En la historia de la Reconquista española, uno de los personajes que destaca por su valioso aporte es Adosinda, una descendiente directa de don Pelayo, el iniciador de esta empresa. Su celo extremo por la protección de la vida de su sobrino, el futuro rey Alfonso II el Casto, y su habilidad política la convirtieron en una soberana clave en el devenir del reino de Asturias. A través de su intuición política, su conocimiento de las intrigas de la nobleza y su objetivo de fortalecer el reino, Adosinda logró propiciar un tiempo de esplendor para Asturias, sembrando las bases para el avance cristiano en la Península Ibérica. En esta entrada, exploraremos en detalle el papel vital que desempeñó Adosinda en la historia y su influencia duradera en la monarquía asturiana.



Adosinda, una soberana clave en la historia: su intuición política y lucha por el fortalecimiento del reino


Adosinda, una figura clave en la historia de la Reconquista española, fue una de las últimas descendientes directas del iniciador de este movimiento, don Pelayo. Su papel en la protección y promoción de la vida de su sobrino, el futuro rey Alfonso II el Casto, contribuyó significativamente al esplendor del reino de Asturias.

Adosinda demostró una gran intuición política y un profundo conocimiento de las intrigas de la nobleza en aquel tiempo. Su principal objetivo era fortalecer el reino de Asturias, y lo logró de manera efectiva a través de sus decisiones estratégicas.

El nacimiento del reino astur marcó un punto de inflexión en la historia de la Península Ibérica, ya que permitió el avance cristiano contra la ocupación musulmana. El visigodo Pelayo se convirtió en un líder destacado durante estos años cruciales. Después de su muerte, su hijo Favila ocupó el trono, pero su reinado fue breve ya que murió trágicamente a causa de un ataque de un oso.

A pesar de que ninguno de los hijos de Favila llegó al trono, fue el yerno de Pelayo, Alfonso I el Católico, quien se convirtió en el siguiente gobernante después de la muerte de Favila. Durante su reinado, Alfonso I logró expandir el reino de Asturias y consolidarlo aún más. Además de sus logros militares, también se destacó por su profunda religiosidad, promoviendo la construcción y restauración de numerosas iglesias y ermitas. Estas acciones le valieron el sobrenombre de “El Católico”.

Alfonso I el Católico contrajo matrimonio con Ermesinda, hija de don Pelayo, y juntos tuvieron tres hijos: Fruela, Vimarano y Adosinda.

Tras la muerte de Alfonso I, le sucedió su hijo Fruela I en el trono. Sin embargo, su reinado estuvo marcado por conflictos y enfrentamientos con su hermano, quien contaba con el apoyo de la aristocracia. Temiendo una guerra civil, Fruela I se vio obligado a ejecutar a su hermano. Finalmente, Fruela I fue ejecutado por los seguidores de su hermano.

Ante esta convulsión, Adosinda decidió huir junto con su sobrino Alfonso, hijo de Fruela y legítimo heredero al trono, con el objetivo de protegerlo de los enemigos de su padre. Ambos se refugiaron en el Monasterio de San Julián de Samos, donde Alfonso recibió una educación fundamental tanto intelectual como religiosa. Estos años de formación serían determinantes para su futuro como rey Alfonso II el Casto.

Durante este tiempo, Aurelio, primo de Alfonso el Católico, asumió el trono asturiano. Buscando mantener la importancia de su linaje, Adosinda eligió como esposo a Silo, un supuesto magnate gallego. Una vez más, la astuta noble demostró su sabiduría, ya que tras la muerte de Aurelio, Adosinda fue proclamada reina y su esposo Silo se convirtió en su consorte. Juntos, lograron pacificar el territorio al trasladar la corte de Cangas de Onís a Pravia, una ubicación mucho mejor comunicada gracias a la red preexistente de calzadas romanas que pasaban por la zona.

El reinado de Adosinda duró nueve años hasta la muerte de Silo. Después de la pérdida de su esposo, Adosinda se retiró a la Iglesia de Santianes en Pravia, donde vivió hasta su fallecimiento.

En el año 791, Alfonso II fue proclamado rey, dejando una huella indeleble en la historia de la monarquía asturiana. Su preparación y educación fueron sin duda gracias a su tía Adosinda, quien supo anticipar el futuro y proteger la legitimidad del reino.

En síntesis, Adosinda desempeñó un papel fundamental en la historia de la Reconquista y el fortalecimiento del reino de Asturias. Su astucia política, conocimiento de las intrigas de la nobleza y su dedicación a la protección y educación de su sobrino Alfonso II el Casto, convierten a Adosinda en una figura clave en la historia de España.

Su legado perdura hasta nuestros días, recordándonos el valor y la importancia del liderazgo femenino en momentos cruciales de la historia.


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