En esta entrada, el reconocido filósofo Giorgio Agamben nos invita a reflexionar sobre el significado de tener fe. Nos cuestiona si nuestra fidelidad se basa en un código de opiniones, en una ideología política o religiosa, o en un conjunto de dogmas establecidos. Agamben plantea que la fidelidad y la fe no deben ser meramente un deber sombrío y engreído de cumplir prescripciones, sino una experiencia viva y significativa. A través de una interpretación de los escritos de Pablo en la carta a los Romanos, Agamben explora la cercanía íntima entre la palabra y el corazón, y cómo esa experiencia de la palabra nos lleva a ser fieles a algo más profundo que simples declaraciones objetivamente verdaderas. La fe, según Agamben, es una experiencia de la palabra que nos habita y en la que habitamos, una experiencia que trasciende la comunicación de mensajes externos. Este texto nos invita a explorar la naturaleza de la fe y la fidelidad, desafiando nuestras concepciones tradicionales y abriendo caminos hacia una comprensión más profunda de la experiencia humana.

¿Qué significa tener fe?
Por: Giorgio Agamben
¿A qué somos fieles, qué significa tener fe? ¿Cree en un código de opiniones, en un sistema de ideas formuladas en una ideología o en un “credo” religioso o político? De ser así, la fidelidad y la fe serían un asunto triste, nada más que el sombrío y engreído deber de cumplir prescripciones por las que por alguna razón nos sentimos atados y obligados. Semejante fe no sería algo vivo, sería letra muerta como la que el juez o el policía creen poder aplicar en el desempeño de sus funciones. La idea de que el creyente sea una especie de funcionario de su fe es tan repugnante que una muchacha, que había soportado torturas para no revelar los nombres de sus compañeras, simplemente respondió a quienes elogiaban su fidelidad a sus propias ideas: “Yo No lo hice por eso, lo hice por capricho.”
¿Qué quiso decir ella, qué experiencia de fidelidad quería expresar con sus palabras? Una reflexión sobre esa fe por excelencia, que hasta hace unas décadas todavía se consideraba fe religiosa, puede proporcionarnos pistas y evidencias para una respuesta. Tanto más cuanto que, precisamente en este ámbito, a partir del Credo de Nicea (325 d. C.), la Iglesia se sintió obligada a fijar el contenido de la fe en una serie de dogmas, es decir, proposiciones verdaderas, cualquier discrepancia con lo que constituía una herejía condenable. En la carta a los Romanos, Pablo parece decirnos exactamente lo contrario. Sobre todo vincula la fe a la palabra (“la fe viene del oír mediante la palabra de Cristo”) y describe la experiencia de la palabra de que se trata en la fe como una inmediata cercanía de la boca y del corazón: “cerca (eggys, literalmente en la mano) tuya es la palabra, en tu boca y en tu corazón, esta es la palabra de fe… En efecto, con el corazón se cree en la justicia, con la boca se profesa la salvación”. Aquí Pablo retoma un pasaje del Deuteronomio que afirmaba esta misma proximidad: “la palabra está muy cerca de tu boca y de tu corazón y está en tus manos ponerla en práctica”.
La experiencia de la palabra de la que se trata en la fe no se refiere a su carácter denotativo, a su correspondencia con hechos y cosas exteriores: es más bien la experiencia de una cercanía que se produce en la íntima correspondencia entre boca y corazón. Dar testimonio de la propia fe no significa hacer declaraciones objetivamente verdaderas (o falsas) como se hace en un juicio. No somos fieles, como en el credo o el juramento, a una serie de declaraciones que corresponden o no a los hechos. Somos fieles a una experiencia de la palabra que sentimos tan cercana que no hay espacio que la separe de lo que dice. En otras palabras, la fe es ante todo otra experiencia de la palabra distinta de la que creemos utilizar para comunicar mensajes y significados externos a ella. Somos fieles a esta palabra porque, en la medida en que no podemos separar la boca y el corazón, vivimos en ella y él vive en nosotros. Es una experiencia así la que debió tener en mente aquella chica bereber que, mientras un día le preguntaba qué la unía tan fuertemente a un hombre al que decía amar y con el que había vivido durante un año en una cabaña en las montañas rumanas. , ella respondió: «No le soy leal, soy leal a la nieve en Rumanía».
Breve Reseña de Giorgio Agamben
Giorgio Agamben es un reconocido filósofo e intelectual nacido en Roma, Italia, en 1942. Es conocido por sus escritos que abarcan estudios literarios, lingüísticos, estéticos y políticos, con el objetivo de analizar la situación metafísica occidental y explorar posibles soluciones en el contexto actual de la historia y la cultura mundial. Su enfoque interdisciplinario y su capacidad para fusionar teoría literaria, filosofía continental, pensamiento político, estudios religiosos, literatura y arte, lo convierten en uno de los pensadores más desafiantes y originales de nuestro tiempo.
Agamben obtuvo su doctorado en la Università di Roma, con una tesis sobre el pensamiento político de Simone Weil. Actualmente, es profesor de Filosofía en la Universidad de Verona en Italia, así como en el Collège International de Philosophie de París y en la Universidad de Macerata. Además, ejerce como profesor de Iconografía en el Instituto Universitario de Venecia. Ha sido profesor visitante en París y ha impartido clases en diversas universidades estadounidenses, como la Universidad de Berkeley, Los Ángeles, Irvine, Santa Cruz y del noroeste.
Con su amplio conocimiento y su enfoque multifacético, Agamben desafía las formas tradicionales de pensar y nos invita a repensar importantes cuestiones filosóficas, políticas y culturales en el mundo contemporáneo. Su contribución intelectual y su capacidad para abordar de manera crítica la complejidad de nuestro tiempo lo han convertido en una figura influyente en el ámbito académico global.
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES