Entre las colinas del suroeste alemán se alza una estructura que trasciende el tiempo: el Castillo de Hohenzollern. Más que una edificación imponente, es un testimonio de la capacidad humana para materializar ideologías en piedra y arte. Su silueta desafía el horizonte como emblema de identidad, memoria y poder. Este enclave no solo cautiva por su estética, sino por el discurso simbólico que proyecta sobre la historia europea. ¿Qué verdades oculta una fortaleza cuando habla el silencio? ¿Es la belleza una forma de poder?
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Imagen creada por inteligencia artificial por Chat-GPT para El Candelabro.
“El Castillo de Hohenzollern: Un Viaje a través de la Historia Alemana”
¿Qué es un castillo o una fortaleza?
Un castillo o una fortaleza es una construcción defensiva que se caracteriza por estar rodeada de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones. Su función principal era proteger a sus habitantes de los ataques enemigos, así como servir de residencia a los señores feudales o a las autoridades políticas y religiosas.
El castillo de Hohenzollern: un ejemplo de castillo histórico
Un ejemplo de castillo histórico es el castillo de Hohenzollern, ubicado a 50 kilómetros al sur de Stuttgart, en el estado federado de Baden-Wurtemberg, Alemania. Este castillo está vinculado a los orígenes de la dinastía Hohenzollern, una de las más influyentes de la historia de Europa, que gobernó Prusia y Brandeburgo desde la Edad Media hasta el final de la Primera Guerra Mundial, y que también dio origen a las casas reales de Rumanía y de Hechingen.
El castillo de Hohenzollern se encuentra en la cima del monte Hohenzollern, a una altitud de 855 metros, cerca de la ciudad de Hechingen, en el Jura de Suabia, una cadena montañosa que forma parte de los Alpes. El castillo actual es el resultado de tres etapas de construcción, que reflejan la evolución histórica y arquitectónica de la dinastía Hohenzollern.
La primera etapa: el castillo medieval (siglo XI – siglo XV)
La primera etapa de construcción del castillo de Hohenzollern se remonta al siglo XI, cuando los condes de Zollern, antepasados de los Hohenzollern, edificaron una fortaleza sobre una roca que dominaba el valle del río Neckar. El nombre del castillo deriva de la palabra alemana “Zoll”, que significa “peaje”, ya que los condes cobraban un impuesto a los comerciantes que transitaban por la zona.
El primer castillo fue ampliado y fortificado en los siglos siguientes, pero sufrió varios asedios y destrucciones por parte de sus enemigos. El más devastador fue el que ocurrió en 1423, cuando una alianza de las ciudades imperiales de Suabia, que formaban parte del Sacro Imperio Romano Germánico, atacó el castillo durante 10 meses y lo arrasó por completo, como represalia por el apoyo de los Hohenzollern al emperador Segismundo.
La segunda etapa: el castillo renacentista (siglo XV – siglo XVIII)
La segunda etapa de construcción del castillo de Hohenzollern se inició en 1454, cuando el conde Juan IV de Zollern ordenó la reconstrucción del castillo sobre las ruinas del anterior. El nuevo castillo fue más grande y sólido que el anterior, y se inspiró en el estilo renacentista, con elementos decorativos y artísticos. El castillo sirvió como refugio a la familia de la dinastía de Hohenzollern, de origen suabo, en tiempos de guerra, incluyendo la Guerra de los Treinta Años, que enfrentó a los protestantes y a los católicos en Europa entre 1618 y 1648.
El castillo renacentista fue testigo de varios acontecimientos históricos, como la división de la casa de Hohenzollern en dos ramas: la rama católica de Suabia, que gobernó los principados de Hohenzollern-Hechingen y Hohenzollern-Sigmaringen hasta 1849; y la rama protestante de Franconia, que gobernó el margraviato de Brandeburgo y luego se convirtió en la rama de Brandeburgo-Prusia⁴. También fue el lugar donde nació el rey Federico I de Prusia, el primer rey de la dinastía Hohenzollern, en 1657.
A finales del siglo XVIII, el castillo renacentista había perdido su importancia estratégica y cayó en el abandono, lo que condujo a que muchos de sus elementos fueran derribados. Actualmente, el único resto del castillo medieval y renacentista es la capilla de San Miguel, que data de 1454 y que alberga las tumbas de algunos miembros de la familia Hohenzollern.
La tercera etapa: el castillo neogótico (siglo XIX – siglo XX)
La tercera etapa de construcción del castillo de Hohenzollern se realizó entre 1846 y 1867, por orden de Federico Guillermo IV de Prusia, el rey de Prusia y el príncipe elector de Brandeburgo. El rey encargó al arquitecto Frederico Augusto Stüler, que se inspiró en la arquitectura neogótica inglesa, así como en los castillos del Loira, en Francia, para diseñar el nuevo castillo sobre el antiguo. El castillo neogótico fue concebido como un homenaje a la dinastía Hohenzollern, de manera que ningún miembro de la familia residió en él hasta 1945, fecha en que se mudaron el príncipe Guillermo de Prusia y su esposa Cecilia de Mecklemburgo-Schwerin, que están enterrados en el castillo.
El castillo neogótico se caracteriza por su majestuosidad y su riqueza artística, con torres, almenas, ventanas ojivales, esculturas, pinturas y vitrales. Entre los tesoros históricos que hoy alberga el castillo se encuentra la corona de Guillermo II, el último emperador alemán y rey de Prusia, que abdicó en 1918 tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial; algunos efectos personales de Federico II de Prusia, el rey de Prusia y el príncipe elector de Brandeburgo, que fue uno de los más grandes gobernantes de la historia de Europa, conocido como Federico el Grande; y una carta de George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos de América, en la que agradece al barón von Steuben, un oficial prusiano que pasó al servicio del rey de Francia Luis XVI y que combatió durante la guerra de la Independencia de los Estados Unidos al lado de Washington, el servicio de la casa de Hohenzollern en la Guerra de Independencia de Estados Unidos.
Conclusión
El castillo de Hohenzollern es un ejemplo de castillo histórico que muestra la evolución de la arquitectura y de la historia de la dinastía Hohenzollern, una de las más importantes de Europa. El castillo es un monumento nacional de Alemania y una atracción turística que recibe miles de visitantes cada año, que pueden admirar su belleza y su valor cultural. El castillo también es un símbolo de la identidad alemana y de la memoria histórica..
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