En los oscuros años de la posguerra en Alemania, un alma inquieta y visionaria emergió desde las calles de Düsseldorf. Nacido el 14 de Agosto de 1945, Wim Wenders se convirtió en el maestro de un arte que rompería los moldes y cautivaría la imaginación de innumerables espectadores alrededor del mundo. Desde sus primeros pasos en la cinematografía hasta su legado como uno de los directores más influyentes de la historia, Wenders nos transporta a paisajes emocionales, donde la métrica y la dinámica del cine colapsan en una danza mágica y poética. Sus películas nos revelan la dolorosa belleza de la postguerra, la “Americanización” de Europa y la fragilidad del espíritu humano, todo ello radicado en un estilo único, que lo consagró como un artista audaz y un maestro narrador. Adéntrate en el universo cinematográfico de Wim Wenders y déjate llevar por la fuerza visual de un cineasta que se atrevió a desafiar las convenciones y elevar el séptimo arte a nuevas y sorprendentes alturas.



Wim Wenders: Un fotógrafo y cineasta que dejó huella en la historia del cine


En agosto de 1945, nacía en la vibrante ciudad de Düsseldorf, Alemania Occidental, un prodigioso fotógrafo y cineasta que dejaría una huella imborrable en la historia del cine: Wim Wenders. Wilhelm Ernst Wenders, como se le conocía en su nacimiento, tenía una visión artística única que desafiaba los convencionalismos y rompía las barreras de la métrica y la dinámica cinematográfica.

A pesar de crecer en la difícil posguerra alemana, Wim tuvo la fortuna de recibir una educación formal y de alta calidad. Más tarde, se embarcó en sus estudios de filosofía en la prestigiosa Universidad de Friburgo de Brisgovia. Durante este tiempo, consideró seriamente seguir una carrera en el sacerdocio, pero su verdadera vocación lo llevó por un camino diferente.

El deseo de Wenders de contar historias de una manera visualmente cautivadora lo impulsó a inscribirse en la Escuela de Cine y Televisión de Múnich en 1967. Fue en esta época que comenzó a producir cortometrajes que reflejaban la “Americanización” de la Europa de posguerra, estableciéndose rápidamente como una voz innovadora y única en la industria cinematográfica.

Sus primeros largometrajes, como “La letra escarlata” y “En el curso del tiempo”, captaron la atención de los críticos y sentaron las bases para su posterior salto a la fama con una película revolucionaria: “El amigo americano” (1977). Para prepararse para este proyecto, Wenders se trasladó temporalmente a Estados Unidos, donde comenzó a desafiar las normas establecidas de la métrica y la dinámica del cine.

Fue durante su estancia en Estados Unidos que Wenders creó tres películas icónicas que definirían su estilo cinematográfico único. En estas obras maestras, combinó escenas vertiginosas con diálogos a cámara fija de hasta 30 minutos de duración, rompiendo las convenciones y redefiniendo las posibilidades narrativas en el cine. Estas películas, tituladas “El estado de las cosas”, “Paris, Texas” y la inigualable “Las alas del deseo”, son una amalgama perfecta de poesía pura y emociones profundas.

En “Las alas del deseo”, Wenders nos sumerge en un mundo donde dos ángeles deambulan por el cielo de Berlín, consolando a los seres humanos pero sin tener la capacidad de cambiar sus destinos. Sin embargo, la historia da un giro cuando uno de los ángeles contempla la posibilidad de renunciar a su inmortalidad para seguir el camino del amor.

Después de alcanzar la cima de su éxito, Wenders decidió reducir su perfil y explorar nuevas formas de expresión cinematográfica. Se dedicó a dirigir documentales sobre otros directores destacados, así como a explorar el mundo de la danza en proyectos audiovisuales únicos. Además, Wenders experimentó con la tecnología 3D, demostrando su constante voluntad de desafiar los límites y encontrar nuevas formas de cautivar a la audiencia.

A pesar de todos sus logros y experimentos, la imagen que siempre estará asociada con Wim Wenders es la de los ángeles que surcan los cielos. Su habilidad para combinar la belleza visual, la reflexión profunda y las emociones auténticas en sus películas lo convirtió en un cineasta verdaderamente incomparable y en un referente para generaciones futuras de directores. Su legado perdurará en la historia del cine, recordándonos siempre la magia que puede lograr un artista audaz y visionario.


EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES