En la historia de la industria automotriz argentina, existen nombres que resuenan como símbolos del inicio y desarrollo de este sector. Dos de ellos son el “Mataperros” y los “Anasagasti”. Estos prototipos caseros representan los primeros pasos de la fabricación de automóviles en Argentina, marcando el comienzo de una industria que ha crecido y evolucionado a lo largo de los años. Desde el ruido ensordecedor del “Mataperros” hasta la visión innovadora de Horacio Anasagasti y su línea de montaje, estos vehículos son testimonios del espíritu emprendedor y la pasión por la movilidad que ha impulsado el progreso automotriz en el país. En este artículo, exploraremos la historia y el legado de estos dos iconos del automovilismo nacional.




Manuel Iglesias y Horacio Anasagasti: Los visionarios detrás de los primeros autos argentinos
El “Mataperros” y los “Anasagasti” son dos nombres históricos en la industria automotriz argentina, asociados a los primeros autos fabricados en el país. Estos prototipos caseros representan los inicios de la industria automotriz nacional y son reconocidos por su contribución al desarrollo del sector.
El “Mataperros” fue construido por Manuel Iglesias, un ferroviario de la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires, entre los años 1903 y 1907. Este vehículo fue fabricado de manera artesanal en el patio trasero de su casa, como un proyecto de entretenimiento en su tiempo libre. Aunque lento en velocidad, el “Mataperros” generó gran revuelo en la ciudad debido a su ruido desmesurado. Los perros ladraban y huían, los caballos se inquietaban y la gente se asustaba. A pesar de su nombre, el vehículo no representaba una amenaza física, pero las preocupaciones de Iglesias por atropellar a alguien lo llevaron a dejar de usarlo. A pesar de esto, el “Mataperros” fue reconocido más tarde como el primer prototipo de automóvil de fabricación nacional por los clubes automovilísticos argentinos.
El “Anasagasti”, por otro lado, fue construido por Horacio Anasagasti, un ingeniero argentino, en su taller en la ciudad de Buenos Aires. Anasagasti tenía una visión más ambiciosa para su prototipo, ya que buscaba establecer una línea de montaje para la fabricación en serie de automóviles. Como socio fundador del Automóvil Club y del Touring Club, tenía la intención de aprovechar sus contactos en la industria para lograr este objetivo. Inspirado por los modelos de producción en serie de Ford, Anasagasti estableció sus talleres en la ciudad de Buenos Aires, empleando a 20 personas. Aunque logró construir alrededor de 50 modelos entre 1910 y 1915, la producción se detuvo debido a los faltantes esenciales durante la Primera Guerra Mundial. A pesar de no poder continuar su proyecto, Anasagasti fue reconocido como un pionero en los derechos laborales, ya que sus empleados trabajaban ocho horas diarias con los fines de semana libres.
Uno de los aspectos destacables del “Anasagasti” fue el deseo de Anasagasti de utilizar piezas nacionales en la fabricación de automóviles. Durante sus viajes por Europa, adquirió herramientas y equipamientos que intentó perfeccionar y reemplazar por productos nacionales. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron obstaculizados por la guerra y otros problemas económicos de la época. Anasagasti también diseñó un plan de financiamiento que permitía a los argentinos adquirir un automóvil mediante cuotas mensuales de 200 pesos. Sin embargo, estos planes también se vieron afectados por el contexto bélico y la falta de recursos.
Actualmente, solo dos unidades del “Anasagasti” sobreviven. Uno de ellos fue donado a la Fuerza Aérea del Palomar, mientras que el otro se encuentra en el Club de Automóviles Clásicos de San Isidro. Estos vehículos son conservados como testimonio de los primeros esfuerzos de la industria automotriz argentina.
En resumen, el “Mataperros” y los “Anasagasti” representan dos hitos importantes en la historia de la industria automotriz argentina. Aunque estos prototipos caseros tenían limitaciones y enfrentaron obstáculos en su producción, su contribución al desarrollo de la industria automotriz nacional no puede ser ignorada.
Además, la visión y los esfuerzos de hombres como Manuel Iglesias y Horacio Anasagasti sentaron las bases para futuros avances y la consolidación de la industria automotriz en Argentina.
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