En un cautivador rincón de la historia literaria, se erige la figura de León Tolstói, un hombre cuyo legado trasciende las páginas de sus obras maestras y adentra al lector en la encrucijada entre la literatura y la espiritualidad. Este enigmático escritor ruso, conocido por su realismo sin igual, nos deja un legado de reflexiones profundas y cuestionamientos audaces, convirtiéndose en un incansable buscador de la verdad en un mundo turbulento. Desde su modesto estilo de vida hasta su intensa lucha contra la violencia y su inquebrantable fe, Tolstói nos guía por un viaje fascinante que nos hace reconsiderar nuestro propio propósito y la esencia misma de la humanidad.



León Tolstói: Del suicidio a la redención a través de la literatura y la espiritualidad


Aunque era conde, llevaba una vida sencilla y frugal. Eligió vivir entre campesinos y ejercía el oficio de zapatero. Creó una escuela para los niños humildes de su zona, editaba sus propios libros de texto y les enseñaba a que respetaran a otros así como a sí mismos.
Lev Nikoláievich Tolstói, (1828-1910) fue un escritor ruso considerado uno de los más grandes de la escritura universal. Obras como Anna Karérina, Guerra y paz, Resurrección o La muerte de Iván Ílich le avalan. Aunque se le conoce sobre todo, junto a Fiódor Dostoyevski, como el máximo representante del realismo ruso, mucho menos se le conoce como pensador religioso y buscador incansable de la verdad.

Fue al finalizar su obra Anna Karérina, que Tolstói entra en una profunda crisis espiritual y en una terrible depresión que lo lleva al borde del suicidio. Necesita desesperadamente encontrar un sentido a su vida. Primero busca en la ciencia y en !a filosofía. Después en la Iglesia ortodoxa, pero queda con todo decepcionado. Entonces, con el fin de conocer también las Sagradas Escrituras aprende hebreo y griego para poder leerlas en sus idiomas originales y llega a la conclusión de que muchas doctrinas eclesiásticas nada tienen que ver con las enseñanzas de Cristo. A partir de ahí escribe obras como: Confesión, ¿En qué consiste mi fe?, Crítica a la teología dogmática, El evangelio abreviado y El reino de Dios está en vosotros, obra imprescindible para conocer su pensamiento religioso.

Tolstói acusa a la Iglesia y al Estado del uso en la historia de la violencia para conseguir sus fines. La Iglesia ha pervertido las enseñanzas de Jesús por conciliar dos conceptos totalmente incompatibles: violencia y religión. Y coloca el inicio de esa corrupción cuando se unió al poder estatal en el siglo IV con Constantino. A partir de entonces, sus intereses han sido más terrenales que seguir las enseñanzas de Jesús. Afirma también que la vida de la mayor parte de los hombres es una contradicción, porque se hacen llamar cristianos pero se envía a los jóvenes a luchar en guerras que responden a intereses solo de algunos. Por eso el servicio militar no es cristiano ni natural y quienes siguen de verdad a Cristo deberían rebelarse pacíficamente contra toda esa maquinaria bélica.


Fragmentos de algunas de sus obras:


▪”Una vida auténtica y sensata es posible para el hombre solo en la medida en que éste pueda ser partícipe no de la familia o del Estado, sino de la fuente de la vida: del Padre; en la medida en que el hombre pueda fundir su vida con la del Padre. Ésta es, indudablemente, la concepción cristiana de la vida, visible en todas las máximas del Evangelio”.

– (“El reino de Dios está en vosotros“)

▪”Los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar son la paciencia y el tiempo”.

  • (“Guerra y Paz“).

▪“No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás“.

  • (“Anna Karerina“)

▪ “No hay grandeza donde faltan la sencillez, la bondad y la verdad.”

  • (“Guerra y Paz“)

▪”Lo mismo que un atleta observa atento el desarrollo de su musculatura, observa tú el aumento de tu amor, ó al menos, la disminución de la maldad y la mentira, y tu vida será hermosa y alegre.

  • (“Lo que yo pienso sobre la guerra”)

▪”[…] todo respira alegría; árboles, pájaros, insectos y niños. Sólo los hombres no cesan de engañarse y mortificarse a sí mismos y a los demás; no contemplan y admiran los hombres en esa mañana de primavera las galas incomparables del Universo, creado para la dicha de los mortales a los que invita a la paz, a la unión, al amor; no aprecian esos dones, no entienden su carácter sagrado; tan sólo estiman aquello que han imaginado para engañarse y atormentarse recíprocamente.»

  • (“Resurrección“)

EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES