Era una noche como cualquier otra sobre el azul e inmenso Estrecho de Bass. Las estrellas titilaban en el firmamento y la luna llena iluminaba tímidamente las oscuras aguas. En algún punto entre Melbourne y la lejana isla King, un pequeño Cessna surcaba los cielos, llevando a bordo a un joven y soñador piloto llamado Frederick Valentich.

Frederick amaba el vuelo como pocos. Desde niño, había fantaseado con explorar los confines del universo que se abrían sobre su cabeza cada vez que alzaba la mirada. Ahora, a los 20 años, estaba dando pasos para convertir ese sueño en realidad. Sin embargo, nada hubiera podido preparar a Frederick para lo que iba a suceder esa misma noche, algo que cambiaría el curso de su destino y desafiaría todos los límites de lo conocido.

Cuando todavía faltaban varios minutos para alcanzar su destino, el joven piloto divisó algo inusual en las alturas. Un resplandor verde se cernía sobre él a una velocidad y maniobrabilidad imposible para cualquier aeronave terrestre. Lo que Frederick no sabía era que ese encuentro iba a desencadenar un misterio que perduraría durante décadas y que seguiría atrapando la imaginación de personas de todas partes. Esa noche, algo acechaba sobre el Estrecho de Bass. Algo que estaba fuera de este mundo.



El misterio de Frederick Valentich: el piloto que desapareció tras reportar un OVNI


El 21 de octubre de 1978, el cielo sobre el Estrecho de Bass, entre Australia y Tasmania, fue escenario de uno de los casos más extraños y fascinantes de la historia de la aviación. Ese día, un joven piloto australiano llamado Frederick Valentich desapareció sin dejar rastro, después de informar por radio que estaba siendo perseguido por un objeto volador no identificado. Su destino y el de su avión siguen siendo un enigma, que ha generado todo tipo de teorías y especulaciones. ¿Qué le ocurrió a Valentich? ¿Qué era el misterioso objeto que lo acechaba? ¿Fue víctima de una abducción alienígena, de un accidente o de una conspiración? Esta es la historia de un caso que sigue desafiando la lógica y la razón.

Frederick Valentich tenía 20 años y una gran pasión por la aviación. Desde niño, soñaba con ser piloto y se había unido al Cuerpo de Entrenamiento Aéreo de la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF). Sin embargo, sus aspiraciones se vieron frustradas por sus bajos resultados académicos, que le impidieron ingresar a la RAAF como piloto profesional. No obstante, Valentich no se rindió y siguió estudiando para obtener su licencia de piloto comercial, aunque con poco éxito. Hasta el momento de su desaparición, había acumulado unas 150 horas de vuelo y tenía una calificación de instrumentos de clase cuatro, que le permitía volar de noche, pero solo en condiciones meteorológicas visuales.

Valentich también tenía otra afición: los ovnis. Según su padre, Guido, Valentich era un ferviente creyente en la existencia de vida extraterrestre y había leído muchos libros y revistas sobre el tema. Incluso, había expresado su temor de ser atacado por un ovni en alguna de sus salidas aéreas.

El día de su desaparición, Valentich tenía planeado realizar un vuelo de entrenamiento desde el aeropuerto de Moorabbin, en las afueras de Melbourne, hasta la isla King, en Tasmania. El trayecto era de unos 232 kilómetros y se esperaba que durara unos 69 minutos. Valentich había reservado un Cessna 182L, un avión ligero de un solo motor, con matrícula VH-DSJ.

Sin embargo, el motivo real de su vuelo era incierto. Valentich había dado diferentes versiones a distintas personas. A los oficiales de vuelo, les dijo que iba a recoger a unos amigos en la isla King. A otros, les dijo que iba a buscar unos langostinos. Pero ninguna de estas afirmaciones resultó ser cierta. Además, Valentich no había informado al aeropuerto de la isla King de su intención de aterrizar allí, lo que era un procedimiento estándar.

Valentich despegó de Moorabbin a las 6:19 p.m., con el tanque de combustible lleno y suficiente para cuatro horas y media de vuelo. El clima era bueno y el cielo estaba despejado. Valentich se comunicó por radio con el servicio de vuelo de Melbourne, a cargo del oficial Steve Robey, para informar de su posición y altitud. Todo parecía normal, hasta que, a las 7:06 p.m., Valentich hizo un extraño reporte.

Valentich dijo que había avistado una gran aeronave por encima de él, a unos 300 metros, que no era un avión y que se movía a gran velocidad. Robey le preguntó si podía identificar el tipo de aeronave, pero Valentich dijo que no. Luego, describió el objeto como metálico, con una luz verde y cuatro luces blancas, que parecían de aterrizaje. Valentich dijo que el objeto lo rodeaba y que a veces se acercaba y se alejaba de él. Robey le preguntó si tenía algún problema con el motor, y Valentich dijo que sí, que el motor funcionaba de forma irregular.

La conversación entre Valentich y Robey se prolongó por unos seis minutos, durante los cuales Valentich expresó su confusión y su nerviosismo por el comportamiento del objeto. En un momento, dijo que el objeto estaba \”flotando\” sobre él y que no era un avión. Luego, se escuchó un ruido metálico, como de un rasguño, y la transmisión se cortó. Robey intentó contactar con Valentich varias veces, pero no obtuvo respuesta. Ese fue el último contacto que se tuvo con Valentich.

Inmediatamente, se activó el protocolo de búsqueda y rescate. Dos aviones P-3 Orion de la RAAF fueron enviados al área donde se perdió el contacto con Valentich, pero no encontraron nada. La búsqueda se extendió por siete días, cubriendo unas 1.000 millas náuticas, pero tampoco se halló ningún rastro del avión ni de Valentich. Ni siquiera se detectaron señales de emergencia o restos flotando en el agua. Era como si Valentich y su Cessna se hubieran esfumado.

El Departamento de Transporte de Australia abrió una investigación sobre el caso, pero no pudo determinar la causa de la desaparición. El informe oficial concluyó que el caso era \”presunto fatal\” para Valentich, pero no ofreció ninguna explicación sobre el objeto que lo perseguía. El informe también reveló que, la noche de la desaparición de Valentich, hubo varios reportes de avistamientos de ovnis en el sur de Australia, algunos de ellos coincidentes con la descripción de Valentich. Sin embargo, el Departamento de Transporte se mostró escéptico sobre la relación entre estos avistamientos y el caso de Valentich, y sugirió que el piloto pudo haber sufrido una desorientación espacial y haber visto su propia luz reflejada en el agua o en una isla cercana, mientras volaba boca abajo.

Pero esta hipótesis no convenció a muchos, especialmente a los familiares y amigos de Valentich, que creían que el piloto había sido víctima de una intervención extraterrestre. Su padre, Guido, afirmó que, cuatro años después de la desaparición, recibió una llamada anónima de alguien que le dijo que Valentich estaba vivo y que estaba en una base secreta. También dijo que, en 1982, recibió una fotografía de un hombre con rasgos similares a los de su hijo, pero con el pelo más largo y la barba más poblada. Sin embargo, nunca pudo confirmar la autenticidad de estas pistas.

Otro dato que alimentó la teoría ovni fue el hallazgo, en 1983, de una pieza metálica en la isla Flinders, que pertenecía al mismo modelo de avión que el de Valentich. La pieza tenía un número de serie que coincidía con el de la matrícula de Valentich, pero estaba incompleto y no se pudo verificar. Además, la pieza tenía marcas de corrosión y de haber estado en el agua por mucho tiempo, lo que hacía dudar de que fuera del avión de Valentich. Algunos sugirieron que la pieza pudo haber sido arrojada al mar por el ovni que capturó a Valentich, o que fue plantada allí por alguien que quería desviar la atención.

Otras teorías alternativas sobre el caso de Valentich apuntaron a la posibilidad de un suicidio, una desaparición voluntaria o una operación encubierta. Algunos especularon que Valentich pudo haber planeado escapar de su vida, que estaba llena de frustraciones y problemas, y que fingió su encuentro con el ovni para despistar a las autoridades. Otros sugirieron que Valentich pudo haber sido reclutado por alguna organización secreta, como la CIA o el MI6, y que su desaparición fue parte de una misión clandestina. Sin embargo, ninguna de estas teorías pudo ser respaldada por evidencias o testimonios.

El caso de Frederick Valentich sigue siendo uno de los más enigmáticos y debatidos de la historia de la aviación y de los ovnis. Su desaparición no solo plantea interrogantes sobre su destino y el de su avión, sino también sobre la naturaleza y el origen del objeto que lo acosaba. ¿Era realmente un ovni de origen extraterrestre, o se trataba de algún tipo de aeronave terrestre desconocida o secreta? ¿Qué intenciones tenía el objeto con Valentich? ¿Quería ayudarlo, observarlo o dañarlo? ¿Qué evidencias hay para apoyar o descartar las diferentes teorías sobre el caso?

Los defensores de la hipótesis extraterrestre argumentan que el caso de Valentich es uno de los más sólidos y convincentes para demostrar la existencia y la presencia de ovnis en nuestro planeta. Según ellos, el testimonio de Valentich, registrado por el control de tráfico aéreo, es una prueba irrefutable de que el piloto se encontró con una nave de otro mundo, que lo superaba en tecnología y en maniobrabilidad. Además, señalan que el caso de Valentich no es aislado, sino que se enmarca en una serie de avistamientos de ovnis que se produjeron en el sur de Australia en la misma época, algunos de los cuales fueron corroborados por testigos independientes y por fotografías.

Uno de los testigos más relevantes fue Roy Manifold, un fotógrafo aficionado que, la noche de la desaparición de Valentich, tomó varias fotografías del atardecer sobre el Estrecho de Bass, desde la costa de Cabo Otway. Al revelar las fotografías, Manifold se sorprendió al ver que una de ellas mostraba un extraño objeto en el cielo, que parecía una cápsula metálica con una protuberancia en la parte inferior. Manifold envió la fotografía a la Asociación Victoriana de Investigación de Fenómenos Espaciales (VUFORS), una organización dedicada al estudio de los ovnis, que la analizó y concluyó que el objeto era genuino y no un defecto de la cámara o del revelado. La fotografía de Manifold se considera una de las más importantes en la historia de la ufología, ya que podría ser la única evidencia visual del ovni que persiguió a Valentich.

Otro testigo clave fue Graham Kerr, un granjero que vivía cerca de Adelaide, en el sur de Australia. Kerr afirmó que, la noche de la desaparición de Valentich, vio un ovni que se parecía al que describió el piloto. Según Kerr, el ovni tenía forma de disco, con una luz verde y cuatro luces blancas, y volaba a gran altura y velocidad. Kerr dijo que el ovni se detuvo sobre su granja durante unos segundos, y luego se alejó hacia el sur, en dirección al Estrecho de Bass. Kerr también dijo que, al día siguiente, encontró marcas circulares en el suelo de su propiedad, que podrían haber sido causadas por el aterrizaje o el despegue del ovni. Kerr reportó su avistamiento a la policía y a la RAAF, pero no recibió ninguna respuesta.

Estos y otros testimonios apoyan la idea de que el sur de Australia fue escenario de una oleada de actividad ovni en 1978, y que el caso de Valentich fue parte de ella. Sin embargo, esta idea no es compartida por todos, y hay quienes cuestionan la veracidad y la credibilidad de los testigos y de las evidencias. Los escépticos sostienen que el caso de Valentich tiene una explicación más racional y terrenal, y que no hay ninguna prueba de que el piloto se encontrara con un ovni de origen extraterrestre.

Los escépticos plantean varias posibles explicaciones para el caso de Valentich, que van desde el error humano hasta el engaño deliberado. Una de las explicaciones más comunes es la de la desorientación espacial, que es un fenómeno que afecta a los pilotos cuando pierden la noción de su posición y de su movimiento en relación con el horizonte. La desorientación espacial puede provocar alucinaciones visuales y auditivas, así como errores de juicio y de percepción. Los escépticos sugieren que Valentich pudo haber sufrido una desorientación espacial, debido a su falta de experiencia, a su baja calificación de instrumentos y a las condiciones de vuelo nocturno. Esto podría haber hecho que Valentich confundiera su propia luz o la de otro avión con un ovni, y que volara boca abajo sin darse cuenta, hasta estrellarse contra el mar.

Otra explicación posible es la de la interferencia militar, que implica que el objeto que vio Valentich era en realidad un avión militar secreto o no identificado, que realizaba alguna operación o ejercicio en el área. Los escépticos señalan que, en 1978, Australia estaba involucrada en el Proyecto Jindivik, que consistía en el desarrollo y la prueba de aviones no tripulados, controlados por radio, que servían como blancos para el entrenamiento de defensa aérea. Estos aviones tenían forma de misil, con una luz verde y cuatro luces blancas, y podían volar a gran velocidad y altitud. Los escépticos sugieren que Valentich pudo haberse cruzado con uno de estos aviones, y que el control de tráfico aéreo no tenía conocimiento de su presencia, por razones de seguridad. Esto podría haber causado que Valentich entrara en pánico y perdiera el control de su avión, o que fuera derribado accidentalmente por el avión militar.

Otra explicación más es la del engaño o la farsa, que implica que Valentich inventó o simuló su encuentro con el ovni, con el fin de escapar de su vida o de llamar la atención. Los escépticos argumentan que Valentich tenía motivos para querer desaparecer, ya que estaba frustrado por su fracaso académico y profesional, y que tenía problemas personales y financieros. Además, señalan que Valentich era un fanático de los ovnis, y que pudo haberse inspirado en la película Encuentros cercanos del tercer tipo, que se había estrenado en Australia poco antes de su desaparición. Los escépticos sugieren que Valentich pudo haber planeado su fuga con anticipación, y que usó su radio para crear una coartada, mientras se dirigía a algún lugar remoto o se deshacía de su avión.

Estas y otras explicaciones intentan dar una solución lógica y racional al caso de Valentich, pero ninguna de ellas es definitiva ni concluyente. Todas tienen sus puntos débiles y sus contradicciones, y ninguna puede explicar todos los aspectos y las evidencias del caso. El caso de Valentich sigue siendo un misterio, que no ha podido ser resuelto ni por la ciencia ni por la razón.

El caso de Frederick Valentich es un ejemplo de cómo un hecho aparentemente simple puede convertirse en un enigma complejo y profundo, que desafía nuestra comprensión y nuestra imaginación. Su desaparición no solo nos plantea preguntas sobre su destino y el de su avión, sino también sobre la naturaleza y el origen del objeto que lo perseguía. ¿Qué era ese objeto? ¿De dónde venía? ¿Qué quería? ¿Qué le hizo a Valentich? ¿Qué nos dice sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos? Estas son preguntas que siguen sin respuesta, y que nos invitan a reflexionar sobre los misterios que existen en nuestro universo, y sobre nuestra capacidad de explorarlos y comprenderlos. El caso de Valentich nos muestra que hay fenómenos que escapan a nuestra lógica y a nuestra ciencia, y que nos desafían a ampliar nuestros horizontes y a cuestionar nuestras certezas. El caso de Valentich también nos habla de la fragilidad y la valentía de la condición humana, de nuestra curiosidad y nuestra pasión por el vuelo, pero también de nuestro miedo y nuestra vulnerabilidad ante lo desconocido. El caso de Valentich es una historia que nos cautiva y nos intriga, que nos inspira y nos asusta, que nos conecta con nuestra propia humanidad y con nuestra relación con el cosmos. El caso de Valentich es un misterio que sigue vivo, y que quizás nunca se resuelva.


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