En la historia de San Luis Potosí, existe una leyenda que ha perdurado a lo largo de los años, hablando de tragedia y milagros. En una noche de septiembre en 1833, la presa que resguardaba a Santiago no pudo contener una avalancha de agua, desatando una inundación que arrasó con todo a su paso. En medio de esta catástrofe, surge la figura de Juan del Jarro, un hombre al que se le atribuyen poderes milagrosos. A través de los años, su historia ha sido honrada y su tumba visitada por aquellos que buscan cumplir deseos o encontrar consuelo en momentos de necesidad. En este artículo, exploraremos tanto los trágicos sucesos de esa fatídica noche, como la fascinante leyenda de Juan del Jarro, que ha dejado una huella imborrable en el centro histórico de San Luis Potosí.

JUAN DEL JARRO.
(Leyenda potosina)
Su nombre verdadero fue Juan de Dios Azios Ramirez. Era un pordiosero que se paseaba por las calles de San Luís Potosí alrededor de 1826.
Se le llamaba del Jarro, porque siempre cargaba un jarro de terracota, un sombrero y una estera. Se dice que habitaba en un horno abandonado.
Juan del Jarro no era un pordiosero cualquiera, él repartía sus limosnas a la gente pobre, necesitada y a los ancianos.
Su fama tomó un tinte sobrenatural, pues se decía que era adivino.
Un día, una señorita de casa decente pasó junto a él, y creyendo que sólo era un charlatán, le preguntó: -“Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?”- y Juan del Jarro le respondió:- “Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre”-.
Poco tiempo después, ésta señorita dejó la ciudad porque la familia descubrió que Juan tenía razón.
En otra ocasión visitó a su amigo Anacleto Elizalde y le dijo que quería que le prometiera que cuando fuera rico le iba a ayudar para darle a sus pobres, el amigo le dijo que si eso fuera cierto contara con ello, pero que lo dudaba porque no tenía nada, apenas se mantenía barriendo y ayudando en la tienda de su patrón.
Al poco tiempo Anacleto recibió una gran fortuna y se enteró de que fue hijo natural de un hombre muy rico al que nunca conoció debido a que su madre que fue sirvienta de este huyó antes de que él naciera.
Recordando lo prometido a Juan del Jarro le dio una fuerte cantidad para que siguiera ayudando a los necesitados.
Al poco tiempo Juan del Jarro vaticinó que San Luis sería destruido por una gran inundación. Esto se vió cumplido cuando construyeron la presa “San José” y posteriormente la represa “Santiago”, que aun cuando no quedó terminada, sí fue suficiente para contener muchos miles de metros cúbicos de agua.
En una temporada de lluvias septembrinas, la represa no pudo contener la avalancha de agua y ocurrió el trágico suceso: al sonar las once campanadas de la noche del 15 de septiembre del año de 1833, en los momentos en que el Gobernador daba el tradicional Grito de Independencia, la inundación sorprendió a los habitantes del barrio de Santiago, pues la mayoría estaban dormidos.
La represa reventó arrasando el poblado, fueron cientos los muertos entre mujeres, hombres y niños. Luto y desolación embargó a Santiago y a toda la ciudad.
La leyenda creció, se decía que Juan podía saber el futuro porque lo escuchaba en su jarro de terracota.
Juan del Jarro dejó este mundo el 8 de noviembre de 1859, teniendo 66 años.
El día de su funeral, gente de todas las clases le rendía homenaje, le cantaban y le oraban para que descansara en paz.
Actualmente, se le rinde mucho respeto, con la creencia de que es milagroso. Cada dos de noviembre, hay gente que va a su tumba y le dejan estampillas de él mismo, crucifijos, monedas de plata y un jarro con agua, con tal de que les conceda un deseo o les cumpla un milagro.
En el centro histórico de San Luis Potosí, se pueden apreciar varias estatuas de éste hombre, recordando aquella famosa leyenda: la de Juan del Jarro.
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES