Desde las brillantes y vibrantes pinceladas de Vincent Van Gogh hasta las confesiones íntimas en sus cartas a Theo, se revela un mundo en el que la belleza y la tristeza se entrelazan de manera exquisita. Sumérgete en las palabras y pensamientos de Van Gogh, mientras viajamos a través de sus diferentes períodos artísticos, desde los paisajes luminosos de Drenthe hasta los revolucionarios autoretratos en la cautivante Saint-Rémy. Estas páginas se convierten en un portal que nos lleva de la realidad a la imaginación, y nos invita a explorar el arte, la naturaleza, la locura y la eterna búsqueda de significado que impregnaron la vida y el legado de uno de los artistas más célebres de todos los tiempos. Adéntrate en las páginas de las cartas a Theo y descubre el vínculo profundamente humano que une al genio y a su hermano, en un viaje fascinante a través del arte y el alma de Vincent Van Gogh.



“Vincent Van Gogh: Arte, locura y la búsqueda del significado”
Cartas a Theo
Vincent Van Gogh
[Fragmento]
Drenthe, Septiembre-Noviembre de 1883.
“Todo es hermoso aquí, dondequiera que vaya. La floresta tiene mucha mayor extensión que en Brabante, por lo menos cerca de Zundert o de Etten, es algo monótona a mediodía, sobre todo cuando hay mucho sol; pero precisamente este efecto que he querido en vano pintar vanas veces, no quisiera perderlo. Tampoco el mar es siempre pintoresco; pero es necesario también observar esos momentos y esos efectos si uno no se quiere engañar sobre su verdadero carácter. Entonces, en esta hora ardiente del mediodía, la floresta dista a veces de ser encantadora; es excitante, fastidiosa y fatigante como el desierto, poco hospitalaria y en cierta manera hostil. Pintadla en esta plena luz, y reproducir estos planos que se continúan hasta el infinito, es algo que produce vértigo. No se debe creer, sin embargo, que tal paisaje ha de captarse de una manera sentimenta lol; muy por el contrario eso no sucede casi nunca. Este mismo sitio excitante y fastidioso —la tarde en que un pobre personajillo se diluye en el crepúsculo— cuando esta enorme extensión de tierra tostada por el sol se vuelve oscura por oposición a los finos tonos lilas de un cielo a la caída de la tarde y que la última y sutil línea azul oscuro del horizonte separa el cielo y la tierra, puede tornarse sublime como en un J. Dupré.
Lo mismo sucede con los hombres, labriegos y mujeres; no siempre son interesantes, pero cuando se tiene paciencia con ellos, se ve todo lo que hay de Millet en esas personas.
Ayer descubrí uno de los cementerios más característicos que haya visto jamás; figúrate un trozo de bosque rodeado de un seto de pequeños abetos muy apretados entre sí, de modo que se creería estar simplemente en un monte de abetos. Sin embargo, hay una entrada, una corta avenida, por donde se llega a las tumbas cubiertas de montones de hierba y de matorral. Muchas tablillas de madera blanca sobre las cuales se leen los nombres.
Es algo muy hermoso contemplar el verdadero brezal sobre las tumbas; el olor de la trementina tiene un no sé qué de místico, y la línea oscura de los abetos que encierran el cementerio separa un cielo centelleante de una tierra ruda que en general es rosa, leonada, pardusca, amarillenta, colores entre los que abundan tonos lilas por todas partes. “
Saint-Rémy, mayo de 1889:
“Pero no te engaño, el miedo de la locura se me pasa considerablemente viendo de cerca a aquéllos que ya andan aquejados, con la misma facilidad con que luego pueda aquejarme a mí, puedo a continuación estarlo muy fácilmente.
Antes estos seres me repugnaban y era algo desolador para mí pensar que tanta gente de nuestro oficio: Troyon, Marchal, Méryon, Jundt, Maris, Monticelli y un montón más, habían terminado así. No podía ni siquiera representármelos en lo más mínimo, en este estado. ¡Pues bien!… ahora pienso en todo esto sin temor; es decir, que no lo encuentro más atroz que si estas personas hubieran muerto de otra cosa, de la tisis o de la sífilis, por ejemplo. A estos artistas los veo recobrar su porte sereno y ¿crees que sea poca cosa volver a encontrar a los antiguos del oficio? Eso es lo que me reconforta tan profundamente”.
–Vincent van Gogh
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES