Bajo el manto de la noche y el susurro de las hojas, existen historias que trascienden la barrera de lo conocido, narraciones que se entretejen en el tapiz de lo real y lo fantástico. En un rincón olvidado del mundo, donde los caminos antiguos conducen a secretos envueltos en la bruma del tiempo, surge una leyenda que desafía la comprensión humana. Esta no es una historia cualquiera, sino un viaje a los confines de nuestro entendimiento, donde la realidad se funde con la magia y lo sobrenatural.

En una época donde los pueblos y sus tradiciones aún palpitan con el corazón de la tierra, un vendedor de pan se convierte en el inesperado protagonista de un encuentro que alteraría su percepción del mundo para siempre. Transitando por sendas que bordean lo tangible, su historia se despliega en una hacienda abandonada, escenario de un antiguo relato que revive al caer la noche. Lo que comienza como un refugio temporal, se transforma en un escenario de misterio y revelación, marcando el inicio de una travesía entre lo conocido y lo que habita en las sombras, esperando ser descubierto.


Imágenes DALL-E de OpenAI 

Duendes al Anochecer: Un Pacto entre Mundos”


En una tierra donde las leyendas se entretejen con la realidad, un vendedor de pan llamado Emilio emprendía jornadas a través de senderos olvidados hacia pueblos vecinos. Su travesía más recordada comienza al atardecer, en un camino que serpentea hacia un lugar enmarcado por el tiempo, a media hora a pie, si no es que más. En el corazón de este trayecto yacía una hacienda abandonada, guardiana de misterios y temores antiguos, visitada únicamente para resguardar caballos en sus establos solitarios.

Una noche, tras vender alrededor de 50 de sus 80 panes, Emilio se vio atrapado por el manto de la noche. Decidió refugiarse en esta hacienda, cuya atmósfera cargada de antiguas historias lo envolvió. En las profundidades de la noche, al filo de las 2 o 3 de la madrugada, una melodía de risas y juegos infantiles rompió el silencio. Emilio, pensando en posibles ladrones de caballos, se adentró en la oscuridad con cautela. Sin embargo, lo que encontró en la pastura de los caballos distaba mucho de ser humano.

Frente a él, alrededor de 15 seres de estatura diminuta, con rostros arrugados y sabiduría ancestral, jugaban bajo el cielo estrellado. Estas criaturas, de entre 30 y 40 cm, vestían ropas desgastadas por el tiempo y portaban pequeños gorros, su apariencia delataba vidas de arduo trabajo. Emilio, escondido en las sombras, los observó fascinado, hasta que un descuido reveló su presencia. Los seres, que hasta ese momento parecían inofensivos, se dispersaron entre murmullos de intrusión y amenazas veladas.

Al intentar seguirlos, Emilio fue sorprendido por un ataque repentino. Las criaturas, que había confundido con niños, se revelaron como duendes del bosque, custodios de un reino oculto. Armados con piedras y palos, lo persiguieron, multiplicándose entre las sombras del bosque, marcando el inicio de una persecución que parecía sacada de un cuento oscuro.

Tropezando y cayendo, Emilio sintió el peso de su error. Los duendes, lejos de ser meros niños jugando, eran seres de otro mundo, capaces de defender su territorio con una ferocidad inesperada. Entre varazos, pedradas, rasguños y mordiscos, un duende herido por accidente marcó un punto de inflexión. La criatura, quedándose atrás, lloraba, generando un momento de compasión en medio del caos.

La persecución se extendió hasta la casa de los abuelos de Emilio, donde los duendes sembraron el terror: animales muertos, enfermedades inexplicables, una sombra de maldad sobre la familia. Fue entonces cuando el tío de Emilio, armado con valor y comprensión, decidió confrontar a estos seres. Ofreciendo pan, atole, dulces y ropa, pidió perdón por el malentendido, sellando un pacto de paz con estas criaturas de otro mundo.

Desde ese día, las ofrendas a los duendes se convirtieron en un ritual familiar, un recordatorio de que en este mundo coexistimos con seres mágicos, guardianes de antiguas verdades y poderes olvidados. La historia de Emilio no es solo un relato de encuentros sobrenaturales, sino una invitación a mirar más allá de nuestra realidad, hacia un mundo donde la magia y lo cotidiano se entrelazan, dejando huellas imborrables en el tejido de nuestras vidas.


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