En un mundo donde los escenarios grandiosos y las celebraciones ostentosas a menudo capturan nuestra atención, existe una verdad sutil pero poderosa: es en los rincones más ordinarios de nuestra existencia donde la vida despliega su magia más auténtica. Desde los pasillos resonantes de los aeropuertos, donde los besos de despedida y reencuentro hablan de un amor más profundo que cualquier votos nupciales, hasta las silenciosas paredes de los hospitales, testigos de oraciones más fervientes que en cualquier catedral. Este ensayo se adentra en el corazón palpitante de la cotidianidad, descubriendo cómo, en los lugares menos esperados, se esconden las historias más conmovedoras y las verdades más profundas de nuestra humanidad. Entre calles urbanas y paritorios, en casas humildes y bares con bombillas fundidas, se despliega un tapiz de experiencias humanas que desafía y enriquece nuestra percepción de lo bello, lo sagrado y lo verdaderamente significativo.


“Espejos del Alma: Descubriendo lo Extraordinario en lo Ordinario”
“Los aeropuertos ven más besos sinceros que las bodas. Los muros de hospitales han escuchado más oraciones reales que las iglesias.›› Los paritorios ven más belleza que los centros estéticos. Las paredes de una casa de 60 metros sin vistas esconden más reinas que un palacio con 100 ventanas. Los bares con bombillas fundidas escuchan más confesiones que un confesionario eclipsado por un altar de oro. Ave María Purísima. El escenario de asfalto ve más actores que cualquier teatro de cualquier ciudad. Y en los cines hay más historias basadas en hechos reales y más besos de película que en largometrajes de los de: luces, cámaras, acción y golpe de claqueta.
Sí. Yo he visto miradas más llenas de palabras que un diccionario. Me he encontrado más payasos en discotecas que en circos y más fantasmas en las redes sociales que en películas de terror. Sí. He visto más bailes en una cama de noventa que en un salón con tres salas. He contemplado más cruces a cuestas delante de un cajero del banco que en un cementerio. Me he topado con más notas por la calle que en una partitura de piano y he admirado más arte en un abrazo que en muchas galerías”
Anónimo
Esta es una reflexión profunda y poética sobre cómo los lugares comunes y cotidianos pueden ser escenarios de emociones y experiencias auténticas, a menudo superando a los espacios tradicionalmente asociados con dichos eventos. Desarrollaré este tema detalladamente, enfocándome en cómo estos espacios comunes se convierten en lugares de significado profundo.
Los Aeropuertos y las Bodas: Mientras que las bodas son eventos diseñados para celebrar el amor, los aeropuertos, a menudo percibidos como espacios transitorios, son testigos de despedidas y reencuentros cargados de emociones genuinas. En los aeropuertos, los besos no son solo un ritual, sino expresiones sinceras de amor, miedo, despedida y reencuentro.
Hospitales e Iglesias: Los hospitales, a diferencia de las iglesias, no son primordialmente lugares de oración. Sin embargo, las paredes de un hospital han sido testigos de incontables súplicas silenciosas y oraciones fervientes de familiares y amigos deseando la recuperación de sus seres queridos. Estas plegarias, nacidas en momentos de miedo y esperanza, son manifestaciones crudas y reales de fe.
Paritorios y Centros Estéticos: Los centros estéticos buscan crear belleza a través de tratamientos y procedimientos, pero los paritorios revelan una belleza natural y fundamental: el milagro del nacimiento. La llegada de una nueva vida, con todo su potencial y promesa, es una forma de belleza que supera cualquier creación artificial.
Casas Pequeñas y Palacios: Una pequeña casa de 60 metros cuadrados, aunque carezca de las vistas majestuosas de un palacio, puede albergar más amor, calor y autenticidad. En estos espacios modestos, las relaciones se forjan y fortalecen, convirtiendo a sus habitantes en “reyes” y “reinas” en su propio derecho, gobernando un reino de emociones y experiencias compartidas.
Bares y Confesionarios: Los bares, especialmente aquellos menos pretenciosos con sus bombillas fundidas, a menudo se convierten en lugares de confesión. Entre amigos o incluso desconocidos, se comparten secretos y confidencias, a veces más honestas y profundas que las que se podrían decir en un confesionario.
Calles y Teatros: Las calles de la ciudad son un escenario donde cada persona es un actor en la obra de su vida cotidiana. A diferencia de un teatro, donde los actores siguen un guion, en las calles, cada persona vive y representa su propia historia única, a menudo con más pasión y autenticidad que cualquier actor en un escenario.
Cines y la Vida Real: Aunque los cines están llenos de historias ficticias, la vida real en estos espacios a menudo contiene más drama, romance y emoción genuina. Los cines son testigos de primeros amores, amistades que se forman y momentos compartidos que, aunque no estén en la pantalla grande, son igualmente significativos y memorables.
En resumen, estos lugares comunes, a menudo pasados por alto o considerados menos importantes, albergan una profundidad y autenticidad de experiencia humana que desafía las expectativas. Nos recuerdan que la belleza, el amor, la fe y la emoción se encuentran en los momentos más inesperados y en los lugares más ordinarios.
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES