En el laberinto de lo cotidiano, donde lo extraordinario se camufla entre lo mundano, una caja de bananas en Uruguay se convirtió en el cofre del tesoro más inesperado. Oculto entre frutas maduras, un manuscrito original de Julio Cortázar, datado en París, 1952, esperaba ser redescubierto. Este hallazgo no solo desentraña capítulos perdidos de “Historias de cronopios y de famas”, sino que nos invita a una aventura literaria, revelando cómo los secretos más preciados de la literatura pueden surgir en los rincones más insólitos.


Imágenes DALL-E de OpenAI 

Cronopios Perdidos y Hallados: Un Manuscrito de Cortázar Surge entre Bananas”


El hallazgo del mecanoscrito de Julio Cortázar en una caja de bananas en Uruguay es una historia que parece sacada de las mismas páginas de un libro de realismo mágico, donde lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan de manera inesperada. Esta anécdota no solo revela un capítulo fascinante en la historia literaria, sino que también destaca la manera en que los objetos perdidos pueden resurgir, brindándonos una nueva perspectiva sobre el pasado y el legado de los autores.

La historia comienza con un descubrimiento fortuito en Uruguay, un país que, aunque separado por miles de kilómetros de París, donde Cortázar escribió estas historias en 1952, se convierte en el escenario de este asombroso hallazgo literario. El hecho de que el mecanoscrito haya sido encontrado en una caja de bananas, un elemento tan mundano y cotidiano, añade un toque de poesía y surrealismo a la historia, reflejando las características propias de las obras de Cortázar.

Julio Cortázar, reconocido mundialmente por su innovación narrativa y su capacidad para trascender las convenciones del lenguaje y la estructura literaria, es un autor cuya obra sigue siendo profundamente relevante. “Historias de cronopios y de famas” es una de sus colecciones más emblemáticas, conocida por su originalidad, humor y profundidad filosófica. Que dentro de este mecanoscrito se hayan encontrado siete relatos inéditos es una revelación que no solo emociona a los académicos y admiradores de Cortázar, sino que también promete enriquecer la comprensión de su obra.

La incógnita de cómo llegó este precioso manuscrito a Uruguay agrega un elemento de misterio a la narrativa. Este enigma, lejos de ser un detalle menor, invita a reflexionar sobre las rutas inesperadas que pueden tomar los objetos a lo largo de la historia, cruzando continentes y generaciones, para finalmente encontrar su lugar en el presente. La subasta del manuscrito por una suma significativa, tres veces superior a su precio base, subraya el valor cultural e histórico que estos documentos representan para coleccionistas y amantes de la literatura.

El destino final del manuscrito en manos de un coleccionista privado argentino plantea cuestiones importantes sobre la conservación y accesibilidad del patrimonio cultural. La esperanza de que este tesoro literario sea preservado para el futuro es compartida por muchos, con la expectativa de que eventualmente pueda ser accesible a investigadores y al público general, ampliando así nuestro entendimiento y apreciación de la obra de Cortázar.

Este hallazgo invita a la reflexión sobre cuántos otros tesoros literarios podrían estar escondidos en rincones olvidados, esperando ser descubiertos. Cada libro, carta o manuscrito perdido tiene el potencial de cambiar nuestra percepción de un autor, una obra o incluso una época. Así, la historia de este mecanoscrito no es solo la crónica de un descubrimiento afortunado, sino también un recordatorio de que la literatura, en todas sus formas, continúa siendo un viaje inesperado, lleno de sorpresas y revelaciones que esperan a la vuelta de la esquina, o en este caso, escondidas entre cajas de bananas.


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