En el vasto panorama de la literatura hispanoamericana, existe un rincón oscuro y misterioso habitado por un maestro de las palabras llamado Juan Rulfo. Con su pluma enigmática y su capacidad para tejer historias que se adhieren a la piel, Rulfo ha dejado una marca imborrable en el mundo literario. Desde las polvorientas llanuras hasta los rincones más sombríos de la psique humana, su obra nos transporta a un universo rural saturado de mitos ancestrales y la esencia misma de la condición humana. Dispónganse a adentrarse en el mundo inquietante y cautivador de Juan Rulfo, un creador cuyo legado brilla como una estrella solitaria en el firmamento de la literatura hispana.



Juan Rulfo y el realismo mágico en la literatura hispanoamericana”


Juan Rulfo, cuyo nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nació el 16 de mayo de 1917 en Comala, un pequeño pueblo en los bajos del Estado de Jalisco, México. Durante su infancia, vivió entre Comala y San Gabriel, donde presenció episodios de la sublevación cristera, un violento levantamiento en contra de las leyes que prohibían las manifestaciones públicas del culto y establecían la subordinación de la Iglesia al Estado.

La rebelión de los cristeros tuvo un impacto determinante en el despertar de su vocación literaria. A la edad de ocho años, Rulfo tuvo acceso a una biblioteca parroquial que fue confiada a su abuela con el propósito de preservarla durante los disturbios. Fue aquí donde encontró una gran variedad de libros que llenaron sus tiempos de ocio y despertaron su amor por la literatura.

A los dieciséis años, intentó ingresar a la Universidad de Guadalajara, pero una huelga estudiantil prolongada impidió que pudiera hacerlo. Sin embargo, publicó sus primeros textos en la revista Pan, dirigida por Juan José Arreola. Poco tiempo después, se trasladó a la Ciudad de México, donde residió la mayor parte de su vida y donde falleció el 7 de enero de 1986.

En la Ciudad de México, Rulfo intentó nuevamente ingresar a la universidad, esta vez para seguir los pasos de su abuelo en la Facultad de Derecho. Sin embargo, no logró pasar los exámenes de ingreso y se vio obligado a trabajar. Comenzó a trabajar en la Secretaría de Gobernación como agente de inmigración, encargado de localizar a los extranjeros que vivían fuera de la ley. Durante este periodo, tuvo la oportunidad de viajar por diversas zonas del país, lo cual le permitió entrar en contacto con diferentes regiones, dialectos y comportamientos de la población mexicana.

Esta experiencia de vida viajera y su contacto con la realidad mexicana se convirtieron en elementos fundamentales en la construcción de su obra literaria. Durante su carrera, también trabajó en diferentes empresas privadas y desempeñó roles de director y coordinador en el Departamento Editorial del Instituto Nacional Indigenista y como asesor literario del Centro Mexicano de Escritores.

A pesar de contar solo con dos libros publicados, la obra de Juan Rulfo alcanzó reconocimiento a nivel internacional. En 1953, se publicó su primera obra, “El llano en llamas”, que recopilaba diecisiete cuentos ambientados en el mundo rural mexicano. En 1955, publicó su única novela, “Pedro Páramo”, que mezcla elementos poéticos y macabros en la historia.

A lo largo de su vida, Rulfo mencionó varias veces que estaba trabajando en nuevos proyectos literarios, como un libro de relatos llamado “Días sin floresta” y una novela titulada “La cordillera”. Sin embargo, estas obras nunca fueron publicadas y, en una entrevista en 1976, Rulfo confesó que la novela planeada había terminado en la basura.

Aunque su producción literaria fue escasa, varios de sus textos fueron adaptados al cine, lo que contribuyó a la difusión de su obra. Juan Rulfo recibió reconocimientos importantes, como el Premio Nacional de Letras de México en 1970 y el Premio Príncipe de Asturias de España en 1983.

Tras su fallecimiento, se recopilaron los artículos que había publicado en 1981 en la revista Proceso en un libro titulado “Los murmullos”.


EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES