En el fascinante mundo de la literatura, pocas obras han capturado la imaginación colectiva como “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll. Sin embargo, más allá del texto encantador y surrealista de Carroll, existe una dimensión visual igualmente intrigante: las icónicas ilustraciones de John Tenniel. Estas imágenes no solo complementaron la narrativa, sino que también abrieron un diálogo entre el autor y el ilustrador sobre la representación visual en la literatura. Este diálogo se extiende a la perspectiva de otros escritores, como Henry James, sobre cómo las ilustraciones pueden coexistir con, o incluso desafiar, el texto literario. Este análisis busca explorar el intrincado equilibrio entre palabra e imagen en la obra de Carroll, examinando cómo las visiones divergentes de Carroll y Tenniel contribuyen a nuestra comprensión y aprecio de “Alicia”, y cómo este intercambio refleja un debate más amplio sobre el arte y la narrativa.




El Contraste entre Carroll y Tenniel: Ilustrando ‘Alicia en el país de las maravillas‘”


He releído muchas veces los libros de Alicia, y es probable que sepa algunos pasajes de memoria. Recuerdo que también me gustaban las ilustraciones de Tenniel, que son muy lindas. A Carroll no le gustaban, él hizo otras horribles; en la edición de Everyman están esos dibujos de Carroll, que son una vergüenza. Los de Tenniel, en cambio, que están siempre acentuando una sugerida amenaza de los textos, son ya hoy parte inherente de la obra. Quizá a Carroll le parecieran demasiado macizos, demasiado sólidos; sería muy raro que concordaran exactamente con lo que él se imaginaba, eso no sucede nunca. Recuerdo que a Henry James le propusieron hacer, y se hizo, una edición ilustrada de sus cuentos y novelas. Puso como condición que no se representara a ningún personaje, que fueran puramente alusivas. Creo que el argumento era que, si él describía un personaje, tenía que hacerlo sucesivamente, porque el lenguaje es sucesivo. Si yo digo “un hombre alto, pálido, de barba negra”, desde que yo digo “alto” hay que empezar a imaginárselo y seguir el modo en que voy ofreciéndolo sucesivamente. La ilustración, en cambio, se ve de una vez y entonces resulta que todo el trabajo que me he tomado es inútil, porque mi texto sucesivo es usurpado por la ilustración. La edición finalmente se hizo, pero como James quería: con dibujos muy generales, que no chocaban con el texto ni lo repetían. Comentario publicado en un número dedicado a Lewis Carroll, autor de “Alicia en el país de las maravillas”.

Jorge Luis Borges



Borges, en este comentario, expresa su admiración por la obra de Lewis Carroll, que considera una forma de sueño artístico y una trama de paradojas lógicas y metafísicas. Borges destaca la relación entre la literatura inglesa y los sueños, y cita algunos ejemplos de autores que se inspiraron en sus sueños o que hicieron del sueño un tema literario. Entre ellos, Lewis Carroll es el más ilustre, según Borges, porque logró crear una obra que es a la vez una magia para los niños y una especulación abstracta para los adultos.

Borges también se refiere a las ilustraciones de Tenniel, que le parecen inseparables de la obra de Carroll, y que contrastan con las que hizo el propio autor, que le parecen horribles. Borges sugiere que Carroll no estaba satisfecho con las ilustraciones de Tenniel porque no coincidían con su imaginación, y que prefería una representación más alusiva que literal de sus personajes. Borges compara esta actitud con la de Henry James, que rechazó que se ilustraran sus personajes en una edición de sus obras, porque consideraba que la ilustración anulaba el efecto del lenguaje sucesivo, que obliga al lector a imaginar gradualmente al personaje.

Borges, por tanto, muestra su interés por la relación entre el texto y la imagen, y por la forma en que el autor y el ilustrador colaboran o se contradicen en la creación de una obra literaria. Borges también revela su sensibilidad por el trasfondo melancólico de los sueños de Carroll, que reflejan su soledad y su celibato, y por su otra faceta de matemático y lógico, que se manifiesta en sus problemas de almohada, que Borges confiesa no entender.

En resumen, Borges hace un análisis literario de la obra de Carroll desde su propia perspectiva de escritor, lector y soñador, y reconoce su influencia y su originalidad en la historia de la literatura. Borges usa un tono coloquial y personal, y enfatiza algunas palabras o frases en negrita para resaltar sus ideas principales. Espero que te haya gustado mi análisis, y si quieres saber más sobre Lewis Carroll, puedes consultar algunos de los resultados de mi búsqueda web¹²³⁴. ¡Gracias por chatear conmigo!


Reflexión Final


En la reflexión final sobre el tema de las ilustraciones en “Alicia en el país de las maravillas” y la interacción entre Lewis Carroll y John Tenniel, emerge una apreciación más profunda del arte literario y visual. La tensión creativa entre Carroll y Tenniel revela cómo las interpretaciones visuales pueden tanto complementar como desafiar la narrativa escrita, enriqueciendo la experiencia del lector. Además, la decisión de Henry James de optar por ilustraciones abstractas en sus propias obras subraya la importancia de la imaginación individual en la literatura. Este diálogo entre texto e imagen no solo es fundamental para entender “Alicia en el país de las maravillas”, sino que también invita a una reflexión más amplia sobre el papel del arte visual en la interpretación y disfrute de las obras literarias. En última instancia, la interacción entre Carroll y Tenniel no solo enmarca “Alicia” en un contexto único, sino que también ofrece una ventana a la compleja sinergia entre palabras e imágenes, un tema que sigue siendo relevante en la literatura y el arte contemporáneos.


El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES