En una época donde los imperios se forjaban con acero y fuego, y los conquistadores escribían la historia con la punta de sus espadas, emerge la figura imponente de Tomyris, una reina guerrera cuyo coraje y astucia desafiaron el dominio del poderoso Imperio Persa. En las vastas y salvajes estepas de Asia Central, esta soberana de los Masagetas no solo enfrentó a uno de los más grandes estrategas de la antigüedad, Ciro el Grande, sino que también redefinió el curso de la historia, demostrando que el valor y la determinación pueden triunfar incluso frente a los más temibles adversarios. Este relato no es solo la crónica de una batalla épica, sino también un testimonio del poder indomable del espíritu humano, encarnado en una mujer cuya memoria trasciende el tiempo y las leyendas.



Tomyris: La Reina Guerrera que Derrotó al Imperio Persa
En el siglo VI a.C., el mundo antiguo estaba dominado por grandes imperios que se disputaban el control de las tierras y los recursos. Entre ellos, destacaba el Imperio Persa, fundado por Ciro el Grande, un conquistador implacable que sometió a numerosos pueblos y culturas. Sin embargo, en las remotas estepas de Asia Central, Ciro se encontró con un obstáculo inesperado: una reina guerrera que no se dejó intimidar por su poder y que lo enfrentó en una batalla decisiva. Esta es la historia de Tomyris, la Reina de los Masagetas, una de las pocas mujeres que logró derrotar al Imperio Persa y defender la libertad de su pueblo.
Los Masagetas: Un Pueblo Nómada y Feroz
Los masagetas eran un pueblo nómada que habitaba las vastas y áridas llanuras al este del Mar Caspio. Su modo de vida se basaba en el pastoreo de ganado, la caza y la guerra. Eran expertos jinetes y arqueros, y se vestían con pieles de animales. Su cultura era igualitaria y democrática, y las mujeres tenían los mismos derechos y deberes que los hombres. Los masagetas no tenían ciudades ni templos, y adoraban al sol, al fuego y al agua. Su religión les prohibía matar a sus ancianos, y preferían darles una muerte digna con una ceremonia ritual.
Los masagetas eran un pueblo orgulloso y valiente, que valoraba la independencia y la libertad por encima de todo. No se sometían a ningún rey ni a ningún dios, y rechazaban cualquier intento de invasión o dominación. Su territorio era rico en recursos naturales, como oro, plata y hierro, lo que despertaba la codicia de sus vecinos. Entre ellos, el Imperio Persa, que se extendía desde el Mediterráneo hasta el Indo, y que buscaba expandir sus fronteras hacia el este.
Tomyris: La Reina que Desafió a Ciro el Grande
Tomyris era la reina de los masagetas, y la sucesora de su esposo, que había muerto en una batalla. Era una mujer de carácter fuerte y decidido, que gobernaba con sabiduría y justicia. Era respetada y querida por su pueblo, y temida por sus enemigos. Era también una madre, que tenía un hijo llamado Espargapises, que era su heredero y su general.
Tomyris se enfrentó al mayor desafío de su vida cuando Ciro el Grande, el rey de Persia, decidió invadir su territorio. Ciro era un líder ambicioso y astuto, que había unificado a los pueblos iranios bajo su mando, y que había conquistado a los medos, los lidios, los babilonios y los egipcios. Era considerado como el fundador del primer imperio verdaderamente universal, y como un gobernante benevolente y tolerante. Sin embargo, también era un guerrero implacable, que no se detenía ante nada para lograr sus objetivos.
Según las fuentes antiguas, Ciro intentó primero un acercamiento diplomático con Tomyris, ofreciéndole matrimonio. Tomyris, sin embargo, no se dejó engañar por su propuesta, y la rechazó con desdén. Ella sabía que Ciro solo quería someter a su pueblo, y que su matrimonio sería una forma de humillación y esclavitud. Tomyris le envió un mensaje a Ciro, advirtiéndole que se retirara de sus tierras, o que se atuviera a las consecuencias.
La Batalla que Cambió la Historia
Ciro, ofendido por la respuesta de Tomyris, decidió invadir el territorio de los masagetas con un gran ejército. Cruzó el río Jaxartes, que separaba a los dos pueblos, y se preparó para la batalla. Tomyris, por su parte, no se amedrentó, y reunió a sus guerreros para defender su patria. La batalla que se libró fue una de las más épicas y sangrientas de la historia antigua.
Ciro, que era un estratega experimentado, ideó un plan para engañar a los masagetas. Dejó una parte de su ejército en un campamento, con abundancia de comida, vino y objetos de valor. Luego, se retiró con el resto de sus tropas, fingiendo una huida. Los masagetas, que no estaban acostumbrados al alcohol, cayeron en la trampa, y atacaron el campamento. Allí, se embriagaron y se distrajeron con el botín, sin darse cuenta de que Ciro regresaba con su ejército para sorprenderlos. Muchos masagetas fueron capturados o asesinados, entre ellos Espargapises, el hijo de Tomyris.
Cuando Tomyris se enteró de lo ocurrido, se llenó de dolor y de ira. Juró vengarse de Ciro, y le envió un nuevo mensaje. En él, le desafió a una batalla decisiva, donde se enfrentarían los ejércitos completos de ambos bandos. Le advirtió que si no aceptaba, lo perseguiría hasta el fin del mundo. También le reprochó su cobardía y su engaño, y le dijo que se arrepentiría de haber provocado la ira de una mujer.
Ciro, confiado en su superioridad, aceptó el reto de Tomyris. Así, se preparó para la que sería la última batalla de su vida. Los dos ejércitos se encontraron en las llanuras de Asia Central, dispuestos a luchar por el destino de sus pueblos. La batalla fue feroz y duró todo el día. Los persas y los masagetas se enfrentaron con valor y determinación, sin dar ni pedir cuartel. Se dice que el río que atravesaba el campo de batalla se tiñó de rojo con la sangre de los caídos.
Al final, los masagetas lograron romper las filas persas, y Ciro el Grande cayó muerto en el combate. Tomyris, al ver el cadáver de su enemigo, ordenó que le cortaran la cabeza y la sumergieran en un odre lleno de sangre. Según Heródoto, ella le dijo: “Ahora bebe tu sed de sangre, pues aunque vivo me venciste con tu engaño, muerto te he vencido con mi valor”. Con este acto, Tomyris selló su victoria y su venganza, y demostró al mundo que nadie podía subestimar el poder de una reina guerrera.
Después de la muerte de Ciro el Grande, el Imperio Persa sufrió una serie de cambios y desafíos. Algunas de las consecuencias fueron:
- El sucesor de Ciro, su hijo Cambises II, continuó la expansión del imperio, conquistando Egipto y partes de África. Sin embargo, también se enfrentó a rebeliones en Babilonia y Media, y murió en circunstancias misteriosas en el camino de regreso a Persia.
- El trono fue usurpado por un impostor llamado Gaumata, que se hizo pasar por el hermano menor de Cambises, Esmerdis. Gaumata fue asesinado por un grupo de nobles persas liderados por Darío I, quien se proclamó rey de Persia.
- Darío I consolidó el imperio, reorganizando la administración, construyendo una red de carreteras y canales, y acuñando una moneda común. También emprendió varias campañas militares, sometiendo a los escitas, los tracios, los indios y los griegos de Asia Menor.
- El conflicto con los griegos se intensificó, dando lugar a las Guerras Médicas, que enfrentaron al Imperio Persa con las polis griegas. Los persas sufrieron varias derrotas, como la batalla de Maratón, la batalla de Salamina y la batalla de Platea, y no pudieron someter a Grecia.
- El Imperio Persa entró en un período de decadencia, marcado por intrigas palaciegas, rebeliones internas y amenazas externas. Finalmente, el imperio fue conquistado por Alejandro Magno en el siglo IV a.C., quien saqueó la capital, Persépolis, e incendió la tumba de Ciro.
Como se puede ver, la muerte de Ciro el Grande tuvo un gran impacto en la historia antigua, tanto para el Imperio Persa como para las civilizaciones vecinas. Ciro fue recordado como un gran conquistador, pero también como un gobernante tolerante y benevolente, que respetó las culturas y religiones de los pueblos que sometió. Su legado se refleja en el Cilindro de Ciro, considerado por algunos como la primera declaración de derechos humanos.
El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES