En los ajetreados años de posguerra, una mujer excepcional con una pasión incandescente y un espíritu inquebrantable navegaba por las calles de París, Londres y Nueva York en busca de aventuras y oportunidades. Su nombre era María Félix, una actriz icónica y ferozmente determinada que desafió las barreras del idioma, la cultura y las expectativas para convertirse en una leyenda del cine mexicano. Desde su corta estancia como turista en París hasta su regreso triunfal a la Ciudad de la Luz, este relato nos llevará a través de los paisajes fascinantes de su vida, donde aprendió a bailar con castañuelas, conquistó el escenario internacional y descubrió el poderoso mantra del “yo puedo” a la mexicana. Bienvenidos a la apasionante odisea de María Félix, una mujer que dejó su huella en la historia del cine y en el corazón de aquellos que se atrevieron a soñar en grande.



El viaje de María Félix: De Italia a Buenos Aires y de regreso a París


Mi primer escala en París fue corta. Sólo estuve un par de semanas en plan de turista, luego viajé a Londres y de ahí zarpé a Nueva York en el Queen Elizabeth. Esto fue por el año 1949. Después viví en Italia tres años, tuve mi intermezzo romántico en Buenos Aires y ya casada con Jorge regresé a París, ahora en plan de trabajo. Tuve que hacer un gran esfuerzo para actuar en francés. En la bella Otero, aunque suene feo decirlo, puse mis agallas sobre la mesa. ¡Hasta aprendí a tocar castañuelas!. Verdaderamente, en esa película me la jugué, pues no entraba para nada dentro de mi línea. Estudiaba francés ocho horas diarias, poniéndome un lápiz bajo la lengua para pronunciar más o menos bien. También tuve que bailar y cantar como Dios me dio a entender. Fueron pesadisimas las horas de ensayo, de baile, de castañuelas, de francés, y el esfuerzo casi desesperado que tuve que hacer. Pero lo logré con mi famoso ‘yo puedo’ a la mexicana”.

María Félix



María Félix, una de las actrices más emblemáticas de la época de oro del cine mexicano, relata en esta cita un emocionante viaje a través de diferentes lugares del mundo y las diferentes etapas de su vida. A través de sus propias palabras, nos da una mirada íntima a sus vivencias y desafíos personales y profesionales.

En esta cita, María Félix nos lleva de la mano a través de sus primeras experiencias en París como turista, su viaje a Londres y su travesía en el Queen Elizabeth hacia Nueva York en 1949. Esto nos da una idea de su espíritu aventurero y su pasión por viajar y descubrir nuevos lugares.

Después de su tiempo como turista, María Félix decide establecerse en Italia durante tres años, donde seguramente tuvo la oportunidad de sumergirse en la rica cultura italiana. Luego, nos cuenta sobre su “intermezzo romántico” en Buenos Aires, lo cual indica que tuvo un romance o una relación sentimental en esta ciudad argentina.

Lo más destacado es cuando María Félix regresa a París, pero esta vez en plan de trabajo. Ella tuvo que enfrentar el desafío de actuar en francés, un idioma que no dominaba completamente en ese entonces. Nos cuenta sobre el gran esfuerzo que hizo para estudiar francés intensivamente, dedicando ocho horas al día a su aprendizaje. Incluso menciona que ponía un lápiz bajo su lengua para practicar la pronunciación.

El papel que menciona específicamente en la película “En la bella Otero” fue un gran desafío para ella, ya que no entraba dentro de su línea y exigía habilidades como el baile y el canto, así como aprender a tocar castañuelas. María Félix describe las horas pesadas de ensayo que tuvo que pasar para dominar estas habilidades. Sin embargo, a pesar de los desafíos, logró superarlos y desempeñarse exitosamente en la película.

Esta cita revela la determinación y el espíritu incansable de María Félix por superar los obstáculos y enfrentar nuevos desafíos. A pesar de no ser su idioma nativo y de estar fuera de su zona de confort, ella se sumerge por completo en el proceso de aprendizaje y se esfuerza al máximo para lograr excelencia en su trabajo. Su famoso “yo puedo” a la mexicana se convierte en su mantra y le da la fuerza para enfrentar cualquier dificultad.

En resumen, esta cita nos brinda una visión detallada y emocionante de los viajes de María Félix, desde su corta estancia como turista en París hasta sus experiencias en Italia, Buenos Aires y su regreso a París en busca de nuevas oportunidades profesionales. Nos muestra su valentía para enfrentar nuevos desafíos, su dedicación para aprender un nuevo idioma y su determinación para triunfar en la industria del cine.

María Félix sigue siendo recordada como una de las grandes figuras del cine mexicano y su espíritu indomable continúa siendo una inspiración para muchas personas.


EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES