En las sutiles tramas que teje el universo, algunas historias resplandecen con una luz que desafía las sombras del olvido, iluminando más que descubrimientos y teorías, revelan la esencia misma de lo humano. Tal es el relato que entreteje las vidas de Richard Feynman, la eminencia del siglo XX en física, y Arline Greenbaum, musa y compañera del alma. Más allá de ecuaciones y experimentos, se encuentra la carta, un homenaje póstumo nacido del punto donde la ciencia se rinde ante el misterio del corazón humano. En la intimidad de sus líneas, Feynman trasciende el ámbito de lo tangible, confiriendo a su amor una perpetuidad tan constante como las leyes que rigen las estrellas. Aquí nos adentramos en la narrativa de ese amor inmarcesible, una sinfonía emocional que sigue resonando mucho después de haberse apagado la música.




“La Eterna Llama del Amor: La Historia de Richard y Arline Feynman”
Richard Feynman, reconocido como uno de los físicos más brillantes del siglo XX, no solo dejó un legado en el campo de la ciencia, sino también una conmovedora historia de amor. Su relación con Arline Greenbaum, su esposa, es un testimonio de la fuerza del amor más allá de la muerte. La carta que Feynman le escribió a Arline después de su fallecimiento es un documento conmovedor que revela su profundo amor y su lucha con la pérdida.
Arline Greenbaum y Richard Feynman se conocieron en la escuela secundaria y se enamoraron rápidamente. Juntos, compartieron una pasión por la ciencia, el arte y la música. Sin embargo, su amor se vio truncado cuando Arline fue diagnosticada con tuberculosis, una enfermedad mortal en aquel entonces. A pesar de la adversidad, Feynman decidió casarse con ella en 1942, a pesar de las objeciones de su familia y amigos.
Durante los años siguientes, Feynman luchó junto a Arline en su batalla contra la enfermedad. Él mismo aprendió sobre la tuberculosis y se convirtió en un firme defensor de su tratamiento. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, Arline falleció en 1945, a los 25 años de edad. La pérdida de su amada esposa devastó a Feynman y dejó una profunda huella en su vida y trabajo posterior.
Después de la muerte de Arline, Feynman se encontraba sumido en el dolor y la tristeza. En un intento de lidiar con su pérdida, decidió escribirle una carta a su esposa fallecida. La carta, que permaneció sellada durante muchos años, fue finalmente publicada en el libro “Surely You’re Joking, Mr. Feynman!” (“¡Seguro que estás bromeando, Sr. Feynman!”), una autobiografía en la que Feynman relató varios episodios de su vida.
En esta carta, Feynman expresó su amor eterno por Arline y compartió sus pensamientos más íntimos sobre la muerte y la posibilidad de un amor que trasciende más allá de ella. La carta es un testimonio de la profunda conexión emocional entre ambos y de la manera en que el amor puede sobrevivir incluso cuando la persona amada ya no está físicamente presente.
Feynman describió en la carta los recuerdos que tenía de su vida juntos, desde sus primeros encuentros hasta los momentos más felices que compartieron. También expresó su dolor y la dificultad que tenía para aceptar la pérdida de Arline. Sin embargo, a medida que avanzaba en la carta, Feynman dejaba entrever una visión más esperanzadora.
Afirmaba que, a pesar de la muerte de Arline, su amor por ella seguía vivo en su corazón y en su mente. Hablaba de la belleza de los recuerdos compartidos y de la importancia de valorar los momentos de felicidad que habían experimentado juntos. Feynman creía en la posibilidad de que el amor trascienda la muerte y que, de alguna manera, Arline seguiría acompañándolo en su vida.
La carta de Feynman a Arline revela no solo su amor inquebrantable por su esposa fallecida, sino también su reflexión sobre la mortalidad y la importancia de vivir plenamente el presente. A través de sus palabras, Feynman nos muestra que el amor puede ser una fuerza poderosa que trasciende las limitaciones físicas y nos conecta con seres queridos que ya no están con nosotros.
La historia de amor entre Richard Feynman y Arline Greenbaum nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de aprovechar cada momento con aquellos que amamos. Además, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del amor y su capacidad para perdurar más allá de la muerte.
La carta de Richard Feynman a su esposa fallecida, Arline, es un testimonio conmovedor de su amor inquebrantable y de su lucha con la pérdida. A través de sus palabras, Feynman nos enseña que el amor puede trascender la muerte y que los recuerdos compartidos con aquellos que amamos son un tesoro que debemos valorar. Su historia nos inspira a amar profundamente y a vivir plenamente, sabiendo que el amor puede perdurar más allá de los límites de la existencia física.
La carta de Feynman es un recordatorio de que el amor verdadero es eterno y puede ser una fuente de consuelo y fortaleza incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas.
Aquí la carta:
17 de octubre de 1946
D’Arline,
Te adoro, cariño.
Sé cuánto te gusta escuchar eso, pero no lo escribo solo porque te guste; lo escribo porque me hace sentir cálido por dentro.
Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te escribí, casi dos años, pero sé que me perdonarás porque entiendes cómo soy, terco y realista; y pensé que no tenía sentido escribir.
Pero ahora sé, mi querida esposa, que es correcto hacer lo que me he demorado en hacer, y que he hecho tanto en el pasado. Quiero decirte que te amo. Que quiero amarte. Que siempre te amaré.
Me resulta difícil entender en mi mente lo que significa amarte después de que estés muerta, pero aún quiero reconfortarte y cuidarte, y quiero que me ames y cuides de mí. Quiero tener problemas que discutir contigo, quiero hacer pequeños proyectos contigo. Nunca pensé hasta este momento que podríamos hacer eso. ¿Qué deberíamos hacer? Empezamos a aprender a hacer ropa juntos, o aprender chino, o comprar un proyector de películas. ¿No puedo hacer algo ahora? No. Estoy solo sin ti y tú eras la “mujer de las ideas” y la instigadora general de todas nuestras locas aventuras.
Cuando estabas enferma, te preocupaba no poder darme algo que querías y pensabas que necesitaba. No deberías haberlo hecho. Como te dije entonces, no había una necesidad real porque te amaba de muchas maneras, de tantas formas. Y ahora es aún más cierto; no puedes darme nada, pero te amo tanto que te interpones en mi camino para amar a cualquier otra persona, y quiero que estés ahí. Tú, muerta, eres mucho mejor que cualquier otra persona viva.
Sé que me asegurarás que soy tonto y que quieres que tenga plena felicidad y que no quieres interponerte en mi camino. Apuesto a que te sorprenderá que ni siquiera tenga novia (excepto tú, cariño) después de dos años. Pero no puedes evitarlo, querida, ni yo tampoco. No lo entiendo, porque he conocido a muchas chicas y muy agradables, y no quiero quedarme solo, pero en dos o tres encuentros todas parecen cenizas. Tú eres la única para mi. Eres real.
Mi querida esposa, te adoro.
Amo a mi esposa. Mi esposa está muerta.
Rich.
PD: Por favor, disculpa que no envíe esto por correo, pero no sé tu nueva dirección
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