En el crepúsculo del siglo XIX, mientras Estados Unidos navegaba por las turbulentas aguas de la reconstrucción post-Guerra Civil, surgía una voz que resonaría en los anales de la historia afroamericana y de la nación en su conjunto. Esa voz era la de Booker T. Washington, un educador y líder cuyo pragmatismo y visión de la prosperidad a través de la autosuficiencia chocaría con las corrientes de la lucha por los derechos civiles. Su discurso en la Exposición Internacional de Algodón de 1895 en Atlanta, conocido como el Compromiso de Atlanta, se convertiría en un hito, un momento definitorio que encapsuló las complejidades y contradicciones de la era.

En el corazón del Compromiso de Atlanta yacía una propuesta audaz: la idea de que los afroamericanos deberían enfocarse en el progreso económico y la educación técnica, posponiendo temporalmente la lucha por la igualdad política y los derechos civiles. Esta perspectiva de Washington no solo desafió el status quo, sino que también encendió un debate nacional sobre la mejor manera de abordar las injusticias raciales en una sociedad profundamente dividida. Su discurso planteó preguntas cruciales que resonarían a lo largo del siglo XX: ¿Es la prosperidad económica el precursor de la igualdad racial? ¿O es la lucha por los derechos civiles y políticos la verdadera clave para el progreso? La historia de Booker T. Washington y su enfoque pragmático ofrece una ventana a estas preguntas, explorando la compleja intersección de raza, educación y política en una era de cambio sin precedentes.



Booker T. Washington: un líder de la educación afroamericana


Booker T. Washington fue un educador, escritor y activista que dedicó su vida a la causa de la educación y el progreso de los afroamericanos en Estados Unidos. Nacido en la esclavitud, superó grandes obstáculos y se convirtió en uno de los hombres más influyentes y respetados de su época.


Infancia y juventud


Booker Taliaferro Washington nació el 5 de abril de 1856 en una plantación de tabaco en el condado de Franklin, Virginia. Su padre era un blanco desconocido, probablemente el dueño de la plantación, y su madre era una esclava negra llamada Jane. Booker tenía dos hermanos mayores, John y Amanda, y vivía en una cabaña de madera con un piso de tierra y sin ventanas. Su nombre de pila era simplemente Booker, ya que los esclavos no tenían apellidos. Más tarde, adoptó el nombre de Washington en honor al general y primer presidente de Estados Unidos, George Washington.

La infancia de Booker fue dura y miserable. Trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer en las labores de la plantación, y solo recibía una camisa de lino como vestimenta para todo el año. No tenía juguetes ni libros, y apenas podía hablar con su madre, que trabajaba como cocinera en la casa grande. Booker tenía una gran sed de aprender, pero la educación estaba prohibida para los esclavos. A escondidas, aprendió el alfabeto de una niña negra que iba a la escuela, y practicaba escribir con un trozo de carbón en una tabla de madera.

En 1865, cuando Booker tenía nueve años, la Guerra Civil estadounidense terminó y la esclavitud fue abolida. Su madre decidió mudarse con sus hijos a Malden, Virginia Occidental, donde vivía su esposo, Washington Ferguson, un minero de carbón libre. Allí, Booker pudo asistir a una escuela para negros, pero solo por unas pocas horas al día, ya que tenía que trabajar en una mina de sal para ayudar a su familia. A pesar de las dificultades, Booker se esforzó por estudiar y se destacó como alumno. Su maestro, el reverendo Lewis Adams, le animó a seguir su educación y le habló del Instituto Hampton, una escuela para negros fundada por el educador blanco Samuel C. Armstrong en Virginia.


El Instituto Hampton


En 1872, a los 16 años, Booker tomó la decisión de ir al Instituto Hampton, a pesar de no tener dinero ni medios de transporte. Caminó más de 800 kilómetros, durmiendo al aire libre o en casas de negros que le acogían, y trabajando ocasionalmente para ganar algo de dinero. Llegó a Hampton con solo 50 centavos en el bolsillo, sucio y hambriento. Al presentarse ante el director, Armstrong, este le puso a prueba dándole una escoba y un trapo y pidiéndole que limpiara una habitación. Booker lo hizo tan bien que Armstrong le admitió como estudiante y le dio un trabajo como conserje para pagar sus estudios.

En el Instituto Hampton, Booker recibió una educación integral que combinaba materias académicas con habilidades prácticas como agricultura, carpintería y sastrería. También aprendió valores morales y cívicos, y desarrolló un sentido de responsabilidad y liderazgo. Booker se graduó con honores en 1875, y se ganó el respeto y la confianza de Armstrong, que le consideraba su protegido.


El Instituto Tuskegee


Después de graduarse, Booker enseñó en una escuela para negros en Malden, y luego en el Instituto Hampton, donde fundó una escuela nocturna para los trabajadores negros que no sabían leer ni escribir. En 1881, Armstrong le recomendó para dirigir una nueva escuela para negros en Tuskegee, Alabama, que había sido creada por el estado con el apoyo de la comunidad negra local. Booker aceptó el reto y se trasladó a Tuskegee con su esposa, Fannie Smith, y su hijo, Portia.

Al llegar a Tuskegee, Booker se encontró con que la escuela no tenía edificio, ni equipamiento, ni fondos. Solo tenía una vieja iglesia alquilada y 30 alumnos ansiosos de aprender. Booker decidió que la mejor manera de construir la escuela era que los propios alumnos la construyeran. Así, les enseñó a fabricar ladrillos, a levantar paredes, a hacer muebles, a cultivar la tierra y a criar animales. Poco a poco, la escuela fue creciendo y se convirtió en el Instituto Normal e Industrial de Tuskegee, una institución modelo que ofrecía una educación práctica y útil para los afroamericanos del sur rural.

Booker dedicó el resto de su vida a dirigir el Instituto Tuskegee, que llegó a tener más de 1500 alumnos y 200 profesores, y una extensión de más de 800 hectáreas. Booker se encargó de recaudar fondos para la escuela, viajando por todo el país y solicitando donaciones de filántropos blancos como Andrew Carnegie, John D. Rockefeller y Julius Rosenwald. También estableció relaciones con políticos y empresarios blancos, que le veían como un líder moderado y razonable de la comunidad negra.


El Compromiso de Atlanta


En 1895, Booker pronunció el discurso más famoso de su carrera, conocido como el Compromiso de Atlanta, en la Exposición de Algodón de Atlanta, Georgia. Fue el primer negro en hablar ante una audiencia mixta de blancos y negros en el sur. En su discurso, Booker defendió la idea de que los negros debían aceptar su situación de segregación y discriminación, y concentrarse en mejorar su condición económica mediante el trabajo y la educación. También pidió a los blancos que reconocieran los beneficios de tener una población negra leal, pacífica y productiva, y que les dieran oportunidades de progreso. Booker afirmó que los negros y los blancos podían ser “tan separados como los dedos” en lo social, pero “una mano” en lo económico.

En este discurso, Washington, que era uno de los líderes afroamericanos más prominentes de su tiempo, propuso un compromiso entre los afroamericanos y los blancos del sur de Estados Unidos. Sus puntos clave incluyeron:

  1. Auto-suficiencia económica: Washington argumentó que los afroamericanos deberían enfocarse en el progreso económico y la educación vocacional o técnica, más que en buscar la igualdad política y civil inmediata.
  2. Aceptación de la segregación: Sugirió que los afroamericanos debían aceptar temporalmente la segregación y la discriminación racial mientras trabajaban para mejorar su estatus económico y educativo.
  3. Relaciones raciales pragmáticas: El discurso apeló a los blancos del sur para que proporcionaran oportunidades de empleo y educación a los afroamericanos, argumentando que esto beneficiaría a ambas razas y al desarrollo económico del sur.

El Compromiso de Atlanta fue recibido con opiniones divididas. Muchos líderes blancos lo elogiaron, viéndolo como una aceptación de la supremacía blanca y el status quo racial. Sin embargo, algunos líderes afroamericanos, como W. E. B. Du Bois inicialmente apoyaron las ideas de Washington, pero más tarde se convirtieron en críticos acérrimos, argumentando que el compromiso cedía demasiado a las demandas de la supremacía blanca y retrasaba la lucha por la igualdad civil y los derechos políticos.

La influencia y el impacto del Compromiso de Atlanta se extendieron por varias décadas después de su pronunciación en 1895, y su conclusión no fue un evento singular, sino más bien un cambio gradual en el enfoque y las actitudes hacia los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos.

  1. Impacto Inicial: Inicialmente, el discurso de Booker T. Washington fue bien recibido por muchos en la comunidad blanca, ya que parecía respaldar la idea de la supremacía blanca y la segregación racial. Entre los afroamericanos, generó una mezcla de apoyo y oposición. Algunos vieron la estrategia de Washington como una forma pragmática de avanzar bajo las circunstancias opresivas de la época.
  2. Aumento de la Oposición: Con el tiempo, la oposición al enfoque de Washington creció, particularmente con el surgimiento de líderes como W. E. B. Du Bois. Du Bois y otros criticaron la idea de ceder en la lucha por la igualdad de derechos civiles y políticos, argumentando que la educación y el progreso económico no podrían realizarse plenamente sin estos derechos.
  3. Movimiento por los Derechos Civiles: En las décadas de 1950 y 1960, el Movimiento por los Derechos Civiles emergió como una fuerza poderosa, rechazando la noción de Washington de aceptar la segregación y enfocándose en la lucha por la igualdad de derechos y el fin de la segregación. Este movimiento culminó en logros significativos como la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley del Derecho al Voto de 1965.
  4. Legado Complicado: El legado del Compromiso de Atlanta y de Booker T. Washington es complejo. Por un lado, Washington es reconocido por su contribución a la educación y el progreso económico de los afroamericanos, especialmente en un momento de intensa opresión racial. Por otro lado, su enfoque ha sido criticado por parecer ceder demasiado a la opresión racial y retrasar la lucha por la igualdad plena.

En resumen, el asunto del Compromiso de Atlanta concluyó con un cambio gradual en el enfoque de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, moviéndose desde un énfasis en la autosuficiencia y la aceptación de la segregación hacia una demanda más directa de igualdad de derechos y el fin de la segregación.


El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES