En la oscura noche del 30 de octubre de 1501, un evento infame e inquietante tuvo lugar en el corazón del Vaticano. Bajo el manto de la oscuridad, el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia organizaron un banquete que resonó en los anales de la historia. Aquella velada, la línea entre la santidad y la desviación se desdibujó mientras el aroma de la comida exquisita se mezclaba con la lujuria y el pecado. Bajo la mirada atónita de los invitados de alto rango se desplegó una danza ardiente y provocativa protagonizada por cortesanas, que desvestían su alma con cada movimiento. En la penumbra del Palacio Apostólico, las castañas cayendo al suelo marcaron el inicio de una de las celebraciones más escandalosas de la historia del Vaticano.



“Prostitución de lujo y escándalo en el Renacimiento: El polémico banquete en el Vaticano”
En la noche del 30 de octubre de 1501, el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia organizaron un evento infame y controvertido en el Palacio Apostólico Vaticano conocido como “El banquete de las castañas”. Esta fiesta se llevó a cabo en vísperas del Día de Todos los Santos y contó con la participación de varios cardenales, obispos y autoridades importantes de Roma. Aunque este tipo de celebraciones eran comunes en la época, esta en particular se destacó por su excesivo derroche y su conducta escandalosa.
El banquete comenzó de manera grandiosa, con una amplia selección de exquisitas comidas y bebidas para el deleite de los invitados. Sin embargo, la verdadera extravagancia y desenfreno ocurrió una vez que se sirvieron los postres. Sorprendiendo a todos los presentes, César Borgia ordenó que se retiraran las mesas y se dispusieran candelabros en el suelo. En ese momento, unas cincuenta cortesanas, que eran prostitutas de lujo en aquel entonces, entraron en la estancia y comenzaron a bailar sensualmente alrededor de los invitados.
A medida que la música envolvía la habitación, estas mujeres comenzaron a desnudarse lentamente, creando una atmósfera cargada de erotismo. Luego, les ataron las manos a la espalda y arrojaron castañas al suelo. El objetivo era que ellas las recogieran con la boca, adoptando posturas lascivas que despertaran los instintos más bajos de los presentes. Esta escena grotesca y obscena dejó a todos los presentes atónitos y desconcertados.
Lo más perturbador de todo fue que el Papa Alejandro VI anunció que habría premios para aquellos hombres que fueran capaces de fornicar con la mayor cantidad de cortesanas. Estos premios incluían zapatos lujosos, ropa cara y joyas preciosas. Este acto descarado y blasfemo fue una clara muestra del poder y la inmoralidad que reinaba en el Vaticano en aquellos tiempos.
El escándalo generado por este evento se extendió rápidamente por la ciudad, llegando incluso a afectar las ceremonias religiosas del Día de Todos los Santos al día siguiente. Muchos de los asistentes al banquete estaban demasiado agotados, enfermos o avergonzados como para participar adecuadamente en las actividades religiosas. Esto solo sirvió para exacerbar aún más la indignación y el disgusto de la comunidad religiosa y moral de la época.
La realización de “El banquete de las castañas” fue un claro ejemplo de la falta de escrúpulos y la corrupción moral que prevalecía en el Vaticano en esa época. Es importante tener en cuenta que esta no fue una anomalía aislada, sino más bien una manifestación de los excesos y desmanes que llevaban a cabo algunos de los líderes de la Iglesia Católica en esa época.
La pintura “El pecado” de Heinrich Lossow, creada en 1880, captura la temática y el ambiente turbio de esta infame celebración. Mediante su estilo rococó, el artista logra transmitir la decadencia y la inmoralidad que rodeaba a aquellos en el poder en aquellos tiempos.
En conclusión, “El banquete de las castañas” fue un evento escandaloso y deplorable que tuvo lugar en el Vaticano en el siglo XVI. Esta fiesta extravagante y provocativa, organizada por el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia, causó un gran revuelo y dañó aún más la reputación de la Iglesia Católica en esa época. Es un claro recordatorio de los abusos de poder y la corrupción moral que pueden surgir cuando se pone el interés personal por encima de los principios éticos y religiosos.
Esta lamentable página de la historia del Vaticano nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la integridad y la responsabilidad de aquellos que ostentan posiciones de autoridad en la sociedad.
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES