En el vasto mundo de los microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, existe una intrigante levadura conocida como Candida albicans. Esta pequeña y versátil comensal ha ocupado un lugar de intimidad en las membranas mucosas de nuestras cavidades oral y vaginal, así como en el tramo gastrointestinal. A simple vista, podría parecer inofensiva y, en su mayoría, lo es. Sin embargo, cuando nuestro sistema inmunológico se ve debilitado, sus poderes patogénicos emergen con ferocidad y pueden causar estragos en nuestra salud. Adentremos en el mundo microscópico de Candida albicans, donde descubriremos sus sorprendentes habilidades, su compleja biología y los desafíos que plantea para el ser humano.



Candida albicans: Una levadura de interés médico y sus mecanismos de patogenicidad”


Candida albicans es un organismo unicelular clasificado dentro del reino Fungi. Su capacidad de crecer como levadura y forma de hifas la distinguen de otras levaduras. Se desarrolla favorablemente en ambientes húmedos y templados, lo que hace que el cuerpo humano sea un hospedero perfecto.

Esta levadura presenta una diferenciación morfológica, caracterizada por el cambio entre formas de levadura y formas hifales. Las formas de levadura se caracterizan por ser unicelulares y esféricas u ovoides, mientras que las formas hifales conforman filamentos largos y ramificados. Este phenotypic switching, o cambio fenotípico, es uno de los factores que contribuyen a su capacidad patogénica.

Las células de Candida albicans son eucariotas, por lo que presentan un núcleo bien definido donde se localizan los cromosomas que contienen la información genética del organismo. Este núcleo está cubierto por una doble capa de lípidos, conocida como envoltura nuclear, que se encarga de proteger el material genético y regular el tráfico de moléculas. Dentro del núcleo se encuentra el nucléolo, una estructura que no está delimitada por una membrana y que es responsable de la transcripción del ARNr, un tipo de ARN encargado de formar parte de los ribosomas, los orgánulos celulares donde se lleva a cabo la síntesis de proteínas.

Otro de los orgánulos presentes en las células de Candida albicans son las mitocondrias, fundamentales para la vida celular puesto que se encargan de la producción de ATP a partir de la degradación de glucosa. Estos orgánulos están compuestos por dos membranas, una externa y otra interna, que delimita el espacio interno o matriz mitocondrial donde se efectúan las reacciones del ciclo de Krebs y la fosforilación oxidativa.

El citoesqueleto de estas células está formado principalmente por actina y tubulina, proteínas que se ensamblan para formar filamentos que se encargan de mantener la forma celular y de dirigir y distribuir los orgánulos y vesículas.

La superficie de las células de Candida albicans está cubierta por fimbrias, unas estructuras filamentosas que les permiten adherirse a las superficies y también a las otras células, lo que facilita su capacidad para formar biopelículas y colonizar diferentes hábitats del cuerpo humano. Además, las fimbrias también son clave en la patogenicidad de esta levadura, pues permiten la invasión de los tejidos del hospedador.

A pesar de su gran adaptabilidad y versatilidad, Candida albicans raramente causa infecciones graves en individuos sanos, gracias al sistema inmunitario y a la presencia de bacterias comensales que compiten con ella en el microbioma humano. Sin embargo, cuando el sistema inmunitario está comprometido o cuando el equilibrio del microbioma humano se altera, esta levadura puede tener la oportunidad de proliferar y causar infecciones.

Esto convierte a Candida albicans en un patógeno oportunista que puede conducir a infecciones graves, como la candidiasis. Esta enfermedad tiene distintos grados de gravedad dependiendo de la localización de la infección e incluso puede ser mortal si se disemina al torrente sanguíneo.

En definitiva, Candida albicans es un organismo complejo con una biología fascinante que ha evolucionado para aprovechar las oportunidades que se le presentan en el cuerpo humano y que, a pesar de ser en general un componente inofensivo de nuestra microbiota, puede convertirse en un grave problema de salud si las condiciones son las adecuadas.


EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES