En medio de un mar de vivos colores y pinceladas cautivadoras, la obra “Domingueando” de Tomás Povedano nos sumerge en la aparente tranquilidad de un domingo en el campo costarricense. Sin embargo, detrás de esa aparente calma se esconden las complejidades de la vida campesina, los contrastes sociales y las duras realidades que marcan el destino de aquellos que trabajan la tierra. Con una mirada europea que intenta capturar la esencia de esta población, Povedano logra retratar en óleo cada detalle de la escena, transmitiendo emociones palpables y despertando cuestionamientos sobre la desigualdad, la labor extenuante y el eterno anhelo de descanso dentro de un contexto cultural y geográfico particular. Sumérgete en esta obra, deja que los trazos cobren vida y acompáñanos en un viaje por la esencia de la vida rural costarricense.

Tomás Povedano
España, 1910
“Domingo en Costa Rica: Retrato de la vida campesina”
Museo: Museo de Arte Costarricense (MAC), San José (Costa Rica)
Técnica: Óleo (75 x 52 cm)
Escrito por: Daniela Carrión Rojas
¿Puede la mirada de un europeo quien sujeta con rigidez sus costumbres, hacer una apropiada representación de la población campesina costarricense? Las opiniones pueden variar de boca en boca, sin embargo, la obra cumple con su objetivo: mostrar un día de domingo para los campesinos de Costa Rica.
En la pintura se puede apreciar una mujer de prendas más finas cargar un paraguas para cuidarse del sol, mientras que a su alrededor se encuentran unos campesinos creando un sutil contraste entre la elegancia de la mujer y la vestimenta más sencilla de los hombres y mujeres que están a su disposición. En la parte delantera en el medio de la carreta, un niño es cargado por una joven que, a juzgar por su expresión vacía y la actitud evasiva del chico, podríamos decir que no se trata de una madre con su hijo.
Al lado izquierdo, un campesino camina descalzo por el terroso sendero mientras guía con desgana al destino donde se dirigen, además un perro está al lado suyo, símbolo hartamente conocido de la lealtad. Si movemos la mirada a la derecha, descubriremos una pobre mujer quien también descalza y sin un espacio en la carreta, le ha tocado cargar con las pertenencias en las manos.
La atmosfera general de la obra está plagada de sentimientos negativos palpables en sus rostros, queda exenta la honorable mujer que solo ha salido a disfrutar un poco del paisaje. ¿Por qué se puede respirar un disgusto tan claro? ¿Será por el caluroso clima de Costa Rica propio de esas zonas? O es quizás ¿La cansada labor que han ido desempeñando día tras día los campesinos sin que su esfuerzo sea recompensado? ¿O es solo que, en un domingo, día de descanso, han tenido que trabajar?
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES