En el resplandor de los reflectores y bajo el aura del celuloide, una figura desafiante y cautivadora dejó huella en la historia del cine estadounidense. Su nombre resuena con admiración y su legado perdura como un faro de talento y valentía: Bette Davis. A través de una carrera repleta de altibajos, reinvenciones y una feroz determinación por romper barreras, se convirtió en una de las actrices más influyentes del séptimo arte. Desde su temprano rechazo por los estudios hasta su época dorada en la meca del cine, adentrémonos en el fascinante mundo de una mujer que desafió los estereotipos y abrió el camino para futuras generaciones de actrices audaces.



“Bette Davis en el cine: Explorando su versatilidad y empoderamiento”
Bette Davis fue una de las actrices más influyentes y admiradas de la historia del cine estadounidense. Nacida el 5 de abril de 1908 en Lowell, Massachusetts, bajo el nombre de Ruth Elizabeth Davis, desde pequeña mostró su interés por el arte y la interpretación. Tras graduarse en el instituto, se matriculó en la escuela de arte dramático de John Murray Anderson, donde perfeccionó su técnica y su voz. Su debut en Broadway fue en 1929, con la obra Broken Dishes, que le abrió las puertas de Hollywood.
Sin embargo, sus inicios en la meca del cine no fueron fáciles. Los estudios Universal la consideraron poco atractiva y le dieron papeles secundarios e intrascendentes. Fue al firmar con Warner Bros. en 1932 cuando su carrera despegó y empezó a recibir el reconocimiento de la crítica y el público. Su primer gran éxito fue Cautivo del deseo (1934), junto a Leslie Howard, que le valió su primera nominación al Óscar. Al año siguiente, ganó su primera estatuilla por Peligrosa (1935), un drama sobre una actriz alcohólica y manipuladora.
Davis se caracterizó por su versatilidad y su capacidad para encarnar personajes complejos, antipáticos y desafiantes. No le importaba deslucir su belleza o envejecerse para dar vida a sus personajes. Algunos de sus roles más memorables fueron los de Jezabel (1938), por el que ganó su segundo Óscar; La carta (1940), donde interpretó a una mujer que asesina a su amante; La loba (1941), una sátira sobre una ambiciosa mujer de teatro; La extraña pasajera (1942), un melodrama sobre una mujer que padece una enfermedad terminal; o La solterona (1939), donde dio vida a una mujer que renuncia al amor por el bien de su sobrina.
Davis fue una mujer independiente y rebelde, que no se conformaba con los roles femeninos convencionales ni con las imposiciones de los estudios. En 1937, demandó a Warner Bros. para liberarse de su contrato, alegando que le ofrecían papeles mediocres y que limitaban su libertad artística. Aunque perdió el juicio, consiguió que los estudios le dieran mejores condiciones y más respeto. También fue la primera mujer en presidir la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, entre 1941 y 1945, y cofundadora de la Cantina de Hollywood, un centro de entretenimiento para los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.
Su vida personal estuvo marcada por las dificultades y los fracasos amorosos. Se casó cuatro veces, con Harmon Nelson, Arthur Farnsworth, William Grant Sherry y Gary Merrill, pero todos sus matrimonios acabaron en divorcio o viudez. Tuvo tres hijos: Barbara, adoptada con Sherry; y Michael y Margot, adoptados con Merrill. Su relación con ellos fue conflictiva y turbulenta, especialmente con Barbara, quien escribió un libro acusando a Davis de ser una madre abusiva y negligente.
En los años cincuenta, su carrera entró en decadencia y tuvo que aceptar papeles inferiores a su talento. Sin embargo, tuvo un resurgimiento gracias a Eva al desnudo (1950), una obra maestra dirigida por Joseph L. Mankiewicz, donde interpretó a una veterana actriz amenazada por una joven ambiciosa. Por este papel recibió su décima nominación al Óscar, convirtiéndose en la primera actriz en lograrlo. También fue galardonada con el premio a la Trayectoria del American Film Institute en 1977.
En los años sesenta y setenta, Davis se reinventó como actriz de terror y suspense, protagonizando películas como ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), Canción de cuna para un cadáver (1964) o El aniversario (1968). También trabajó en televisión y teatro, demostrando su vigencia y su pasión por la actuación. Su última película fue Las ballenas de agosto (1987), junto a Lillian Gish.
Davis sufrió varios problemas de salud en sus últimos años, entre ellos un cáncer de mama, un infarto y una mastectomía. A pesar de ello, siguió trabajando hasta poco antes de su muerte, ocurrida el 6 de octubre de 1989 en París, a los 81 años. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas esparcidas en el mar.
Davis dejó un legado imborrable en la historia del cine y fue considerada como la segunda mejor actriz de todos los tiempos por el American Film Institute, solo superada por Katharine Hepburn. Su talento, su carácter y su estilo la convirtieron en un icono del séptimo arte y en una inspiración para muchas generaciones de actrices..
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