En los oscuros años de la Alemania nazi, donde la sombra del totalitarismo cubría cada aspecto de la vida, existía un aspecto poco conocido que buscaba la conformación de una sociedad acorde con los ideales nazis: las escuelas para novias. Estas misteriosas instituciones surgieron con el objetivo de formar a mujeres para convertirlas en las esposas ideales de los miembros de élite del régimen. Alejadas de la mirada pública, estas escuelas se convirtieron en laboratorios de manipulación y adoctrinamiento, donde se enseñaba a las jóvenes todo lo relacionado con el hogar, la maternidad y el papel de la mujer en la sociedad nazi. Sumérgete en este fascinante pero perturbador aspecto oculto de la Alemania nazi y descubre cómo la ideología del nazismo moldeaba incluso los aspectos más íntimos de la vida de sus ciudadanas.



“Las escuelas de novias y la obsesión de Heinrich Himmler por la pureza germánica


Un aspecto poco conocido de la Alemania nazi es el de las escuelas para novias, que tenían como objetivo formar a las mujeres para ser las esposas ideales de los miembros de la elite del régimen. Estas escuelas, llamadas Reichsbräuteschulen, surgieron a finales de los años 30 como parte de la política racial y reproductiva del nazismo, que buscaba asegurar la pureza y el aumento de la población aria.

Las escuelas para novias estaban dirigidas principalmente a las prometidas de los oficiales de la SS, el cuerpo de élite que dirigía Heinrich Himmler, uno de los principales colaboradores de Adolf Hitler. Himmler estaba obsesionado con crear una nueva aristocracia germánica basada en criterios eugenésicos y raciales, y por eso exigía a sus subordinados que se casaran solo con mujeres que cumplieran con los requisitos del Rasse- und Siedlungshauptamt (Oficina Central de Raza y Asentamiento), una institución encargada de controlar la genealogía y la salud de los candidatos a formar parte de la SS.

Para obtener la aprobación del matrimonio, las mujeres debían demostrar que no tenían ningún antepasado judío ni ninguna enfermedad hereditaria como la esquizofrenia o la epilepsia. Además, debían tener un aspecto físico acorde con el ideal nazi: cabello rubio o castaño claro, ojos azules o verdes, piel clara y rasgos nórdicos. También debían jurar lealtad a Hitler, Himmler y el partido nazi, y comprometerse a educar a sus hijos según los principios del nacional socialismo.

Pero no bastaba con cumplir estos requisitos. Las mujeres también debían asistir a un curso de seis semanas en una escuela para novias, donde se les enseñaba todo lo relacionado con el hogar, la maternidad y el papel de la mujer en la sociedad nazi. Las materias que se impartían incluían cocina, costura, limpieza, planchado, decoración, cuidado de los niños, higiene personal y sexualidad. También se les instruía sobre cuestiones ideológicas como la historia alemana, la raza aria, la eugenesia, el antisemitismo y el deber de procrear para asegurar el futuro del Reich.

Las escuelas para novias se establecieron en varios lugares de Alemania, pero una de las más famosas fue la que se ubicó en la isla de Schwanenwerder, en Berlín. Esta escuela funcionaba en una lujosa villa que había pertenecido a un empresario judío expropiado por los nazis. Allí se alojaban unas 20 mujeres por curso, que recibían clases teóricas y prácticas en un ambiente disciplinado y austero. Al finalizar el curso, las mujeres recibían un certificado que les permitía casarse con su prometido en una ceremonia civil o en una boda pagana inspirada en antiguos rituales germánicos.

Las escuelas para novias fueron una expresión más del intento del nazismo por moldear a las mujeres según su visión machista y totalitaria. Sin embargo, esta visión entró en contradicción con las necesidades del esfuerzo bélico, que obligaron a muchas mujeres a trabajar fuera del hogar en fábricas, hospitales o servicios auxiliares. A medida que avanzaba la guerra, las escuelas para novias fueron perdiendo relevancia y recursos, hasta que dejaron de funcionar en mayo de 1944. Después de la guerra, muchas de las mujeres que habían pasado por estas escuelas prefirieron olvidar o minimizar su experiencia, avergonzadas o arrepentidas de haber sido parte del sistema nazi.


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