“En el vasto océano de la literatura, con sus olas cambiantes de tendencias y estilos, se eleva una interrogante constante: ¿Cómo distinguimos una buena novela de una mala? Virginia Woolf, una de las voces más respetadas de la literatura, nos lanzó un salvavidas con su ingeniosa visión sobre cómo navegar en este mar de incertidumbre. En su afilada perspicacia, encontramos un faro que nos guía para entender la belleza que yace tanto en lo nuevo como en lo antiguo, en lo popular y en lo ignorado, y cómo nuestras propias reacciones al cerrar un libro son en realidad nuestro mejor indicador de su valor.”



Entre lo Antiguo y lo Nuevo: El Arte de Juzgar Novelas Según Virginia Woolf”


Es imposible estar seguro de cuáles serán las características de una buena novela en el futuro. Las novelas contemporáneas nos sorprenden a menudo por ser muy distintas de aquello que hemos aprendido a admirar y crean una belleza que, al ser tan distinta de la antigua, resulta mucho más difícil de apreciar. Pero lo contrario también es cierto; algunas de las mejores novelas también se han hecho inmediatamente populares y del todo fáciles de entender. El único método seguro de decidir si una novela es buena o mala es simplemente observar nuestras propias sensaciones al llegar a la última página. Si nos sentimos vivos, frescos y llenos de ideas, entonces es buena; si quedamos hartos, indiferentes y con poca vitalidad, entonces es mala. Pero estar seguro de lo buena que es una novela y el tipo de virtud que tiene resulta extremadamente difícil. El mejor método es leer lo antiguo y lo nuevo uno al lado del otro, compararlos y así desarrollar poco a poco un criterio propio”

Virginia Woolf



En el universo literario, la valoración de una novela sigue siendo un enigma sin una solución clara, un enigma que Virginia Woolf destacó maravillosamente. Quizás la incertidumbre de esta evaluación radica en la evolución misma de la literatura, que constantemente nos presenta con novedad, originalidad, cambiando nuestra perspectiva de lo que antes considerábamos la norma.

Las novelas contemporáneas nos han mostrado que no hay un molde fijo para una “buena novela”. Cada una trae con ellas su propia esencia, que a veces dista mucho de lo que hemos aprendido a apreciar en la literatura. Esta singularidad se convierte en una belleza inconmensurable, aunque fuera de lo común, que puede ser un desafío apreciar para aquellos que buscan lo familiar.

Sin embargo, también hay casos en los que las novelas son instantáneamente populares y comprensibles para el lector general, demostrando una vez más la imprevisibilidad en la evaluación de lo que constituye una “buena novela”. Estas son las que encuentran un equilibrio magistral entre innovar y mantenerse fieles a las convenciones literarias familiares.

Entonces, ¿cómo decidimos si una novela es buena o mala? Según Woolf, la respuesta reside en nuestras propias emociones. Si una novela nos deja inyectados de vida, revitalizados y llenos de nuevas ideas, esta ha cumplido con su propósito. Por otro lado, si nos sentimos insatisfechos, indiferentes y drenados de vitalidad, la novela ha fallado en capturarnos.

Sin embargo, esto no resuelve completamente el problema. Determinar la magnitud de la bondad de una novela, o el tipo de virtud que posee, es otra tarea complicada. Woolf propone una solución: leer literatura antigua y contemporánea simultáneamente. Al comparar y contrastar ambas, los lectores pueden desarrollar lentamente su propia sensibilidad crítica, creando su propia definición de lo que constituye la “bondad” en la literatura.

Recordemos, sin embargo, que la literatura es un arte multidimensional. Ella evoluciona y cambia con el tiempo. Lo que era considerado bueno o malo hoy puede cambiar mañana. Como resultado, mantener una perspectiva abierta y dinámica hacia la literatura y su valor puede ser el enfoque más prudente.


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