serpiente ascensión.

De todas estas culebrinas, sin duda, la mas hermosa es la que se conserva en la Catedral de Segovia, obra de un tallista desconocido de principios del siglo XVI.

La serpiente, que trepa por un lujoso báculo dorado, está adornada con unas vistosas escamas de un verde brillante y su cabeza es la de una bella mujer, de rubios cabellos y expresión serena.

Una pieza impactante y exquisita que he tenido el placer de ver y fotografiar recientemente y cuyas imágenes acompañan este texto.

Con él he pretendido dar algo de perspectiva sobre una imagen recurrente y sus diversas interpretaciones, siempre relacionadas con la salud, la enfermedad y la transformación.



El Candelabro. Iluminando Mentes