En medio de una amplia laguna, emergiendo como un sueño de arquitectura y encanto, se alza una ciudad única en su género: Venecia. Más que un simple destino turístico, esta Serenísima República fue un crisol de fantasía, libertad y placer a lo largo de su fascinante historia. Sus calles y canales han sido testigos de episodios oscuros y alegres, donde la política y la indulgencia se entrelazaron en una danza seductora. Desde el infame Ponte delle Tette que atraía a posibles clientes hasta las ceremonias majestuosas de boda con el mar Adriático, Venecia respiraba una atmósfera llena de secretos, rivalidades y descubrimientos audaces. Adéntrate en estas aguas y déjate llevar por las historias que sus muros susurran desde lo más profundo de su esencia singular.









La Serenísima República de Venecia: Un gobierno de fantasía y rivalidades marítimas
Venecia, conocida como la Serenísima República de Venecia, es una ciudad única y fascinante compuesta por 118 islas emergiendo de una amplia laguna. No solo es famosa por su belleza y su legado arquitectónico, sino también por su historia intrigante y su enfoque en la alegría y el placer.
La Serenísima República de Venecia, como gobierno gobernante, buscó promover una atmósfera de alegría y indulgencia en la ciudad. Esto llevó a la creación de un centro de reunión bastante infame conocido como el “Ponte delle Tette”, o el “Puente de las tetas”. Desde este puente, las cortesanas se asomaban y mostraban sus pechos a los posibles clientes que pasaban bajo el puente en sus góndolas y vaporettos. Era una táctica para atraerlos hacia los burdeles donde ejercían su oficio. Además, la exhibición de los senos tenía un propósito adicional: garantizar que todas las mujeres que ejercían la prostitución allí fueran solo del género femenino y no se encontrara ningún homosexual travestido entre ellas. Durante el siglo XVI, la sodomía estaba perseguida y castigada.
La grandiosidad de Venecia también se manifestaba en su política y ceremonias públicas. El dux, el gobernante de Venecia, solía desplazarse en el Bucintoro, la galera oficial de los dogos, para celebrar la ceremonia de la boda de Venecia con el Mar Adriático cada año en el Día de la Ascensión. Este evento simbólico reforzaba el vínculo especial entre la ciudad y el mar, destacando la importancia del comercio marítimo y el dominio veneciano.
El Palacio de los Dogos, ubicado junto a la Basílica de San Marcos y ocupando un lado entero de la Piazzetta, era un símbolo del poder incontrastable que ejercía la magistratura republicana sobre la ciudad. Desde las ventanas de este palacio se podía ver el Ponte delle Tette, recordando la dualidad de una ciudad que oscilaba entre la indulgencia y la seriedad política.
La influencia de Bizancio también se hizo evidente en Venecia, ya que los grandes comerciantes de Constantinopla tomaron el título de “serenos” de los líderes de la Serenísima República. Incluso hoy en día, el Príncipe de Mónaco ostenta el título de Sereno entre sus títulos honoríficos.
Venecia mantuvo una rivalidad marítima y comercial con Génova durante muchos siglos, lo que llevó a la creación de varios mitos y leyendas en torno a esta rivalidad. A los genoveses se les conocía como “Dogo X”, en referencia a su disputa con los venecianos.
La historia de Venecia también está marcada por la Cuarta Cruzada, una expedición militar proclamada por el Papa Inocencio III con el propósito original de reconquistar Tierra Santa. Sin embargo, la cruzada fue desviada de su objetivo original por el duque de Venecia, Enrico Dandolo. Los cristianos se dirigieron a saquear la ciudad de Zara, en la actual Croacia, y luego Constantinopla, llevándose numerosas obras de arte de la capital bizantina como botín, incluidos los famosos caballos de bronce que ahora se sitúan en la entrada de la catedral de San Marcos.
El ocaso de la Serenísima República de Venecia comenzó en el siglo XV debido a diversos factores. La creciente presión otomana, los estragos de la Peste Negra en la población y el descubrimiento de una nueva ruta marítima hacia la India por parte de Portugal rompieron el monopolio comercial que Venecia había tenido durante mucho tiempo con Asia.
En medio de este fascinante contexto histórico, destacamos la figura de Giordano Bruno, un astrónomo, filósofo, teólogo, matemático y poeta italiano. Bruno concebía el Universo como un conjunto de mundos innumerables, sistemas solares similares al nuestro. Estas ideas heterodoxas le llevaron a la hoguera, donde pronunció frases impactantes como “Los pontífices siempre han usado la mitra terminada en dos cuernos” o “El mal puede citar las sagradas escrituras para sus propósitos y mandarte a la hoguera, el diablo cita la biblia en su provecho”. Bruno desafió las creencias aceptadas de su tiempo y pagó el precio por ello.
En resumen, Venecia es mucho más que una ciudad de fantasía y libertad. Su historia y singularidad la convierten en un lugar fascinante para explorar. Desde sus infames puentes hasta su política y rivalidades comerciales, Venecia es un testimonio de una época pasada llena de luces y sombras, indulgencia y seriedad.
La grandeza de la Serenísima República de Venecia dejó huellas indelebles en la ciudad, y su legado sigue vivo en los corazones y las mentes de aquellos que la visitan.
EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES