En las brumas de la historia, donde la valentía y el ingenio se entrelazan en las páginas del tiempo, yacen relatos que desafían nuestra comprensión de la lealtad y el amor. Uno de estos es la fascinante leyenda de las leales esposas de Weinsberg, un episodio que nos transporta al corazón del Sacro Imperio Romano Germánico del siglo XII. Este relato, más que una mera narración histórica, es una ventana a un mundo donde la astucia femenina y la fidelidad conyugal se elevaron por encima del fragor de la guerra y la política. En el asedio del castillo de Weinsberg, emergen figuras heroicas no en armaduras resplandecientes, sino en la forma de mujeres decididas, cuya audacia sorprendió a un rey y cambió el curso de la historia. Aquí comienza la historia de estas mujeres extraordinarias, cuya hazaña trasciende el tiempo y sigue inspirando a generaciones.



Amor y Estrategia en la Edad Media: El Legado Inmortal de las Mujeres de Weinsberg”


Las leales esposas de Weinsberg son las protagonistas de una leyenda medieval que narra cómo salvaron la vida de sus maridos durante el asedio del castillo de Weinsberg por parte del rey Conrado III de Alemania en el año 1140. Según la leyenda, el rey Conrado, que pertenecía a la facción de los gibelinos, había derrotado a los güelfos, partidarios del emperador Lotario II, y sitiado el castillo de Weinsberg, donde se habían refugiado los últimos defensores güelfos. El rey ofreció a las mujeres del castillo la posibilidad de salir con lo que pudieran cargar en sus espaldas, pero ellas decidieron llevarse a sus maridos, hijos y padres. El rey, impresionado por la fidelidad y el ingenio de las mujeres, perdonó la vida a todos los habitantes del castillo y levantó el asedio.


Origen y difusión de la leyenda


La leyenda de las leales esposas de Weinsberg se basa en un hecho histórico, pero con algunas variaciones y exageraciones. El asedio de Weinsberg tuvo lugar en el contexto de la guerra civil entre los gibelinos y los güelfos, dos facciones políticas que se disputaban el control del Sacro Imperio Romano Germánico. Los gibelinos apoyaban a la dinastía de los Hohenstaufen, representada por Conrado III, mientras que los güelfos apoyaban a la dinastía de los Welf, representada por Lotario II. Tras la muerte de Lotario II en 1137, Conrado III fue elegido emperador, pero se enfrentó a la resistencia de los güelfos, liderados por Enrique el Soberbio, duque de Baviera y Sajonia. Conrado III inició una campaña militar contra los güelfos y sitió el castillo de Weinsberg, donde se habían refugiado algunos nobles güelfos, entre ellos Welf VI, hijo de Enrique el Soberbio.

Según las fuentes históricas, el asedio duró unos diez días y terminó con la rendición de los sitiados, que aceptaron la propuesta de Conrado III de entregar el castillo a cambio de la vida de todos los habitantes, excepto los doce caballeros más destacados, que debían ser ejecutados. Sin embargo, el rey se apiadó de ellos y les perdonó la vida, gracias a la intercesión de su hermano, el duque Federico II de Suabia, y de su sobrino, el futuro emperador Federico I Barbarroja. No hay ninguna mención a las mujeres del castillo ni a su supuesta hazaña de cargar con sus maridos.

La leyenda de las leales esposas de Weinsberg aparece por primera vez en el siglo XIII, en la crónica de Godofredo de Viterbo, un historiador al servicio de los Hohenstaufen. Godofredo añade el detalle de que las mujeres del castillo salieron con sus maridos a cuestas, pero no especifica si el rey les había concedido ese privilegio o si lo hicieron por sorpresa. La leyenda se difundió ampliamente en la literatura y el arte medievales, con diversas variantes y adornos. Por ejemplo, en algunas versiones, el rey permite a las mujeres llevarse lo que quisieran, pensando que se llevarían sus joyas y sus vestidos, y se queda asombrado cuando ve que se llevan a sus maridos. En otras versiones, el rey se enfada al ver que las mujeres han burlado su voluntad, pero su hermano y su sobrino le convencen de que respete su palabra y su honor. En algunas versiones, las mujeres llevan también a sus hijos y a sus padres, y en otras, solo a sus maridos. En algunas versiones, el rey se ríe de la ocurrencia de las mujeres, y en otras, se conmueve por su amor y su lealtad.

La leyenda de las leales esposas de Weinsberg se convirtió en un símbolo de la fidelidad conyugal y de la astucia femenina. También se interpretó como una crítica a la crueldad de la guerra y a la tiranía de los gobernantes. La leyenda inspiró numerosas obras literarias, como el poema épico Willehalm de Wolfram von Eschenbach, el romance histórico Die treuen Weiber von Weinsberg de Christoph von Schmid, o la comedia Las mujeres prudentes de Lope de Vega. También inspiró obras pictóricas, como el fresco de Hans Holbein el Viejo en el ayuntamiento de Augsburgo, o el cuadro de Friedrich Pecht en el castillo de Hohenzollern. Además, la leyenda dio origen a una expresión popular en alemán, “die treue Weiber von Weinsberg” (las fieles mujeres de Weinsberg), que se usa para alabar la lealtad y el ingenio de las mujeres.


El castillo de Weinsberg y el monumento a las mujeres


El castillo de Weinsberg, donde tuvo lugar el asedio y la leyenda, se encuentra en la ciudad del mismo nombre, en el estado de Baden-Wurtemberg, al sur de Alemania. El castillo fue construido en el siglo XI por los condes de Calw, y pasó a manos de los Welf en el siglo XII. Tras el asedio de 1140, el castillo fue destruido por orden de Conrado III, pero fue reconstruido por los Welf en el siglo XIII. El castillo sufrió varios daños y saqueos a lo largo de la historia, especialmente durante la guerra de los campesinos en el siglo XVI y la guerra de los treinta años en el siglo XVII. Finalmente, el castillo fue abandonado y quedó en ruinas en el siglo XVIII.

Hoy en día, el castillo de Weinsberg es un lugar de interés turístico y cultural, que conserva algunos restos de sus murallas, torres y edificios. Desde el castillo se puede disfrutar de una vista panorámica de la ciudad y del valle del río Sulm. El castillo también alberga un museo que expone objetos y documentos relacionados con la historia y la leyenda de Weinsberg. Además, en el castillo se encuentra el monumento a las mujeres, una estatua de bronce que representa a una mujer llevando a su marido a cuestas. El monumento fue erigido en 1860 por iniciativa de la reina Paulina de Wurtemberg, que era descendiente de los Welf. El monumento lleva la inscripción “Die Treue ist das Mark der Ehre” (La fidelidad es el sello del honor), y es un homenaje a las leales esposas de Weinsberg y a su gesta.


Nota: – La leyenda de las leales esposas de Weinsberg se basa en un hecho histórico, pero no es una historia real al cien por cien. La leyenda añade algunos detalles y exagera algunos hechos que no se corresponden con las fuentes históricas. Por ejemplo, las fuentes históricas no mencionan que las mujeres del castillo salieran con sus maridos a cuestas, ni que el rey les hubiera concedido ese privilegio. Tampoco hay evidencia de que el rey se riera o se conmoviera por la acción de las mujeres. La leyenda fue creada y difundida por los cronistas y los artistas medievales, que quisieron resaltar la fidelidad y el ingenio de las mujeres, así como la clemencia y el honor del rey. La leyenda se convirtió en un símbolo y en una inspiración para muchas obras literarias y pictóricas, pero no se puede considerar como una fuente fiable de la historia.


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