Nicho en el corazón de la Plaza Roja de Moscú, la Catedral de San Basilio, una joya arquitectónica de la Iglesia Ortodoxa rusa, se levanta imponente con sus cúpulas vibrantes, narrando un episodio de la historia rusa que data del siglo XVI. Esta maravilla arquitectónica, encargada por Iván el Terrible y con un diseño que no encuentra paralelo en ningún otro edificio ruso, es un homenaje a una gran victoria militar y un monumento a la resiliente devoción religiosa del pueblo ruso. Más desconcertante que su belleza indescriptible es la historia y los misterios que yacen bajo sus múltiples capas de pintura y siglos de antigüedad; una narrativa que teje relatos de victorias, santidad, desfiles y debates arquitectónicos.



“Embelleciendo el Cielo de Moscú: La Catedral de San Basilio y su Impacto Cultural”
La monumental Catedral de San Basilio, o Catedral de la Intercesión de la Santísima Theotokos en el Foso, como se conoce formalmente, presenta un espectáculo impresionante en el corazón pulsante de la Plaza Roja de Moscú. Este edificio monumental de la Iglesia Ortodoxa rusa no es solo un hito arquitectónico, sino un testamento de la historia cultural y religiosa profunda de Rusia. Lo más sorprendente son sus nueve cúpulas, cada una un destello de color vivido, que parecen llamas que se levantan al cielo desde una hoguera. Esta vista ha dejado atónitos a visitantes y estudiosos por igual a lo largo de los siglos, elevando la curiosidad sobre la historia y el patrimonio incrustados dentro de esta maravilla arquitectónica.
La historia de la catedral se remonta al siglo XVI, en una época en la que el formidable Iván el Terrible reinaba sobre Rusia. El monarca, en un intento de conmemorar la victoria militar contra Kazán y Astracán, ordenó su construcción. Este momento coincidió con el surgimiento de Moscú como una potencia política en Europa del Este, por lo que no es de extrañar que la obra arquitectónica reflejara ese poderío.
Con la construcción que se llevó a cabo entre los años 1555 y 1561, originalmente se le dio el nombre de Iglesia de la Trinidad. Sin embargo, un cambio de nombre póstumo se produjo cuando en 1588 se construyó una décima capilla sepulcral en honor a Vasily (Basil), un santo local altamente venerado. Este suceso popularizó a la iglesia como lugar de peregrinación y le ganó la identificación como la Catedral de San Basilio, nombre que perdura hasta hoy.
La Catedral de San Basilio se integró rápidamente en el tejido social de la comunidad moscovita, no solo como un sitio de culto, sino también como un espacio integral en festividades religiosas. El edificio, considerado un espejo terrestre de la Ciudad Celestial, mantenía una conexión simbólica con el Templo de Jerusalén, similitud que se destacaba durante el desfile anual del Domingo de Ramos, al que asistían el Patriarca de Moscú y el Zar.
Al explorar sus raíces arquitectónicas, el diseño inusual de la catedral que desconcierta y asombra a los estudiosos puede estar influenciado por una combinación de estilos. Algunos argumentan que muestra la influencia de la arquitectura europea, pero otra teoría intrigante sugiere que el diseño pudo haberse inspirado en la mezquita Qolşärif, que fue destruida por las tropas rusas durante el asedio de Kazán.
Los escritores rusos del siglo XIX también han especulado sobre su diseño, destacando la influencia de las iglesias vernáculas de madera del norte de Rusia, que muestran una semejanza ostensible en los detalles arquitectónicos y decorativos. Esta convergencia de la arquitectura rusa y bizantina con elementos locales apunta a la Catedral de San Basilio como la personificación de la arquitectura vernácula rusa en madera.
Muy lejos de su apariencia original, el aspecto actual de la catedral proviene de siglos de transformación. Desde el 1680, la propensión por los colores vivos en la arquitectura rusa se hizo más evidente, y la catedral ciertamente no fue una excepción. Sus paredes comenzaron a cubrirse con murales e iconografías vibrantes que representaban una visión apocalíptica basada en el Libro del Apocalipsis.
En torno a las cúpulas doradas que dominan la catedral, se ha creado un debate sobre su forma original. Mientras que algunas fuentes sugieren que siempre tuvieron la forma de cebolla actual, hay quienes dicen que científicamente eran semiesféricas, parecidas a las de la Iglesia de la Decapitación de Juan Bautista en Dyakovo. Sin embargo, la verdadera forma original de las cúpulas sigue siendo un enigma que despierta el interés de los aficionados a la historia y la arquitectura.
Finalmente, la Catedral de San Basilio se destaca no solo por su significado religioso, sino también como una crónica de la historia de Rusia, un modelo arquitectónico y un testimonio de la fe y la espiritualidad que han sido pilares de la sociedad rusa a lo largo de los siglos. Aunque han ocurrido numerosos cambios en la política y la cultura de Rusia, sigue siendo un faro de esperanza y un recordatorio de lo que puede lograr la creatividad humana en combinación con la devoción religiosa.
Todavía hoy, su presencia en la Plaza Roja de Moscú continúa atrayendo a visitantes del mundo entero, que se ven cautivados por su esplendor e importancia histórica.
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES