¿Te imaginas un lago que tiene el poder de convertir en piedra a todo lo que toca? ¿Un lago que es tan salado y alcalino que solo unos pocos seres vivos pueden sobrevivir en él? ¿Un lago que cambia de color según la luz del sol y las algas que lo habitan? Ese lago existe y se llama Natron. Se encuentra en el corazón de África, en la frontera entre Tanzania y Kenia, y es el resultado de la actividad volcánica de una montaña sagrada para los masáis. En este ensayo, te invitamos a descubrir los secretos de este lago fascinante, que es a la vez un ecosistema extremo y un museo natural de momias.



El lago Natron: un paraíso para los flamencos y un infierno para el resto de los animales


El lago Natron es un fenómeno natural único que desafía las condiciones de vida de la mayoría de los seres vivos. Su nombre proviene del natrón, un mineral compuesto por carbonato de sodio e hidróxido de sodio, que se forma por la evaporación de sus aguas y le da un aspecto blanquecino y cristalino. El lago tiene una superficie de unos 800 km^2^ y una profundidad máxima de 3 metros. Su salinidad varía entre el 10% y el 60%, lo que lo convierte en uno de los lagos más salados del mundo.

El lago Natron se encuentra en una zona volcánica activa, donde el estratovolcán Ol Doinyo Lengai, que significa “la montaña de Dios” en la lengua masái, domina el paisaje. Este volcán es el único que emite lava rica en carbonatita, un tipo de roca que contiene carbonatos de calcio y magnesio. La lava se solidifica rápidamente al entrar en contacto con el aire y forma cenizas blancas que son arrastradas por el viento y se depositan en el lago. Estas cenizas aumentan el pH del agua, que puede llegar a ser superior a 12, lo que equivale al de un limpiador doméstico.

Estas condiciones extremas hacen que el lago Natron sea un lugar hostil para la mayoría de los organismos. Sin embargo, algunos han logrado adaptarse y sobrevivir en este entorno inhóspito. Entre ellos se encuentran las algas espirulinas, unas cianobacterias que tienen la capacidad de realizar la fotosíntesis y producir pigmentos rojos que les dan un color rosado al agua. Estas algas son el alimento principal de los peces alcolapia alcalica, una especie endémica del lago que ha desarrollado una tolerancia a la salinidad y al pH elevado. Estos peces, a su vez, son la base de la dieta de los flamencos enanos, unas aves migratorias que llegan al lago durante la temporada de reproducción. Los flamencos construyen sus nidos con barro en las islas formadas por las algas y ponen sus huevos protegidos por una capa de sal. Los flamencos tienen un pico especializado que les permite filtrar las algas del agua y obtener los nutrientes necesarios.

Sin embargo, no todos los animales que se acercan al lago Natron tienen la misma suerte. Muchos de ellos mueren al entrar en contacto con sus aguas o al beberlas por error. El alto contenido en carbonato de sodio del agua actúa como un agente conservante que impide la descomposición de los cadáveres y los convierte en estatuas pétreas. Estos restos momificados quedan expuestos en las orillas del lago o emergen del fondo cuando el nivel del agua baja, creando un escenario macabro y fascinante a la vez.

El lago Natron es, sin duda, uno de los lagos más extraños y sorprendentes de la tierra, que muestra la capacidad de adaptación de algunos seres vivos a las condiciones más adversas y el poder destructivo de la naturaleza sobre otros. Su belleza y su misterio lo convierten en un lugar digno de ser visitado y estudiado por los amantes de la geología, la biología y la fotografía.


El lago Natron es un lago salado endorreico africano localizado en el Gran Valle del Rift, en Tanzania, en la frontera con Kenia¹. Su nombre proviene del natrón, un mineral compuesto por carbonato de sodio e hidróxido de sodio, que se forma por la evaporación de sus aguas y le da un aspecto blanquecino y cristalino¹.

No hay mucha información sobre el descubrimiento del lago Natron, pero se cree que fue explorado por primera vez por los europeos a finales del siglo XIX. Uno de los primeros viajeros que lo mencionó fue el alemán Gustav Fischer, que lo visitó en 1883 durante su expedición al interior de África Oriental. Fischer describió el lago como “un gran espejo de sal” y observó la presencia de flamencos y otras aves acuáticas².

Otro explorador que estudió el lago Natron fue el británico John Walter Gregory, que lo exploró en 1893 como parte de su viaje geológico por el Gran Valle del Rift. Gregory tomó muestras del agua y del suelo del lago y analizó su composición química. También registró la temperatura, la profundidad y la salinidad del lago, así como la flora y la fauna que lo habitaban.

Desde entonces, el lago Natron ha sido objeto de varios estudios científicos, especialmente sobre su ecología, su geología y su relación con el volcán Ol Doinyo Lengai. El lago Natron es un lugar único y sorprendente, que alberga una biodiversidad adaptada a sus condiciones extremas y que muestra el poder de la naturaleza sobre la vida y la muerte.


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