Un brumoso horizonte de corrupción, poder y tiempo se despliega a través de la lente magistral de Martin Scorsese en “El irlandés”. Este filme, un viaje aterrador a través de los oscuros pasajes de la historia estadounidense, nos lleva a la carretera pavimentada con anhelos, traiciones y sangre, revelando los herrumbrosos engranajes de lo que fue la mafia y su relación simbiótica con la política y la sociedad. Un recorrido visceral marcado por actuaciones estelares y sofisticado rejuvenecimiento digital, que detona una discusión profunda sobre el crimen organizado, el influjo del poder y el inexorable paso del tiempo.



El irlandés: una reflexión sobre el crimen, el poder y el tiempo


La película “El irlandés” (2019) es la última obra del aclamado director Martin Scorsese, quien ha dedicado gran parte de su carrera al género de gánsteres, explorando las complejas relaciones entre el crimen organizado, la política y la sociedad estadounidense. Basada en el libro biográfico “I Heard You Paint Houses” de Charles Brandt, la película narra la vida de Frank Sheeran (Robert De Niro), un veterano de la Segunda Guerra Mundial que se convierte en sicario de la mafia y en amigo cercano de Jimmy Hoffa (Al Pacino), el carismático líder del sindicato de camioneros. A lo largo de casi cuatro horas, la película recorre varias décadas de la historia de Estados Unidos, desde los años 50 hasta los 2000, mostrando los acontecimientos más relevantes que marcaron el destino de los personajes, como el asesinato de John F. Kennedy, la guerra de Vietnam o el caso Watergate.

La película es una obra colosal, tanto por su duración como por su ambición narrativa y visual. Scorsese utiliza un sofisticado sistema de rejuvenecimiento facial digital para que sus actores puedan interpretar a sus personajes en diferentes edades, lo que le permite crear un relato épico y coherente sin recurrir a otros intérpretes. El resultado es impresionante, aunque a veces se nota la diferencia entre el aspecto físico y los movimientos de los actores, especialmente en las escenas de acción. Sin embargo, esto no resta mérito a las magníficas actuaciones de De Niro, Pacino y Joe Pesci, quien regresa al cine tras una larga ausencia para encarnar al discreto pero poderoso jefe mafioso Russell Bufalino.

La película también destaca por su cuidada puesta en escena, que recrea con detalle y rigor los distintos escenarios y épocas en los que transcurre la historia. Scorsese utiliza una variedad de recursos estilísticos para dar ritmo y dinamismo a su relato, como el uso de la voz en off, los saltos temporales, los carteles que indican el destino fatal de algunos personajes secundarios o las largas secuencias que siguen a los protagonistas en sus viajes o reuniones. La banda sonora, compuesta por canciones populares de cada década, también contribuye a crear una atmósfera envolvente y nostálgica.

Sin embargo, más allá de su espectacularidad formal, la película es una reflexión profunda sobre el crimen, el poder y el tiempo. Scorsese muestra cómo el crimen organizado impregnó la esencia misma de un país, influyendo en sus instituciones, sus líderes y sus ciudadanos. El personaje de Hoffa es un ejemplo claro de esta relación ambigua entre el sindicalismo y la mafia, entre la defensa de los derechos laborales y la corrupción. Hoffa es un hombre carismático y obstinado, que se enfrenta tanto al gobierno como a sus propios aliados mafiosos para mantener su posición y su influencia. Su amistad con Sheeran es uno de los ejes centrales de la película, ya que representa el dilema moral al que se enfrenta el protagonista entre la lealtad y la traición.

El tiempo es otro tema clave en la película, ya que Scorsese muestra cómo el paso de los años afecta a los personajes, tanto física como psicológicamente. La película tiene una estructura circular, que comienza y termina en una residencia de ancianos donde Sheeran recuerda su vida. El contraste entre el pasado y el presente es evidente, ya que vemos cómo los personajes van perdiendo su vitalidad, su poder y su relevancia. La película también plantea una cuestión existencial: ¿qué sentido tiene una vida dedicada al crimen? ¿Qué queda después de tanta violencia y sangre? ¿Qué valor tiene la familia, la amistad o la fe cuando se ha traicionado a todo y a todos? La película no ofrece respuestas fáciles ni consuelo a estas preguntas, sino que deja al espectador con un sentimiento de vacío y melancolía.

En conclusión, “El irlandés” es una obra notable pero lejos de ser una obra maestra, que cierra la trilogía de gánsteres de Scorsese de una manera digna, sólida y satisfactoria. La película es un festín cinéfilo pero también lo menos brillante de la trilogía, ya que no alcanza el nivel de obras maestras como “Uno de los nuestros” o “Casino”. Sin embargo, la película es una reflexión con forma de matrioska sobre la memoria, la culpa y el arrepentimiento a lo largo de toda una vida, que merece ser vista y apreciada por los amantes del cine..


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