En el tapiz de la narrativa estadounidense, hay hilos que brillan con una intensidad que trasciende el tiempo y el espacio, entrelazándose en la memoria colectiva con una fuerza que ni siquiera el viento más feroz puede deshilvanar. Margaret Mitchell, con su pluma poderosa y su sensibilidad aguda, tejió uno de esos hilos eternos. Nacida en el corazón palpitante de Georgia, Mitchell se empapó de historias y heridas de una era pasada, moldeando desde la tranquilidad de su hogar y la adversidad personal, un relato que se convertiría en el alma impresa del Sur: “Lo que el viento se llevó”. Esta obra no solo capturó la complejidad de la guerra y la reconstrucción, sino que también inmortalizó el espíritu indomable de su protagonista, Scarlett O’Hara, cuya fuerza y ambición reflejaban, quizás, la misma esencia de su creadora.

Margaret Mitchell: una escritora que se llevó el viento
Margaret Mitchell nació el 8 de noviembre de 1900 en Atlanta, Georgia, en el seno de una familia acomodada y culta. Su padre era un abogado prestigioso y presidente de la Sociedad de Historia de Atlanta; su madre y su hermano eran aficionados a los estudios históricos. Margaret creció escuchando las historias de la guerra de Secesión, que marcaron su imaginación y su sensibilidad.
Estudió en la escuela de su ciudad y luego ingresó en el Smith College, donde comenzó la carrera de Medicina. Sin embargo, la muerte de su madre en 1919 la obligó a regresar a su hogar para cuidar de su padre y su hermano. Tras un período de ociosidad, se dedicó al periodismo y colaboró como reportera y columnista en el Atlanta Journal desde 1922 hasta 1926. En ese año, se casó con John R. Marsh, un publicista con el que compartía su amor por la literatura.
En 1926, sufrió un accidente que le lesionó un pie y la dejó postrada en cama durante varios meses. Fue entonces cuando empezó a escribir el que sería su único libro, Lo que el viento se llevó, una novela histórica ambientada en el sur de Estados Unidos durante la guerra de Secesión y la Reconstrucción. La protagonista, Scarlett O’Hara, es una joven bella, caprichosa y ambiciosa, que lucha por mantener su plantación familiar, Tara, y por conquistar el amor de Ashley Wilkes, un caballero sureño comprometido con su prima Melanie. En su camino se cruza Rhett Butler, un aventurero cínico y seductor, que se enamora de ella y la desafía constantemente.
Margaret escribió la novela de forma caótica y desordenada, sin seguir un plan previo. Se documentó con numerosos libros y documentos sobre la época, que incorporaba a la narración según los iba encontrando. Fue desarrollando el carácter de sus personajes y viviendo sus vidas. No tenía intención de publicar su obra, sino que la escribía como una forma de entretenimiento personal.
Sin embargo, en 1935, un editor de la prestigiosa editorial Macmillan, Harold Latham, visitó Atlanta y se enteró de la existencia de la novela. Le pidió a Margaret que se la dejara leer, y ella accedió a regañadientes. Latham quedó impresionado por la calidad y el potencial de la obra, y le ofreció un contrato a la autora, que aceptó con cierta sorpresa. Le impuso un plazo máximo para terminar la novela y le sugirió algunos cambios y correcciones.
La novela se publicó en junio de 1936, con el título de Gone with the Wind, que Margaret tomó de un poema de Ernest Dowson. El éxito fue fulminante: se vendieron más de un millón y medio de ejemplares en el primer año, y la crítica la elogió como una obra maestra. En 1937, Margaret recibió el premio Pulitzer, el más prestigioso de la literatura estadounidense. La novela se tradujo a más de 40 idiomas, e incluso se adaptó al sistema Braille para ciegos.
El fenómeno de Lo que el viento se llevó se amplificó aún más con su versión cinematográfica, que se estrenó en 1939. La película, producida por David O. Selznick y dirigida por Victor Fleming, fue una de las más caras y espectaculares de la historia del cine. Contó con un reparto de lujo, encabezado por Clark Gable y Vivien Leigh, que interpretaron a Rhett y Scarlett, respectivamente. La película fue un éxito de taquilla y de crítica, y ganó ocho premios Oscar, incluyendo el de mejor película. Su estreno mundial tuvo lugar en el Gran Teatro de la Loew de Atlanta, el 15 de diciembre de 1939, con la presencia de Margaret y de algunos de los actores. La película se convirtió en un clásico internacional, y se sigue proyectando y reeditando hasta la actualidad.
Margaret Mitchell no volvió a escribir otra novela, aunque sí publicó algunos relatos cortos y artículos periodísticos. Tampoco se dejó deslumbrar por la fama y el dinero, sino que siguió viviendo en su modesta casa de Atlanta, llevando una vida sencilla y discreta. Se dedicó a la filantropía y a la ayuda social, especialmente a los afroamericanos, a los que apoyó con becas y donaciones. Contestaba con amabilidad las numerosas cartas que recibía de sus admiradores, y se mostraba humilde y agradecida por el éxito de su obra.
Margaret Mitchell murió el 16 de agosto de 1949, a los 48 años, a causa de las heridas que sufrió al ser atropellada por un automóvil cuando cruzaba una calle de Atlanta. Fue enterrada en el cementerio de Oakland, junto a su marido, que había fallecido dos años antes. Su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación para los fans de su novela, que la recuerdan como una de las escritoras más influyentes y queridas del siglo XX. Su obra sigue siendo un referente de la literatura y el cine, y un testimonio de la historia y la cultura del sur de Estados Unidos. Como dijo Rhett Butler, Lo que el viento se llevó es algo que el viento nunca podrá llevarse..
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