La comida callejera en la antigua Roma no solo era una parte intrínseca de la vida cotidiana, sino que también dejó un impacto duradero en la cultura y la historia de esta poderosa civilización. En una época en la que Roma era una de las ciudades más grandes del mundo y su imperio se extendía por millones de personas, los puestos de comida callejera ofrecían una amplia variedad de platos deliciosos que reflejaban el comercio activo y las influencias culinarias de diferentes culturas. Desde los populares thermopolia y popinae hasta los relajantes balnearios donde los romanos disfrutaban de un almuerzo después del trabajo, la comida callejera se convirtió en una parte esencial de la vida diaria y de las festividades romanas. En este artículo, exploraremos la importancia de la comida callejera en la antigua Roma y descubriremos los sabores y platos que deleitaban a sus habitantes.





“Los platos tradicionales de la comida callejera en la antigua Roma”
La comida callejera en la antigua Roma tuvo un gran impacto en la vida cotidiana de sus habitantes. A diferencia de otras culturas que la precedieron, como Egipto y Grecia, fue en Roma donde la comida callejera comenzó a tomar forma como se conoce hoy en día.
Roma era una de las ciudades más grandes del mundo en el año 300 d.C., con una población de más de un millón de habitantes y un imperio que abarcaba a 50 millones de personas. Esto convirtió a la comida en un negocio lucrativo, y los romanos eran expertos en aprovechar las oportunidades comerciales. Cualquier persona que tuviera habilidades culinarias podía ganarse la vida en Roma.
Durante la antigua Roma, el desayuno era una comida rápida y frugal que se tomaba en casa antes de dirigirse al trabajo. Una vez finalizada la jornada laboral, los romanos recurrían a los balnearios o a los puestos callejeros para almorzar. A diferencia del desayuno, la cena se compartía en el hogar con familiares y amigos.
En las calles de Roma abundaban los pequeños negocios de comida, como los thermopolia, popinae y cauponae. Estos establecimientos ofrecían una amplia variedad de platos, como sopas, carnes, pescados, ensaladas, pan, pizzas, focaccias, frutos secos y dulces. Estas estructuras estaban equipadas con mostradores que almacenaban los alimentos, grandes recipientes llamados dolia, y fogatas para calentar la comida. Los puestos de comida en Roma eran similares a los que hoy en día encontramos en nuestras ciudades durante festivales y eventos especiales.
Uno de los lugares más populares para almorzar en la antigua Roma eran los balnearios. Los primeros balnearios romanos surgieron a fines del siglo III a.C., y los baños públicos se volvieron cada vez más comunes con el paso del tiempo. Estos balnearios ofrecían a los romanos la oportunidad de relajarse y disfrutar de un buen almuerzo después de un día de trabajo. Algunos de los balnearios más grandes incluso contaban con bibliotecas, auditorios, salas de exposiciones y jardines, además de las áreas de baño.
En cuanto a las festividades romanas, los romanos tenían numerosos días festivos y días de juegos a lo largo del año. Estos días eran de descanso obligatorio y se celebraban diversas actividades para honrar a los dioses. Las celebraciones incluían rituales religiosos, oraciones, sacrificios y juegos públicos gratuitos, como carreras de carros, combates de gladiadores y batallas navales. Durante estas festividades, los romanos solían disfrutar de la comida callejera en los puestos y luego asistir a los eventos y juegos.
En cuanto a la comida que se consumía en los puestos de comida callejera romanos, había una gran variedad de platos disponibles. Algunos de ellos incluían el pane artolaganus, un pan elaborado con harina, aceite, pasas, almendras, miel, mosto cocido, pimienta y sal. También se encontraban las tortitas de queso, hechas con claras yemas de huevo, miel, queso rallado, pimienta y sal. Otros platos populares incluían el savillum, una mezcla de harina, ricota, miel y amapola, y la morena frita condimentada con hierbas y especias.
En cuanto a los postres, los romanos disfrutaban de los dátiles rellenos, una mezcla de dátiles deshuesados rellenos de piñones y nueces trituradas y fritos en miel. También había dulcia simulae, una pasta dulce hecha de sémola con leche, miel, piñones, huevos y pimienta.
La comida callejera en la antigua Roma fue un elemento importante de su cultura y forma de vida. La diversidad de platos disponibles reflejaba el comercio activo y las influencias culinarias de distintas culturas. Los romanos disfrutaban de estas comidas tanto en sus momentos de descanso como durante las festividades, y los puestos callejeros se convirtieron en lugares populares para disfrutar de una comida rápida y deliciosa.
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