En el corazón palpitante de París, ciudad de luces y sombras, nació en 1851 un club singularmente exclusivo, bautizado como “Los Once sin mujer”. Este enclave, formado en los rincones ahumados del Café de la Regence, se convirtió en el bastión de un grupo de hombres que, entre sorbos de café y el crujir de periódicos, tejieron una red de camaradería y debate intelectual, excluyendo deliberadamente la presencia femenina de sus filas. Entre sus miembros, brillaba el nombre de Julio Verne, un visionario cuyas obras trascenderían el tiempo, pero cuya elección de asociaciones reflejaba las complejidades y contradicciones de su era.

Esta congregación de mentes, que se arrogaba el derecho de discutir los destinos del mundo sin la interferencia de la “otra mitad” de la humanidad, es un testimonio vívido de las tensiones y exclusiones que marcaban el tejido social del siglo XIX. “Los Once sin mujer” no era solo un club; era un microcosmos de una sociedad que relegaba a las mujeres al margen, negándoles voz y voto en los salones donde se dibujaban las ideas que modelarían el futuro. A través de este prisma, podemos vislumbrar las sombras de una época en la que la igualdad de género era una batalla aún por librarse, ofreciendo una reflexión crítica sobre cómo las estructuras de poder y exclusión han evolucionado, o no, hasta nuestros días.


Imágenes DALL-E de OpenAI 

Los Once sin Mujer”: Un Espejo del Siglo XIX y la Exclusión Femenina


El club “Los Once sin mujer”, fundado en París en 1851, es un testimonio fascinante de las complejidades sociales y culturales de la época. Este grupo, del que formó parte el célebre escritor Julio Verne, era exclusivamente masculino y se reunía en el Café de la Regence, un conocido punto de encuentro para intelectuales y artistas de la época. A través de este club, podemos explorar no solo las dinámicas de amistad y los intereses intelectuales de sus miembros, sino también las actitudes prevalecientes hacia las mujeres y su papel en la sociedad.


Contexto Histórico


En el siglo XIX, la sociedad europea estaba profundamente marcada por estructuras patriarcales y una rígida división de género. Las mujeres estaban mayoritariamente excluidas de la esfera pública, incluidos los ámbitos académico, político y literario. En este contexto, el club “Los Once sin mujer” puede verse como un microcosmos de las actitudes y prácticas sociales más amplias de la época, reflejando las limitaciones y exclusiones impuestas a las mujeres.


Integrantes y Actividades


Los miembros del club, entre los que se contaban figuras literarias de la talla de Théophile Gautier, Charles Monselet y Gustave Flaubert, compartían un profundo interés por la literatura, la política y la ciencia. Sus reuniones eran ocasiones para el debate intenso y la discusión sobre una amplia gama de temas, desde análisis literarios hasta discusiones sobre descubrimientos científicos y teorías políticas. Sin embargo, es importante destacar que estos intercambios intelectuales se daban en un espacio de exclusión explícita de las mujeres, no solo físicamente, sino también en términos de considerar sus contribuciones intelectuales y creativas.


Misoginia en el Club


La exclusión de las mujeres del club “Los Once sin mujer” era una manifestación de la misoginia que permeaba muchos aspectos de la sociedad del siglo XIX. Esta actitud no solo reflejaba la creencia en la inferioridad intelectual y moral de las mujeres, sino que también reforzaba activamente la segregación de género y limitaba las oportunidades para las mujeres en el ámbito intelectual y artístico. Al considerar a las mujeres como indignas de participar en discusiones literarias y científicas, el club contribuía a perpetuar un sistema de valores que marginaba y desvalorizaba las voces femeninas.


Legado y Reflexión


Mientras que el club “Los Once sin mujer” y sus actividades pueden parecer anecdóticos en la gran escala de la historia, ofrecen una ventana valiosa a las actitudes sociales y culturales de su tiempo. Este club es un recordatorio de la lucha continua por la igualdad de género y el reconocimiento de las contribuciones de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Aunque hoy podemos mirar hacia atrás y criticar las prácticas y creencias de ese tiempo, también es crucial reconocer que la lucha contra la misoginia y por la igualdad de género es un proyecto en curso que requiere reflexión constante y acción comprometida.

La historia del club “Los Once sin mujer” invita a reflexionar sobre cómo las estructuras sociales y culturales de una época pueden influir en las actitudes hacia el género y la exclusión. A su vez, nos anima a cuestionar y desafiar las injusticias de nuestra propia época, buscando construir una sociedad más inclusiva y equitativa.


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