La historia de Althea Gibson es una inspiradora narrativa de resistencia y logros en el mundo del tenis. Nacida en una época de segregación racial en Estados Unidos, Gibson superó innumerables obstáculos para convertirse en la primera jugadora afroamericana en competir en torneos de Grand Slam y alcanzar la cima del tenis mundial. Su valentía y determinación la convirtieron en una pionera que abrió camino para futuros atletas de color. A lo largo de su carrera, Gibson no solo dejó su huella en el deporte, sino que también mostró al mundo el poder de la perseverancia y la resistencia en la cara de la discriminación.



Althea Gibson: Superando Obstáculos y Dejando Huella en el Deporte”


Althea Gibson, nacida el 25 de agosto de 1927 en Silver, Carolina del Sur, dejó un legado duradero en el mundo del tenis. Su increíble historia de superación personal y éxito en el deporte rompió barreras raciales y de género, abriendo el camino para futuros atletas afroamericanos.

Althea Gibson creció en el barrio de Harlem, en la ciudad de Nueva York, donde desarrolló su amor por el tenis desde una edad temprana. A los 12 años, ya había destacado en el deporte y se convirtió en campeona de Nueva York. Su talento llamó la atención de la comunidad local, quienes organizaron una colecta para que Althea pudiera asistir a una academia de tenis en 1941. Ese mismo año, se coronó campeona de Nueva York una vez más.

En 1944 y 1945, Althea Gibson ganó los campeonatos nacionales de su categoría, lo que la catapultó a la escena nacional. En 1947, triunfó en el campeonato americano absoluto, consolidando su posición como una de las mejores jugadoras de tenis en el país.

El punto de inflexión en la carrera de Althea Gibson llegó cuando el Dr. Walter Johnson, quien también fue mecenas del tenista Arthur Ashe, decidió apoyarla. El Dr. Johnson se convirtió en su mentor y la ayudó a obtener la afiliación a la Florida Agricultural and Mechanical University.

El 22 de agosto de 1950, Althea Gibson hizo historia al recibir una invitación para competir en el US Open, convirtiéndose en la primera afroamericana, tanto en la categoría masculina como femenina, en participar en el torneo. Aunque fue eliminada en la segunda ronda, su presencia en el evento atrajo una gran atención de los medios de comunicación.

En 1951, Althea Gibson hizo su debut en Wimbledon, siendo la primera jugadora negra en pisar las canchas de césped del All England Lawn Tennis Club. A medida que su carrera avanzaba, Gibson comenzó a romper más barreras. En 1956, se convirtió en la primera jugadora de color en ganar un título de Grand Slam al vencer en Roland Garros. Poco después, hizo historia una vez más al ganar el Torneo de Wimbledon, convirtiéndose en la primera jugadora negra en lograrlo y recibiendo el trofeo de manos de la Reina Isabel II. Ese mismo año, también se coronó campeona en el US Open.

Desafortunadamente, la profesionalidad en ese momento no ofrecía las mismas oportunidades que en la actualidad. Gibson se vio limitada a participar en exhibiciones y torneos de menor categoría, lo que la llevó a combinar el tenis con otros intereses. Además de ser una destacada cantante y saxofonista, Althea Gibson también incursionó como comentarista deportiva.

En 1964, Gibson decidió trasladarse al golf y se convirtió en una jugadora profesional. Sin embargo, enfrentó aún más dificultades como afroamericana en este deporte, ya que fue excluida de muchos torneos y enfrentó la discriminación en los clubes donde se le prohibía ingresar debido a su color de piel.

Más adelante, Althea Gibson regresó al mundo del tenis en calidad de entrenadora. Además, ocupó algunos cargos funcionariales relacionados con el deporte en Nueva Jersey durante finales de la década de 1970 y principios de la siguiente.

A finales de la década de 1980, Althea Gibson sufrió dos hemorragias cerebrales y un infarto en 1992. A pesar de sobrevivir a estas experiencias, se encontró en dificultades económicas debido a los gastos médicos. Aunque buscó ayuda de las asociaciones tenísticas de su país, ninguna de ellas le brindó apoyo. Finalmente, gracias al llamamiento realizado por la tenista británica Angela Buxton, quien fue su compañera de dobles en el pasado, Althea Gibson pudo recaudar fondos para hacer frente a sus gastos médicos.

Trágicamente, a causa de una infección respiratoria y una infección en la vejiga, Althea Gibson falleció el 28 de septiembre de 2003 a los 76 años. Su legado como una pionera en el tenis y su lucha constante contra la adversidad dejaron una huella imborrable en el deporte, abriendo las puertas para futuras generaciones de atletas afroamericanos que seguirían sus pasos.

Althea Gibson será recordada como una verdadera leyenda del tenis y un símbolo de perseverancia y valentía.


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