En un México vibrante, donde las notas de las guitarras resonaban en cada esquina y los lienzos charros eran testigos de historias pasionales, emerge una película que trasciende el tiempo: “Dicen que soy mujeriego”. En este lienzo cinematográfico, la figura icónica de Pedro Infante nos guía por callejuelas llenas de romance, rancheras y redención. Mientras el eco de sus canciones nos envuelve, nos sumergimos en una trama que no solo refleja el amor y la seducción, sino también el pulso y la esencia del México de la época dorada. Acompáñame en este viaje por una de las joyas más brillantes del cine mexicano.



Pedro Infante y la Redención del Mujeriego: Un Análisis de “Dicen que soy mujeriego”


En el corazón del cine mexicano de la época dorada, la figura de Pedro Infante resplandece con particular intensidad. En 1948, bajo la batuta del director Roberto Rodríguez, Pedro Infante se sumergió en el universo del personaje de Pedro Dosamantes para el filme “Dicen que soy mujeriego”. Esta película, producida por Rodríguez Hermanos, se basó en la brillante colaboración de Roberto Rodríguez, Carlos González Dueñas y Pedro de Urdimalas, conocido también como Jesús Camacho Villaseñor.

El escenario principal para el rodaje fue el estudio Tepeyac, sin embargo, algunas escenas emblemáticas se grabaron en locaciones exteriores como el rancho La Presa y el lienzo charro La Tapatía. Si bien la filmación arrancó el 30 de septiembre de 1948, la cinta llegó a las pantallas del Cine Ópera el 14 de abril de 1949, logrando un lleno total.

El elenco fue una amalgama de talento. Pedro Infante, en el papel protagónico, estuvo acompañado de Sara García, interpretando a la severa abuela Doña Rosa, y Silvia Derbez en el papel de Flor, la mujer que robaría el corazón del mujeriego Pedro. Entre los roles secundarios destacan figuras como Rodolfo Landa, Fernando Soto “Mantequilla”, María Eugenia Llamas, entre otros. Es importante mencionar a Ángel Infante, hermano de Pedro, quien también formó parte del elenco.

El sello musical de la película es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. Pedro Infante dio voz a cinco canciones, todas ellas con letras de Pedro de Urdimalas. Entre ellas, la pieza titular “Dicen que soy mujeriego”, y otros temas como “Mi cariñito”, “Perdón no pido”, “Adiós mis chorreadas” y “La vaca lechera”. Las melodías estuvieron a cargo de grandes compositores como Manuel Esperón González, Gilberto Parra y Fernando Morcillo.

La trama de “Dicen que soy mujeriego” gira en torno a Pedro, un hombre con fama de seductor que disfruta del coqueteo y la admiración femenina. Si bien su abuela, Doña Rosa, ha intentado reformar sus costumbres galantes, todo cambia cuando conoce a Flor. A pesar de su historia con las mujeres, Pedro se enamora sinceramente de Flor, pero su reputación juega en su contra. Flor, por su parte, duda de la autenticidad de los sentimientos de Pedro y teme ser una conquista más en su lista. A ello se suma la presencia de Pablo, un rival que también persigue el corazón de la joven. Esta trama, cargada de pasión, celos y enredos, retrata la complejidad del amor y la lucha por la redención personal.

El corazón de la película no solo radica en la lucha de Pedro por demostrar la sinceridad de sus sentimientos, sino también en cómo el protagonista enfrenta sus propios demonios internos y su fama de mujeriego. Con cada acercamiento a Flor, Pedro se ve atrapado entre su pasado y la promesa de un futuro diferente. Es evidente que no solo desea ganar el amor de Flor, sino también redimirse a los ojos de su abuela Doña Rosa, quien siempre ha sido su más dura crítica y, al mismo tiempo, su mayor apoyo.

Flor, por su parte, representa el ideal de Pedro: una mujer fuerte, independiente y desafiante que no cae fácilmente en sus encantos. A través de ella, el personaje de Pedro comienza a comprender que el amor verdadero va más allá de las conquistas pasajeras y requiere un compromiso y una sinceridad que no había mostrado anteriormente.

El papel de Pablo, interpretado por Rodolfo Landa, añade una tensión adicional al ya complejo triángulo amoroso. A diferencia de Pedro, Pablo no tiene el lastre de una reputación de mujeriego, lo que le da una ventaja en la conquista del corazón de Flor. Sin embargo, la verdadera batalla no está en quién pueda cortejar mejor a Flor, sino en quién pueda demostrar un amor más profundo y sincero.

A lo largo de la trama, el público es testigo de los altibajos, los desencuentros y las pasiones desbordadas. Las canciones interpretadas por Pedro Infante sirven como un reflejo de su estado emocional, y cada letra resuena con la intensidad de sus sentimientos. “Perdón no pido”, por ejemplo, es un lamento que evoca el deseo de Pedro de ser perdonado no solo por Flor, sino también por sí mismo.

Mientras la historia se desarrolla, también se nos presenta una visión panorámica de la cultura y las tradiciones mexicanas de la época. Las escenas en el rancho La Presa y el lienzo charro La Tapatía no solo sirven como un telón de fondo para la trama, sino que también capturan la esencia del México rural de los años 40, con su rica tradición ecuestre y sus fiestas llenas de música y baile.

En resumen, “Dicen que soy mujeriego” no es solo una historia de amor, sino también un retrato de la lucha interna de un hombre por encontrar su lugar en el mundo y redimirse ante aquellos que ama. A través de sus personajes, la película invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del amor, la importancia de la autenticidad y el valor de la segunda oportunidad.


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