Enclavado entre majestuosas montañas y bañado por el océano Pacífico, se encuentra un país con una historia singular y arraigada en la resistencia y la libertad. Chile, conocido como “El fin” en el antiguo imperio Inca, guarda en sus tierras el legado de los mapuches, un pueblo indómito que desafió las estructuras de poder establecidas por los grandes imperios precolombinos. Sus caminos no estaban marcados por pirámides ni construcciones monumentales, sino por una profunda conexión con la tierra y la naturaleza. Los mapuches, en su valiente lucha por preservar su identidad, nos enseñan la importancia de la libertad y el respeto hacia nuestro entorno, recordándonos que en la simplicidad y el equilibrio podemos encontrar una verdadera grandeza.



“El legado cultural de los mapuches y su impacto en la historia de Chile”
La palabra “Chile” tiene su origen en el nombre que el imperio inca le dio a esta región, que significa “El fin”. Esta denominación se debe a que la tierra que hoy conocemos como Antofagasta marcaba el límite del dominio del imperio precolombino. A partir de ahí, se adentraba en una tierra indómita e incontrolable para los poderosos incas, siendo considerado el límite o el “fin” de su imperio, y así nació el nombre “Chile”.
Sin embargo, más al sur, existían clanes de familias indígenas que vivían de manera libre y cuyos sistemas de liderazgo, trato a las mujeres e intenciones de poder diferían significativamente de lo que hasta entonces representaba el imperio inca, maya o azteca.
Cuando se pregunta por qué los mapuches no construyeron pirámides o caminos como lo hicieron los incas y otros imperios mesoamericanos, la respuesta radica en que estas impresionantes estructuras antiguas siempre fueron construidas a expensas de la esclavitud. En cambio, para los mapuches, la libertad era un valor sagrado. No estaban dispuestos a someter a su pueblo a la esclavitud en aras de la construcción de tales estructuras.
Los mapuches se consideraban a sí mismos como un pueblo en el que la libertad era una parte intrínseca de su identidad. Por esta razón, cuando los conquistadores españoles llegaron, los mapuches no cedieron sus tierras por bienes materiales o por una religión que validara los crímenes cometidos bajo la sombra de una cruz. Al contrario, siendo conscientes de las intenciones de dominación de los conquistadores, resistieron el avance de los españoles durante más de cien años, mostrando una tenacidad y valentía inigualables en el continente americano.
Si viajas a Chile, no encontrarás pirámides ni santuarios construidos con piedras o barro como en otras culturas precolombinas. Los mapuches tenían como su santuario la tierra y la naturaleza. Ellos sentían un profundo respeto por la tierra y se consideraban hijos de ella en lugar de dueños. Su relación con el entorno natural era de armonía y equilibrio, basada en el respeto mutuo.
Así, la historia de Chile y los mapuches nos muestra una cultura que valoraba la libertad por encima de todo, resistiendo la opresión y defendiendo sus tierras y su forma de vida. Su legado perdura hasta el día de hoy, y su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de la libertad y el respeto hacia la naturaleza en nuestras propias vidas.
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES