En la historia de España, pocos líderes han dejado una huella tan profunda como Felipe II. Conocido como el Rey Prudente, Felipe II gobernó durante uno de los periodos más destacados del imperio español en el siglo XVI. Su reinado estuvo marcado por numerosos eventos y decisiones clave que dejaron un legado duradero en Europa y en el mundo. Desde su famosa Armada Invencible hasta su papel en las guerras religiosas y su pasión por el arte y la cultura, Felipe II fue una figura compleja y fascinante. En esta entrada, exploraremos la vida y el reinado de este monarca, analizando su influencia política, sus logros y desafíos, y su legado perdurable en la historia española. Prepárate para sumergirte en el apasionante mundo del Rey Felipe II y descubrir cómo su liderazgo dejó una marca indeleble en la historia.

“El legado político y cultural del Rey Felipe II en la España del siglo XVI”
En la historia del 13 de septiembre de 1598, se registra la muerte de Felipe II, rey de España, en el famoso monasterio de El Escorial, el cual él mismo había mandado construir. Felipe II gobernó el Imperio Español desde 1556 y fue considerado el hombre más poderoso de su tiempo.
Durante los últimos años de su reinado, la guerra con Inglaterra fue una constante preocupación. La Armada Inglesa atacó puertos españoles como La Coruña, Lisboa y Cádiz, mientras que la Francia de Enrique IV también declaró guerra a España. Al mismo tiempo, los Países Bajos se mantenían en un estado de conflicto activo. Sin embargo, gracias a la valía de los tercios viejos, comandados por Alejandro Farnesio, uno de los mejores capitanes de la época, España logró mantener cierto control en la región, habiendo tomado Amberes en 1585 y entrado en París en 1591. Además, los ataques de la Armada Inglesa a La Coruña fueron rechazados con éxito, contando con la destacada intervención popular y la valentía de María Pita. Asimismo, en Ultramar, Puerto Rico fue defendido con eficacia.
Ante la proximidad de su muerte, Felipe II comprendió la importancia de dejar un legado a sus sucesores y acordó la Paz de Vervins (1598) con Enrique IV de Francia, además de ceder los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia.
Estos últimos años de su reinado estuvieron marcados por el tumultuoso proceso de Antonio Pérez, antiguo secretario de Estado del Rey, quien logró escapar al reino de Aragón y posteriormente huir a Francia. Esta situación representó un duro golpe para Felipe II, ya que se produjo una revuelta en Zaragoza a favor de Pérez. El rey tuvo que enviar una expedición punitiva liderada por Vargas para ejecutar a Juan de Lanuza, el justicia mayor de Aragón.
Durante este período también tuvo lugar la conjura del pastelero de Madrigal, quien se hizo pasar por el difunto rey Sebastián de Portugal. Doña Juana de Austria, hija natural de don Juan y monja en el convento agustino de la villa, se vio involucrada en esta conspiración.
Otro suceso que afectó los últimos años de Felipe II fue la protesta general de Castilla por el impuesto de los millones, lo cual llevó a una represión severa en Ávila, una de las ciudades más destacadas en la protesta. El reino se empobreció cada vez más debido a los gravosos impuestos impuestos para mantener el poderío de España en Europa. Mientras tanto, el Rey agonizaba en el monasterio de El Escorial, tras padecer una dolorosa enfermedad. Esta situación llevó al pueblo a expresar su descontento con la frase: “Si el Rey no muere, el Reino muere”.
Felipe II sufrió de una salud delicada durante la mayor parte de su vida. Padeció numerosas enfermedades y, durante sus últimos diez años, fue afectado por la gota, llegando a perder la movilidad de su mano derecha y siendo incapaz de firmar documentos. En la primavera de 1598, fue trasladado en una litera desde Madrid hasta El Escorial debido a la recomendación de sus médicos de evitar comulgar para prevenir el riesgo de ahogamiento al tragar la hostia. Se instaló en una pequeña habitación desde donde podía ver el altar mayor de la basílica y el tabernáculo que lo adornaba. A pesar de su inmenso sufrimiento, se preocupó por los detalles de sus propias exequias. Finalmente, el 13 de septiembre de 1598, a las cinco de la madrugada, falleció en el monasterio de El Escorial a los setenta y un años de edad. Su agonía duró cincuenta y tres días, durante los cuales padeció diversas enfermedades como la gota, la artrosis, las fiebres tercianas, los abscesos y la hidropesía.
Desde su muerte, hubo quienes lo presentaron como un arquetipo de virtudes, mientras que otros lo tacharon de extremadamente fanático y despótico. Esta dicotomía entre la leyenda blanca o rosa y la leyenda negra fue alimentada por las acciones mismas de Felipe II. Durante su reinado, se negó a permitir la publicación de biografías sobre su vida y ordenó la destrucción de su correspondencia.
El reinado de Felipe II se caracterizó por la exploración global y la expansión territorial a través de los océanos Atlántico y Pacífico. Bajo su gobierno, la monarquía española se convirtió en la primera potencia de Europa y el Imperio español alcanzó su máximo esplendor. Por primera vez en la historia, un imperio abarcaba territorios en todos los continentes habitados.
A pesar de sus errores, especialmente en su enfoque hacia los rebeldes calvinistas de los Países Bajos y su enfrentamiento con Inglaterra, hay muchos aspectos positivos que se deben destacar de su reinado. Por ejemplo, su mecenazgo cultural y su apoyo a los músicos fueron de gran importancia. Aunque no valoró plenamente a El Greco, lo que llevó a adornar el monasterio de El Escorial con pinturas de artistas italianos de menor renombre.
Felipe II escandalizó a Europa con los procesos y ejecuciones de destacadas figuras, como Carranza, el arzobispo de Toledo, y don Carlos, el príncipe heredero. La ejecución de los condes de Egmont y de Horn en Bruselas, el proceso del secretario de Estado Antonio Pérez y la prisión sin juicio de la princesa de Éboli son otros ejemplos de su contundencia. Además, ordenó el asesinato del justicia mayor de Aragón, Juan de Lanuza.
Sin embargo, también debemos recordar que Felipe II sentó las bases de una nueva etapa en América hispánica, marcando el inicio de un período de pacificación y consolidación posterior a la conquista llevada a cabo durante el reinado de su padre, Carlos V. A los grandes conquistadores les sucedieron los grandes virreyes, y la América hispánica experimentó un gran desarrollo, desde el Río Grande hasta la Patagonia. Durante este tiempo, se fundaron o consolidaron importantes ciudades como México, Santafé, Cartagena de Indias, Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires.
También es justo mencionar que Felipe II logró la incorporación de Filipinas, la única nación asiática que formó parte del mundo occidental y que lleva su nombre. En su reinado, se fundó Manila en 1571 por parte de Legazpi, y el marino Urdaneta descubrió la ruta del tornaviaje, siguiendo la corriente del Kuro-Shivo, lo que permitió a los galeones españoles conectar Manila con Acapulco.
Finalmente, no podemos olvidar que Felipe II fue el fundador del magnífico monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que se mantendrá unido a su memoria a lo largo de los siglos.
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES