En los pasillos majestuosos del Museo Vaticano, entre las obras maestras que han desafiado el paso del tiempo, se encuentra una figura que captura la atención de todo aquel que la contempla: la Tique de Antioquía. Esta estatua de mármol, obra del renombrado escultor Eutíquides, nos transporta a la antigua Grecia y nos sumerge en el fascinante universo de la mitología griega. Tique, la personificación del destino y la fortuna, emerge imponente con su corona, recordándonos la inseguridad de nuestros caminos y las decisiones aleatorias que determinan nuestros trayectos en la vida. A través de sus atributos y la riqueza de su simbolismo, esta joya artística nos invita a reflexionar sobre nuestra humildad, gratitud hacia los dioses y el delicado equilibrio entre la prosperidad y la justicia.



La Tique de Antioquía y su influencia en la mitología romana: El poder de la diosa Fortuna.


La Tique de Antioquía, una estatua obra de Eutíquides, es considerada una de las obras más destacadas de la escultura romana y se encuentra actualmente en el Museo Vaticano en Roma, Italia. Esta estatua de mármol copia una obra griega del siglo IV a. C., representando a la diosa Tique.

En la mitología griega, Tique era la personificación del destino y la fortuna. Era considerada una diosa que gobernaba sobre la suerte y la prosperidad de una comunidad. En muchas ciudades de la antigua Grecia, se erigían estatuas de Tique coronada junto a los muros de la ciudad, simbolizando su protección y favor a los habitantes.

Tique poseía el poder de decidir el destino de los mortales de forma aleatoria, y contaba con la ayuda de su colaborador, el dios Pluto. Se la representaba jugando con una pelota, que podía ser vista tanto arriba como abajo, simbolizando la inseguridad y volatilidad de sus decisiones. Esta representación reflejaba la creencia de que la fortuna podía cambiar rápidamente, y nadie debía enorgullecerse de sus riquezas, ya que Tique podía intervenir y alterar el curso de los acontecimientos.

En ese sentido, era fundamental para los griegos mantener una actitud humilde y agradecer a los dioses por sus bendiciones. Si alguien se excedía en su arrogancia o se olvidaba de mostrar gratitud, la diosa Némesis podía intervenir para corregir su comportamiento y devolverle a su lugar. Esta conexión entre Tique, Némesis y Agathos Daimon (el espíritu del bien) muestra la dualidad de la diosa, representando tanto la generosidad como la necesidad de equilibrio y justicia.

En la mitología romana, la equivalente de Tique era la diosa Fortuna. Aunque existen ciertas diferencias en su representación, ambas deidades comparten la idea de influir en el destino y la fortuna de los mortales. La diosa Fortuna era adorada en Roma y se creía que gobernaba sobre el destino de los individuos, las familias y el Imperio Romano en su totalidad.

La estatua de la Tique de Antioquía es un ejemplo impresionante de la habilidad artística de Eutíquides y de la importancia que se le atribuía a la diosa en la antigüedad. La copia romana en mármol ha permitido que esta obra maestra de la escultura sobreviva hasta el presente, preservando así una parte importante de la mitología griega y romana.

En conclusión, la Tique de Antioquía es una estatua antigua que representa a la diosa Tique, personificación del destino y la fortuna en la mitología griega. Esta divinidad tenía el poder de decidir el destino de los mortales de forma aleatoria, y se la representaba jugando con una pelota como símbolo de la inseguridad de sus decisiones.

Era necesario tener una actitud humilde y agradecer a los dioses por sus bendiciones, ya que la arrogancia podía provocar la intervención de la diosa Némesis. En la mitología romana, su equivalente era la diosa Fortuna. La Tique de Antioquía, una copia romana en mármol, se conserva en el Museo Vaticano en Roma, Italia, y representa la importancia que se le daba a esta divinidad en la antigüedad.


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