En el vasto lienzo de la existencia, la infancia se alza como un oasis en el tiempo, un fugaz destello de inocencia y encanto. Es en ese mágico rincón de la vida donde los corazones laten al compás de la ilusión y los sueños florecen como flores en primavera. En la infancia, el pasado se desvanece y el futuro no importa, solo existe un presente radiante que se despliega con la frescura de un amanecer dorado. Es en este reino de risas y juegos donde el alma se libera de ataduras y se entrega al canto melódico de la alegría. Bienvenidos al mundo donde los recuerdos se tejen con hilos de amor y cada latido es una promesa de felicidad eterna.



Recuerdos de una etapa maravillosa: La infancia en el corazón”

En los prados de la infancia, un tesoro escondido, un tiempo sin fronteras, un presente sin olvido. Con mirada inocente, el mundo se despliega, un lienzo en blanco esperando que la vida lo pinte con su magia.

El sol se asoma radiante, la brisa acaricia el rostro, los sueños florecen como un río en deshielo constante. En cada risa, en cada juego, el corazón se llena, de alegría desbordante, de inocencia serena.

Las horas transcurren sin prisa, el tiempo se desvanece, en ese paraíso de juegos y canciones que no envejece. No hay pasado que lamentar, no hay futuro que temer, solo el presente que se vive con la pasión de un amanecer.

Los ojos brillan como estrellas en un cielo despejado, la imaginación vuela libre en un mundo iluminado. Cada instante es un regalo, cada momento un tesoro, la infancia nos enseña a vivir sin miedo, a soñar sin decoro.

Los corazones son puros, como la esencia de una flor, y el amor es el idioma que todo niño habla con fervor. En sus sonrisas se encuentra la felicidad sin medida, una chispa divina que nos muestra el valor de la vida.

¡Oh, infancia bendita, tierra de sueños e ilusiones! Tu encanto eterno nos llena de inspiración y emociones. En cada recuerdo guardamos la esencia de aquellos días, donde el mundo era nuestro, y la inocencia nos guiaba.

Que nunca se desvanezca esa luz, esa magia infantil, que siempre en nuestros corazones encuentre su refugio sutil. La infancia, tesoro invaluable, regalo divino sin igual, una etapa maravillosa que nos enseña a volar.

En el jardín de los recuerdos, florece la infancia con esplendor, y aunque el tiempo avance, perdura en el alma con fervor. Amarla, protegerla, preservarla es nuestro deber, para que los niños de hoy encuentren en ella su poder.

La infancia es un tesoro, un regalo celestial, un presente sin pasado, un futuro sin final. Que en cada niño encuentre siempre su justo lugar, y que su magia perdure en el mundo, sin cesar.


RPV


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