En el bullicioso ambiente artístico del siglo XIX, un músico de espíritu inquieto y un talento desbordante emergió en escena, listo para revolucionar el mundo de la música. Jacques Offenbach, un virtuoso del ingenio y del humor, se convirtió en el arquitecto de la opereta y la comedia musical, dejando una huella imborrable en la historia de la música. Nacido en una familia judía de origen alemán, su camino lo llevó a las calles de París, donde su genio musical floreció junto con un sentido ágil de la diversión. Con cada nota que escribió y cada acorde que resonó, Offenbach dejó una marca indeleble en el alma de la música francesa y en el corazón de aquellos que se atrevieron a escuchar su música. Prepárense para adentrarse en un mundo lleno de humor, crítica social y melodías contagiosas mientras exploramos la vida y el legado de este maestro inigualable.




Jacques Offenbach y su influencia en la música del siglo XIX”


Jacques Offenbach fue un músico que revolucionó el género de la opereta y la comedia musical en el siglo XIX, con su ingenio, su gracia y su sentido del humor. Nacido en una familia judía de origen alemán, se trasladó a París con el sueño de triunfar como compositor y violonchelista. Allí se convirtió al catolicismo, se casó con una española y se nacionalizó francés. Su música reflejaba el espíritu alegre y crítico de la sociedad francesa de su época, y tuvo una gran influencia en otros compositores como Johann Strauss (hijo) y Arthur Sullivan.

Offenbach comenzó su carrera musical como violonchelista, y pronto se ganó la fama de ser un virtuoso del instrumento. Entró en el Conservatorio de París, donde estudió con Luigi Cherubini, pero lo abandonó al cabo de un año por considerarlo demasiado académico. Se incorporó a la orquesta de la Opéra-Comique, donde también debutó como director. Su ambición, sin embargo, era escribir obras cómicas para el teatro musical, inspirándose en los autores del siglo XVIII como Rameau y Grétry.

En 1855, al ver que la dirección de la Opéra-Comique no le daba oportunidades para estrenar sus obras, decidió alquilar un pequeño teatro en los Campos Elíseos, al que llamó “des Bouffes-Parisiens”. Allí presentó una serie de piezas propias de pequeño formato, llamadas “operetas”, que combinaban el canto con el diálogo hablado, y que parodiaban los temas y los estilos de la ópera seria. Algunas de estas obras fueron Les deux aveugles (Los dos ciegos), Ba-ta-clan, Le mariage aux lanternes (El matrimonio a la luz de las linternas) y Tromb-al-ca-zar.

El gran éxito le llegó en 1858, con Orfeo en los infiernos, una obra de mayor duración y complejidad que sus anteriores operetas. En ella, Offenbach se burlaba de la mitología griega y de la moral burguesa, creando personajes irreverentes y divertidos como Júpiter, Plutón o Eurídice. La obra contenía además el famoso “galop infernal”, que se convertiría en el símbolo del can-can francés.

A partir de entonces, Offenbach escribió numerosas operetas que le consagraron como el maestro del género. Entre ellas se destacan La bella Elena (1864), una sátira sobre la guerra de Troya; Barba Azul (1866), una parodia del cuento de Perrault; La vida parisiense (1866), una crítica a los hábitos y costumbres de la capital francesa; La Gran Duquesa de Gérolstein (1867), una burla al militarismo prusiano; y La Périchole (1868), una historia ambientada en el Perú colonial.

Offenbach no se limitó a escribir operetas cómicas, sino que también exploró otros aspectos más dramáticos y sentimentales de la música. Así lo demuestran obras como Vert-Vert (1869), La princesse de Trébizonde (La princesa de Trebisonda) (1869), Les brigands (Los bandidos) (1869) o Le roi Carotte (El rey Zanahoria) (1872). En estas obras, Offenbach mostraba una mayor variedad y delicadeza en la melodía, la armonía y la orquestación.

Su obra cumbre fue Los cuentos de Hoffmann, una ópera seria basada en las historias del escritor alemán E.T.A. Hoffmann. Offenbach trabajó en ella durante diez años, con la colaboración de los libretistas Jules Barbier y Michel Carré. Sin embargo, no pudo verla terminada ni estrenada, pues murió el 5 de octubre de 1880, a los 61 años. La obra se estrenó póstumamente al año siguiente, en el teatro fundado por él mismo. Los cuentos de Hoffmann es considerada una obra maestra del repertorio operístico francés, y contiene algunas de las piezas más bellas y famosas de Offenbach, como la “Barcarola” o el “Dúo de los espejos”.

Offenbach fue un compositor prolífico, que escribió más de cien obras para el teatro musical, además de otras piezas para concierto, cámara y piano. Su música se caracteriza por su ritmo vivo, su colorido orquestal, su gracia melódica y su ingenio humorístico. Fue un renovador del género operístico, que supo adaptarse al gusto y a la crítica de su público. Su legado ha sido reconocido y admirado por generaciones de músicos y espectadores, que han disfrutado de su arte y de su talento.


Aquí tienes algunas bellas melodías de Jacques Offenbach:

  1. “Barcarola” de Los cuentos de Hoffmann:
  2. “Galop Infernal” de Orfeo en los infiernos:
  3. Obertura de La vida parisiense:
  4. Bella Hélène” de La bella Elena:
  5. Cancan” de Orfeo en los infiernos:

Espero que disfrutes de estas hermosas melodías de Jacques Offenbach. ¡Que la música te transporte a un mundo lleno de alegría y emoción!


EL CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES