Nicanor Segundo Parra Sandoval fue un poeta, profesor, fΓsico e intelectual chileno, cuya obra ha tenido una profunda influencia en la literatura hispanoamericana.

π―ππ ππ π ππ πππππ // NICANOR PARRA
A recorrer me dediquΓ© esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
AcompaΓ±ado por el buen crepΓΊsculo
Que es el ΓΊnico amigo que me queda.
Todo estΓ‘ como entonces, el otoΓ±o
Y su difusa lΓ‘mpara de niebla,
SΓ³lo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pΓ‘lido manto de tristeza.
Nunca pensΓ©, creΓ©dmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
CΓ³mo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo estΓ‘ en su lugar; las golondrinas
En la torre mΓ‘s alta de la iglesia;
El caracol en el jardΓn, y el musgo
En las hΓΊmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, Γ©ste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plΓ‘cida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenciΓ³ mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
Β‘Buena cosa, Dios mΓo!; nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos mΓ‘s lejana
Es justamente cuando estΓ‘ mΓ‘s cerca.
Ay de mΓ, Β‘ay de mΓ!, algo me dice
Que la vida no es mΓ‘s que una quimera;
Una ilusiΓ³n, un sueΓ±o sin orillas,
Una pequeΓ±a nube pasajera.
Vamos por partes, no sΓ© bien quΓ© digo,
La emociΓ³n se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendΓ mi singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvΓan las ovejas.
Las saludΓ© personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oΓdo del viajero
Con su inefable mΓΊsica secreta
RecordΓ© el mar y enumerΓ© las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. SeguΓ mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
PasΓ© frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del cafΓ© siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el rΓo de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, Γ©ste es el Γ‘rbol
Que mi padre plantΓ³ frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormΓa dulcemente
Bajo el Γ‘ngulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
CuΓ‘nto tiempo ha pasado desde entonces
No podrΓa decirlo con certeza;
Todo estΓ‘ igual, seguramente,
El vino y el ruiseΓ±or encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
Β‘SΓ³lo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!

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