En un remolino de palabras y emociones, se adentra en el tiempo y el espacio la poesía de Rubén Darío, transportándonos a un momento crucial de la historia: la conquista de América. Cual mariposa posada en la delicada flor del lenguaje, el poeta nicaragüense nos invita a adentrarnos en su obra magistral, “A Colón”, donde la crítica y el lamento se entrelazan en un baile de versos. A través de las páginas de este poema, nos sumergimos en un océano de reflexiones y anhelos, donde Darío alza su voz para cuestionar los efectos negativos de la conquista en la sociedad indígena y en la propia sociedad contemporánea. Es un viaje hacia los abismos del pasado, hacia los sueños rotos de un continente que aún llora su pérdida, y es aquí, en estas páginas entintadas con verdad y melancolía, donde nos encontramos ante el poder transformador de la literatura, capaz de alumbrar la conciencia y generar un diálogo eterno entre los ecos de la historia y la esperanza de un futuro más justo. Adelante, caminante de letras, acompáñanos en este recorrido literario, donde el silencio se desvanece y las palabras toman vuelo en busca de redención. Bienvenidos a “A Colón” de Rubén Darío.

“Los efectos de la conquista de América en la sociedad indígena: un análisis crítico en el poema ‘A Colón’ de Rubén Darío”
El poema “A Colón” escrito por Rubén Darío es una obra que aborda de manera extensa y detallada el tema del impacto de la conquista de América. Publicado en 1892 durante la celebración del cuarto centenario del Descubrimiento de América, este poema es una expresión crítica y llena de lamento hacia los efectos negativos que la conquista tuvo en la sociedad indígena y en la propia sociedad contemporánea española y de los países hispanoamericanos.
Dividido en 14 serventesios con rima alterna consonante, Darío utiliza un lenguaje claro y directo para transmitir su mensaje. Desde la primera estrofa, el poeta dirige sus palabras a Colón, afirmándole que la América idealizada por él solo existe en sueños perdidos. Además, expone las consecuencias de las luchas, guerras y crisis económicas que han azotado a Hispanoamérica, derivadas tanto de la presencia española como de la posterior independencia de los países.
El poeta también cuestiona las luchas fratricidas que surgieron tras la independencia en el siglo XIX, mostrando cómo la división interna de estos países ha sido causa de sufrimiento y desgracia. En este punto, Darío introduce la idea de idealización de los pueblos y sociedades precolombinas, destacando sus virtudes y lamentando que los conquistadores no hayan tenido el mismo carácter y sabiduría que los antiguos caciques prehispánicos.
Es interesante notar cómo Darío menciona la Revolución Francesa, la cual fue un importante referente ideológico para el proceso de independencia en América Latina. Sin embargo, a pesar de este cambio político, el poema refuerza la idea de que la conquista trajo más desgracia que beneficios.
En las últimas estrofas, el autor continúa con referencias religiosas y una idealización de los indígenas, especulando acerca de un pasado sin conquista. En contraste, Darío critica a los poderosos, representados como los “barrabases”, mientras que Cristo aparece en una imagen de tristeza y fragilidad, mendigando por ayuda.
El poema concluye volviendo a dirigirse a Colón, instándolo a rogar por unas tierras que siguen sufriendo y anhelando un futuro esperanzador. Es importante destacar que “A Colón” es uno de los poemas más famosos de Rubén Darío debido a la profundidad de su mensaje. A través de un lenguaje claro y metáforas menos elaboradas, el poeta logra universalizar su crítica y su lamento sobre las consecuencias de la conquista de América.
En resumen, “A Colón” es una obra que aborda con detalle y profundidad las terribles consecuencias de la conquista de América, tanto en la sociedad indígena como en la sociedad contemporánea española y de los países hispanoamericanos.
Éste es el reconocimiento de la crítica y lamento que Rubén Darío expresa a través de su poesía, en la que destaca la idealización de los pueblos precolombinos y cuestiona los efectos negativos de la conquista en la historia y el presente de América Latina.
‘A Colón’ de Rubén Darío”
¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.
Un desastroso espirítu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.
Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.
Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros reyes
fraternizan los Judas con los Caínes.
Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semiespañola,
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola.
Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas.
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas! .
Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpas y Moctezumas!
Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!
Libre como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.
Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.
La cruz que nos llevaste padece mengua;
y tras encanalladas revoluciones,
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras.
Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste!
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES